Un brindis muy especial

Un brindis muy especial
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Imagino que si tenéis hijos pequeños habréis comprobado que los brindis les llaman la atención. Desde las primeras fiestas o celebraciones, el chocar los vasos o las copas en señal de buenos deseos, de felicitación o agradecimiento les resultarán interesantes.

No es de extrañar, con ese ritual del levantar de los comensales, las copas, el tintineo y la fiesta alrededor del brindis: “¡Chin chin! ¡Salud! ¡Felicidades! ¡Arriba, abajo, al centro…!”

Así que mi hija mayor, desde los últimos cumpleaños, de vez en cuando le da por brindar con nosotros en la mesa, sobre todo si coincidimos a la hora de beber, y hacer un “chin chin” (despacito, eso sí, que ya rompió un vaso y aún se acuerda del susto…).

Pero el brindis que me propuso ayer me dejó boquiabierta, primero porque no entendía muy bien, y tronchada de risa después.

Estaba ella acabándose la taza de leche del desayuno, y yo me acomodé cerca de ella para darle de mamar a la pequeña que se acababa de despertar. Se me acerca mostrándome la taza y éste fue nuestro diálogo (los paréntesis son míos):

-Chin chin, mamá.
-¿Chin chin? No estoy bebiendo nada, cariño.
-Noooooo…. (que no te enteras, mamá). Chin chin, Emma.
-(Pausa, asociación de ideas…) Aaaaaaaahhhhh! ¿Quieres brindar con Emma?
-¡Sí, mamá! (Por fin te enteras)
-¡Jajajajajaja! ¿Y cómo brindamos?
-¡Teta!

Bueeeeno, pues ahí me tenéis a mí apartando a la pequeña (que a todo esto y dadas las carcajadas había dejado de mamar como podéis imaginar), inclinándome hacia la taza y en un ejercicio de malabarismo y flexibilidad, ¡chin chin!, brindar con mi hija taza a teta. No se escuchó tintineo ninguno, pero la gracia del momento brindis me acompañó resonando todo el día…

Fotos | Lisa Brewster y Mycael en Flickr
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