Tres trabajadoras de un colegio de Madrid investigadas por malos tratos a un niño con autismo

Tres trabajadoras de un colegio de Madrid investigadas por malos tratos a un niño con autismo
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Cuando dejamos a los niños en el colegio pensamos que recibirán el mejor trato posible, que estarán pendientes de sus necesidades y se les respetará como personas. Pero lamentablemente no es el caso de Eduardo, un niño con autismo de ocho años quien asistió durante tres meses al Colegio de Educación Especial Santiago Ramón y Cajal de Getafe (Madrid) y fue víctima de trato vejatorio por parte de quienes se supone que debían cuidarlo.

Su tutora, la profesora de apoyo y una auxiliar de enfermería del centro han sido imputadas por el Juzgado de Instrucción número 1 de Getafe, después de que se descubrieran las grabaciones registradas en un dispositivo de grabación que los padres ocultaron en su ropa.

Tratos vejatorios

Los padres notaron un cambio de comportamiento en Eduardo. A pesar de que nunca había mostrado conductas violentas, al poco tiempo de empezar en el nuevo colegio, el niño comenzó a mostrar impulsividad y agresividad: "la ansiedad que sufrió, la vimos a las semanas de comenzar las clases", cuenta Montse, su madre.

Ante las sospechas de que algo pasaba en el colegio, decidieron colocar una grabadora oculta dentro de su ropa. Las grabaciones aportadas al sumario y dadas a conocer por Cadena Ser, revelan como las personas del centro le inmovilizaban, le amenazaban con tirarle agua por encima o pincharle en el culo, se burlaban de él y de su autismo y lo castigaban solo en el pasillo a pesar de que sabían que tenía tendencia al escapismo.

Eduardo dejó de asistir a clase, se activó el protocolo de absentismo escolar y se abrió un expediente disciplinario hasta que, semanas después, los padres informaron al centro de que podría estar sufriendo acoso. La Comunidad de Madrid derivó el caso a su Unidad de Acoso Escolar, pero el proceso se paralizó cuando los padres iniciaron un procedimiento judicial el pasado 10 de enero.

Un psiquiatra del Hospital General Universitario Gregorio Marañón certificó que Eduardo padecía desde hace varias semanas “episodios recurrentes recurrentes sin claro desencadenante de alteraciones del comportamiento [...] con marcada inquietud y autolesiones". Después de abandonar las clases, el niño estuvo 15 días ingresado en el Hospital Niño Jesús y hasta el día de hoy sigue con medicación.

Una investigación judicial

Los padres denunciaron los hechos por la vía judicial y el juez llamó a declarar a las tres trabajadoras del centro imputadas quienes aseguraron en su declaración que no ha habido ánimo de maltratar al menor y que actuaron en todo momento siguiendo las técnicas indicadas en un protocolo elaborado por el colegio.

El colegio por su parte, dice que no conoce las medidas que se tomaban con el niño y que son "ajenas a nuestra intervención", y la familia denuncia que "les decían que no hacía caso, que se levantaba, que se portaba mal, pero no cómo intervenían", según ha declarado la madre a Cadena Ser.

"Nos hemos sentido solos y abandonados, a mi hijo no le han protegido", declara Montse, la madre del niño.

Desde febrero Eduardo va a otro colegio de educación especial, donde ya ha superado el periodo de adaptación, aunque sigue con miedo a separarse de sus padres.

Quienes debían cuidarlo, lo maltrataban

¿Qué hubiese pasado si los padres no hubiesen decidido ocultar una grabadora en la ropa de su hijo? Lo más probable es que las vejaciones se hubiesen extendido en el tiempo con todo el perjuicio que estaban causando en Eduardo.

Cuando se intentan romper barreras para que los niños con autismo puedan vivir en una sociedad más accesible e inclusiva, es indignante que precisamente las personas que deberían haberlo cuidado y protegido, se hubiesen convertido (presuntamente) en sus propios verdugos.

Vía | Cadena Ser
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