Decorar la habitación en la que dormirán nuestros hijos es algo que nos emociona a muchos padres, pues se trata, literalmente, de un lienzo en blanco en el que vamos a intentar dejar plasmados la ilusión y el cariño que sentimos por ellos.
Naturalmente, todos queremos dar a nuestros hijos un entorno que además de ser acogedor sea un espacio bonito en el que disfruten estar, pero aunque es positivo dar rienda suelta a nuestra creatividad, lo cierto es que hay ciertas cosas que debemos tomar en cuenta al momento de decorarlo.
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Una habitación para el descanso
Si bien es cierto que la habitación infantil puede cumplir varias funciones, desde el descanso hasta el área de juego, no debemos olvidar que el principal objetivo de esta es ser el sitio en el que nuestros hijos descansarán y dormirán.
Por ello, un error que los expertos señalan que debemos evitar es convertirla en un espacio que resulte muy estimulante, al menos durante los primeros años, ya que esto podría afectar el sueño de bebés y niños.
Tomando en cuenta esto, te compartimos algunas recomendaciones a tener en cuenta a la hora de decorar la habitación infantil.
Colores sí, pero no todo vale
Foto | Karola G en Pexels
Como ya lo hemos explicado en otras ocasiones cuando hemos hablado de la psicología del color, cada tono influye en nosotros de diferente manera. Así como hay algunos que nos hacen sentir calma, hay otros que pueden ser muy estimulantes o provocar el efecto opuesto.
La recomendación de los expertos es que, a la hora de elegir un color para las paredes de la habitación infantil (o cualquier otra habitación cuya principal actividad sea el descanso), sepamos qué colores debemos preferir y cuáles habremos de evitar.
Por ejemplo, los colores recomendados por la ciencia para un buen descanso son los tonos claros y neutros, como el azul, gris, blanco o verde, ya que tienen un efecto relajante que invita a la calma y nos ayuda a conciliar el sueño con mayor rapidez.
Por el contrario, debemos evitar colores que sean muy estimulantes, como el rojo, el naranja o el amarillo, así como tonalidades muy fuertes o brillantes de otros colores intermedios como el rosa o el violeta.
Las decoraciones, con medida
Por otro lado, además del color de las paredes, tenemos que pensar bien lo que ponemos en ellas. Aunque somos los primeros en sugerir decoraciones para personalizarla, como cuadros, fotografías o incluso vinilos, es importante no saturarlas llenándolas de decoraciones.
Cuantas más distracciones haya, mayor tiempo tardará el bebé o niño en dormirse, por lo que habremos de limitar el número, color y tamaño de las decoraciones, o bien, quizás colocarlas en un sitio de la habitación donde no estén muy a la vista desde la cuna o la cama.
Foto de portada | Emma Bauso en Pexels
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