Durante los últimos años, la preocupación por los malos resultados escolares de los chicos ha ido en aumento. Es un tema que ha pasado muchas veces bajo el radar de los grandes medios, pero cada vez está más claro que el fracaso escolar amenaza con convertirse en algo endémico de la población masculina. ¿Quién se iba a imaginar que unas de las claves para resolverlo podía estar en cambiar la distribución de las clases?
Eso es lo que acaban de proponer un grupo de investigadores en un estudio de más de 200.000 quiceañeros repartidos por 8.000 colegios mixtos de todo el mundo. Sus conclusiones son provocadoras: los chicos sacan mejores resultados en colegios donde más del 60% de los estudiantes son chicas.
Contra las ideas preconcebidas
No deja de ser curioso que muy pocos estudios hayan estudiado cómo influyen las características de las clases en las desigualdades que existen en el rendimiento escolar de hombres y mujeres. Digo que es curioso porque hace mucho tiempo que sabemos que el entorno escolar es un elemento fundamental en el desarrollo (global) de los niños y de las niñas. De hecho, hay datos muy sólidos que señalan que ese es el entorno social que más influye en los niños (muy por encima del entorno familiar).
Por eso, el resultado nos sorprende y, a la vez, nos parece algo bastante razonable. Hay cierta evidencia acumulada que sugería que, aunque ni las niñas ni los niños se afectan directamente entre ellos, un alto número de chicas podría cambiar las dinámicas del colegio en conjunto beneficiando a todos. Y eso es lo que hemos confirmado, cuanto mayor es el número de niñas, los resultados son mejores. Los resultados de todos.
Los autores plantean que es posible que las escuelas más feminizadas presenten mayores niveles de concentración y motivación por obtener buenas notas. También sugieren que se pueden usar estos resultados para mejorar la estructura de las clases. Sin embargo, parece precipitado. Ni estas, ni otras muchas hipótesis consiguen explicar en profundidad esta influencia positiva: si examinamos con detalle los datos vemos que ninguna explicación cuadra (del todo) con lo que vemos.
Queda mucho por estudiar y muchos datos que recoger: sobre todo, si queremos entender el mecanismo en profundidad. Pero lo que sí que parece claro es que estamos ante un argumento muy sólido contra los colegios segregados. Uno más, al menos, que tener muy en cuenta.