Una de las técnicas para hacer que los niños coman un poco de lo que les hemos puesto en la mesa (al menos de eso que sabemos que en condiciones normales seguramente no comerían) es presentarles la comida de una manera diferente o divertida, ya sea con formas o escenarios peculiares y coloridos.
Esto se puede hacer también por diversión, simplemente, para jugar con la comida (sí, ya sé, “con la comida no se juega” pero luego, al final, todos jugamos con ella) y pasar un buen rato viendo la sonrisa de nuestros hijos.
Sea cuál sea el objetivo, cuando aparecen utensilios que sirven para hacer de la comida algo diferente y divertido vale la pena echarles un vistazo, como sucede con estos moldes para huevos.
En la imagen superior veis un molde que ha ayudado a un huevo a ser un conejito y, si miráis en la imagen siguiente veréis que además de un conejo podemos conseguir un coche, un oso, un pescadito y otras formas.
El funcionamiento es simple. Una vez el huevo ya está duro retiramos la cáscara y, aún caliente, lo ponemos dentro del molde que queramos. Lo cerramos y lo sumergimos en agua fría. Unos 10-15 minutos después lo abrimos y nuestro huevo se habrá transformado.
Los moldes vienen de Japón y por el momento creo que el mejor modo de conseguirlos es vía ebay, costando cerca de 10 euros. Yo ya he pedido los míos…
Vía | No puedo creer que lo hayan inventado
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