Cuatro fábulas para niños con moraleja sobre las falsas apariencias

Las fábulas no solo enseñan mensajes positivos: también nos guían sobre lo que debemos evitar

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Lucy Ortega

Las fábulas, esos pequeños relatos protagonizados por animales con características emocionales semejantes a las de los humanos, nos dejan sencillas pero contundentes lecciones sobre los valores y la vida.

Algunas nos dejan enseñanzas positivas, como la responsabilidad o la empatía, mientras que otras nos sirven como una advertencia o una lección que nos muestra cosas que debemos evitar, tanto en nosotros como en los demás.

En esta selección, veremos cuatro fábulas sobre las falsas apariencias y sobre las consecuencias que estas pueden tener para nosotros.

El lobo y la cabra

34148b8a B9fc 4bbf Af2f 890c90b375fe Imagen | Bebés y Más con DALL·E 3

Un lobo que vio a una cabra pacer al borde de un barranco, como no podía llegar hasta ella, le pidió que bajara para que no se cayera en un descuido, afirmando que era mejor el prado en que él se encontraba, porque allí la hierba era mucho más abundante. La cabra le respondió: "No me llamas a mí para que coma, sino porque eres tú el que no tiene qué comer."

Moraleja

En esta fábula, el lobo pretende tener buenas intenciones. Pero la cabra, astuta y conociendo la naturaleza del lobo, sabe que éste solo aparenta ser bueno.

El bufón y el campesino

bufon Imagen | Bebés y Más con DALL·E 3

Un poderoso señor preparó una hermosa fiesta y anunció que entregaría un premio a quien se le ocurriera una idea original para divertir a sus invitados.

El día de la fiesta la gente colmó el salón y se presentó un bufón que, según dijo, estaba seguro de llevarse la recompensa. Apareció con una larga capa y dijo ante todos llevar debajo de ella un cerdo. Con gran habilidad, comenzó a imitar el gruñido del cerdo. Grandes aplausos se oyeron al terminar porque, aunque lo revisaron, fácil fue ver que no había allí tal cerdo.

Movido por los celos, un campesino afirmó que él lo sabía hacer mejor. Salió de la fiesta y, con gran disimulo, regresó llevando escondido bajo sus ropas un pequeño cerdo de verdad. Cuando tocó su turno al campesino, tiró de las orejas del animal, que lanzó a su vez un poderoso gruñido.

Indignados, los presentes dijeron que el bufón lo había hecho mejor. Pero solo cuando el granjero mostró el cerdo, comprendieron su equivocación.

Moraleja

Esta fábula de Fedro nos enseña que debemos aprender a distinguir bien lo verdadero de lo falso, para no dejarnos engañar nunca por las apariencias.

La compra del asno

asno Imagen | Bebés y Más con DALL·E 3

Ayer por mi calle
pasaba un borrico,
el más adornado
que en mi vida he visto.

Albarda y cabestro
eran nuevecitos,
con flecos de seda
rojos y amarillos.

Borlas y penacho
llevaba el pollino,
lazos, cascabeles
y otros atavíos;
y hechos a tijera,
con arte prolijo,
en pescuezo y anca
dibujos muy lindos.

Parece que el dueño,
que es, según me han dicho,
un chalán gitano
de los más ladinos,
vendió aquella alhaja
a un hombre sencillo;
y añaden que al pobre
le costó un sentido.

Volviendo a su casa,
mostró a sus vecinos
la famosa compra,
y uno de ellos dijo:

Veamos, compadre,
si este animalito
tiene tan buen cuerpo
como buen vestido.

Empezó a quitarle
todos los aliños,
y bajo la albarda,
al primer registro,
le hallaron el lomo
asaz malherido,
con seis mataduras
y tres lobanillos,
amén de dos grietas
y un tumor antiguo
que bajo la cincha
estaba escondido.

Burro, dijo el hombre,
más que el burro mismo,
soy yo, que me pago
de adornos postizos.

A fe que este lance
no echaré en olvido,
pues viene de molde
a un amigo mío,
el cual, a buen precio,
ha comprado un libro
bien encuadernado,
que no vale un pito.

Moraleja

La fábula de Tomás de Iriarte nos recuerda un dicho muy conocido: no juzgues a un libro por su portada, señalando la importancia de no dejarnos llevar solamente por una apariencia bonita, lujosa o agradable, pues la realidad puede no ser tan hermosa.

El lobo y el pastor

pastor Imagen | Bebés y Más con DALL·E 3

Acompañaba un lobo a un rebaño de ovejas pero sin hacerles daño. Al principio el pastor lo observaba y tenía cuidado de él como de un enemigo. Pero como el lobo lo seguía y en ningún momento intentó robo alguno, llegó a pensar el pastor que más bien tenía a un guardián de aliado.

Cierto día, teniendo el pastor necesidad de ir al pueblo, dejó sus ovejas confiadamente junto al lobo y se marchó. El lobo, al ver que había llegado el momento oportuno, se lanzó sobre el rebaño y devoró casi todo.

Cuando regresó el pastor y vio todo lo sucedido, exclamó: "Bien merecido lo tengo; porque: ¿de dónde saqué confiar las ovejas a un lobo?"

Moraleja

Con esta fábula de Esopo se nos recuerda que, si bien debemos darle la oportunidad a los demás y confiar en ellos, cuando ya conocemos o sospechamos de las intenciones ocultas de alguien, debemos escuchar a nuestra intuición y no cometer el error de guiarnos por una falsa apariencia de bondad o inocencia.

Foto de portada | Kindel Media en Pexels

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