¿Tienes menos energía con el segundo que con el primero?

¿Tienes menos energía con el segundo que con el primero?
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Una de las razones que más preocupan a los padres y madres a la hora de tener hijos es el depósito de energías y fuerzas y como empequeñece de año en año.

Cuando una madre es joven, la energía es casi equiparable a la de su bebé, por lo que a nivel de juegos, de satisfacción, de demandas y de vivencias comunes es fácil (o soportable) criarlo.

Cuando una madre es algo mayor (digamos a partir de los 35 años, por poner una edad), las energías suelen ir algo más justas y muchas madres (y padres) sienten que no llegan, que los niños y sus fuerzas inagotables acaban con sus capacidades a menudo y que “si lo sé, lo tengo antes”.

Sea como fuere el punto desde el que se parte, hay madres que dicen que con el segundo notan que tienen menos energía y sin embargo hay otras madres que explican que no notan demasiada diferencia, ya que una vez te acostumbras a uno, no hay muchos cambios cuando tienes dos.

¿Cuántos años se llevan?

Lo más probable es que el quid de la cuestión esté en la diferencia de edad de los dos hijos por dos razones evidentes: el tiempo que pasa, que hace que papá y mamá sean más mayores y la diferencia de cuidados que requieren el hijo mayor y el menor.

En cuanto a la edad no hay mucho que decir. Es evidente que cuantos más años de diferencia haya entre el nacimiento del primer hijo y del segundo, más años tienen el padre y la madre y menos energía noten, probablemente, por no ser tan jóvenes como lo eran con el primero.

Con respecto a la diferencia de cuidados, la época que más demanda física supone es la que comprende desde el nacimiento hasta los 2 o 3 años, cuando ya son más autónomos, caminan y corren, empiezan (algunos) a dormir más horas seguidas, muchos van dejando el pañal y por la calle ya no piden tantos brazos.

Una vez pasa este periodo los padres empiezan a “relajarse”, a olvidar todos los esfuerzos que han llevado a cabo y a disfrutar de otro tipo de crianza en el que el niño deja más espacio a los padres.

Así empiezan a salir más a menudo, pueden ir al teatro los tres, al cine, hacer excursiones y en definitiva vivir una vida más activa.

Si el segundo hijo nace cuando los padres ya se han acostumbrado “a la buena vida”, es muy probable que los requerimientos de un nuevo bebé les suponga un retorno a los tiempos en que tenían que dedicar más esfuerzos físicos al cuidado de su hijo y sientan que las energías no son las mismas (e incluso que no lo sean).

Sin embargo, si el segundo hijo viene un poco antes y empiezas a cambiar pañales más o menos cuando el otro los ha dejado, el esfuerzo parece mantenerse más constante y muchas madres explican que realmente no notaron demasiada diferencia con un hijo que con dos.

Un tercer grupo de madres serían las que sienten que al tener un segundo hijo el trabajo se duplica, sin importar si el mayor tiene dos o seis años cuando nace el otro.

Personalmente puedo decir que del primero al segundo no he notado mucho cambio, aunque claro, yo no soy el cuidador principal, sino mi mujer. Ella dice que sí, que pese a tener 28 años y llevándose el segundo del primero 3 años sí nota que las energías no son las mismas.

Y vosotras, ¿cómo lo habéis vivido?

Foto | Flickr – Strocchi
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