Esos padres que hacen de mayordomos para acabar antes que si lo hicieran sus hijos

Esos padres que hacen de mayordomos para acabar antes que si lo hicieran sus hijos
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Se suele hablar a menudo de que uno de los graves problemas de los padres en la actualidad es que somos muy sobreprotectores. Entonces se define sobreprotección como todo acto que consista en dar mucho cariño a los niños, no dejarles llorar y no forzarles a hacer cosas que no quieren. Algo así como consentir mucho a los niños y evitarles todos los males.

Dentro de esa definición hay algunas trampas, porque consentirlo todo, o permitir que hagan todo lo que quieran, puede ser una idea terrible, pero darles mucho cariño y no forzarles puede ser tremendamente beneficioso, por lo que se están mezclando conceptos que parecen una suma de malas prácticas cuando no todas lo son.

Ahora bien, si hay algo que suele faltar en la definición de padres sobreprotectores, o que creo que no se le da el suficiente énfasis, es el acto de hacer las cosas por el niño cuando él ya es capaz de hacerlas, porque así tardamos menos. Vamos, lo que definiríamos como hacer de mayordomos para acabar antes que si lo hicieran ellos.

"Él sabe, pero lo hago yo"

En la consulta de enfermería me lo dicen a menudo. Una de las vías para saber si un niño está teniendo un correcto desarrollo psicomotor es preguntar si es capaz de hacer muchas cosas. Si coge cositas cuando es pequeño, si se lleva comida a la boca, si coge la cuchara, si camina con un vaso con agua y no lo derrama, si es capaz de quitarse la ropa, si es capaz de ponerse prendas simples, como un pijama y, cuando ya es más mayor, si se viste solo.

Pues bien, muchas veces los padres no saben responder a las preguntas porque no saben si sus hijos son capaces de hacerlo:

  • "¿Que si se lleva la comida a la boca? No sé, es que no le dejamos, nos da miedo que se atragante, le damos de comer nosotros".
  • "¿Que si coge la cuchara? No sé, no lo hemos probado. Le damos nosotros porque cuando lo ha intentado él se ha puesto perdido".
  • "¿Que si lleva un vaso y no derrama el agua? No sé, por si acaso no le dejo"
  • "¿Que si sabe ponerse el pijama? Yo creo que sí, pero es muy vago y se lo pongo yo.
  • "¿Que si sabe vestirse solo? Sí sabe, sí. Pero le visto yo porque así vamos más rápido.

Así, imposible que se hagan autónomos

Y es cierto, nosotros vamos más rápido y sobre seguro cuando lo hacemos nosotros. No se manchan, no tiran nada, no corremos el riesgo de que se pongan una camiseta al revés y luego, de todas formas, tengamos que quitársela para volvérsela a poner del derecho. Acabamos antes. Sin embargo, ¿qué aprende el niño? Porque si hablamos de un bebé de meses, no queda otra, no está capacitado para hacer nada de eso y somos nosotros quienes debemos hacerlo. Pero si hablamos de un niño ya más mayor, y capaz de hacerlo, ¿por qué no dejarle?

Está claro que a la primera no le va a salir estupendo, pero por la edad, muchos niños tienen la capacidad y lo único que les falta es entrenamiento, ir haciendo cosas por sí mismos e ir viendo fallos y posibles soluciones. Pero esto es si les dejamos, claro, porque si no, no aprenden nada y lo único que esperan es que venga algún adulto a hacerlo por ellos.

Entonces, en ese momento, los padres nos convertimos en sus mayordomos. Adultos al servicio de los niños en aspectos rutinarios que ellos pueden hacer perfectamente, pero "tranquilo cariño, que papá sabe cómo hacerlo" y "espera, ya lo hago yo que voy más rápido". Y quizás hasta piensen los padres que les están haciendo un favor a sus hijos cuando lo que están es consiguiendo que pierdan las ganas de hacer las cosas por sí mismos.

¿Que pierdan las ganas?

Exacto, eso mismo he dicho. La mayoría de niños, a los seis meses, ya están cogiendo cosas para llevárselas a la boca. La mayoría, en cuanto son capaces de agarrar una cuchara, quieren hacer ellos el gesto. La mayoría, en cuanto pueden, quieren coger la botella de agua y echar un poco en un vaso. La mayoría, en cuanto pueden, intentan ponerse una prenda de ropa. Las ganas de aprender las tienen. Otra cosa es que nosotros les permitamos aprender.

Que no digo yo que haya que dejar que un niño de 2 años se ponga el agua solo, porque está claro que te va echar el agua en el vaso, la mesa y el suelo, pero puedes coger la botella con él y hacerlo juntos. Y con 4 ó 5 años, si la botella no está muy llena, seguro que es capaz de hacerlo solo, si le dejas.

Que no digo yo que con 3 años tenga que vestirse solo subiendo cremalleras y atando botones, porque no será capaz, pero seguro que puede ponerse unos pantalones por iniciativa propia y ya le echarás una mano si ha metido las dos piernas en la misma pernera del pantalón.

Que no digo yo que con 2 años tenga que bajar solo las escaleras, porque se puede caer de bruces, pero seguro que puedes ir de la mano por si acaso se cae, e ir bajando de uno en uno, como le vaya bien, en vez de cogerlo en brazos para bajar más rápido porque parece que no acabas nunca.

Acompañarles en el camino no es hacérselo todo

Que nuestra misión como padres es ejercer de ejemplo y de guía para que ellos sepan un poco cómo vivimos y a partir de nosotros, y de lo que les llegue del resto del mundo (lo que llamamos socialización), vayan aprendiendo cómo vivir. Somos sus acompañantes, pero no sus mayordomos. Hacemos las cosas por ellos, mientras no son capaces. Las hacemos con ellos, mientras aprenden. Pero una vez saben, pese a no ser expertos, son ellos los que tienen que tener la oportunidad de hacerlas, e incluso la oportunidad de equivocarse. ¿Cómo si no van a aprender?

Ayúdale, pónselo fácil, adapta tu casa

Padres mayordomos

Seguro que ahora muchos padres están dándose cuenta de que, en cierto modo, son los mayordomos de sus hijos. Queréis poner remedio y no sabéis cómo. Pues bien, un principio es ponerlo fácil, adaptando tu casa para que los niños tengan una subcasa en pequeñito. De esto ya hablé hace un año, pero lo vuelvo a comentar porque me parece fundamental.

Si un niño ya sabe ponerse el pijama, los pijamas deben estar a su alcance. No tiene sentido que en los cajones más bajos tengamos toallas y sábanas, por ejemplo, o la ropa de la calle, que no sabe atársela, y los pijamas estén donde no lleguen. Deben tenerlo cerca para que después del baño, o antes de dormir, o cuando quiera que nos pongamos todos el pijama, puedas decirle "venga, ponte el pijama", o si no queréis ser tan imperativos "todos llevamos pijama, sólo faltas tú".

No tiene sentido que vuestro hijo sea capaz de servirse solo el agua y beber de un vaso y tenga los vasos en un armario alto, donde no llega, y donde tiene que llamaros para que se lo deis y, ya de paso, le pongáis agua. No tiene sentido que sepa lavarse los dientes y no llegue al cepillo o la pasta. No tiene sentido que se sepa vestir y no llegue a la ropa, que se sepa peinar y el peine esté en un cajón alto, que se sepa poner la ropa interior y no la tenga al alcance, que se sepa enjabonar y no llegue al jabón, etc.

A medida que vemos que saben hacer las cosas, porque si les dejamos ellos solos van aprendiendo a hacerlas, tenemos que ir acercando la posibilidad de seguir haciéndola acorde a sus posibilidades. Así, cuando digan "¿me pones un vaso de agua?", podemos decirles "sírvete tú mismo, cariño, tienes los vasos en esa estantería y el agua al lado". Que luego, como en todo, no hay que ser papistas, si tienes los vasos y el agua al lado y puedes, se lo haces de igual modo que otras veces le pedirás un favor por estar más cerca que tú de algo, pero a igualdad de condiciones, o teniéndolo ellos más fácil y cerca, no tiene sentido que nos lo pidan a nosotros, a menos que hayamos decidido ser sus mayordomos porque así acabamos antes y vamos más rápido. Entonces sí, que sigan contando con nosotros para todo, pero luego no les llamemos vagos ni comodones.

Fotos | Thinkstock
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