Comuniones convertidas en mini-bodas, ¿nos hemos vuelto locos?
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Comuniones convertidas en mini-bodas, ¿nos hemos vuelto locos?

A estas alturas del año se oye a la salida del cole a las madres hablar sobre pruebas de vestido, banquetes, reportajes fotográficos y regalos. Perfectamente podrían estar conversando sobre la celebración de una boda, con la salvedad de que los protagonistas del evento son niños de apenas nueve y diez años que hacen próximamente su primera comunión.

Hace unos días Armando hablaba del nivel que han alcanzado las fiestas de los pequeños, y las comuniones son, sin lugar a dudas, el "no va más" de las celebraciones infantiles. Pero ¿nos hemos vuelto locos? ¿De verdad es necesaria tan ostentosa celebración? Cuando éramos pequeños eran mucho más sencillas, pero en los últimos años, las comuniones se han convertido en mini-bodas, para perjuicio de los niños y del bolsillo de los padres.

"Se nos está yendo la pinza"

Aunque no son mis palabras, las comparto cien por cien. El juez de menores Emilio Calatayud pedía así en su blog mesura con los convites de las comuniones que se nos está yendo la pinza:

Buenas, soy Emilio Calatayud. Aquí está el aguafiestas del juez con el sermón de todos los años: seamos comedidos con los convites, banquetes y regalos de las comuniones, que se nos está yendo la pinza. Al paso que vamos, los bancos van a tener que conceder microcréditos para que podamos estar a la altura de los obsequios y comilonas que se organizan actualmente para festejar las primeras comuniones. Lo que antaño era un chocolate con churros y un relojito hoy es un almuerzo ‘master chef’, un viaje a Eurodisney y el móvil de última generación. Y eso, como mínimo. Estamos poniendo el listón demasiado alto. Dejemos algo para cuando se casen.

A mí, de momento, no me han invitado a ninguna comunión. Pues eso que me ahorro.

Como una boda, pero con diez años

Con dos comuniones a cuestas (y encima de niñas, que lo del vestido suma mucho estrés) hablo con conocimiento de causa. De repente, sin saber muy bien cómo has llegado a eso, te ves inmersa en una vorágine de preparativos de la que no puedes huir.

Que el vestido (en mi caso, modelo impuesto por el colegio lo que nos causó un gran problema), el tocado a juego, encontrar los zapatos (con previsión al crecimiento del pie), elegir las flores, contratar al fotógrafo, organizar el banquete, el peinado, la decoración, los recordatorios y seguro que me dejo algún detalle. (Ah, y vestir a las hermanas, que no es poca cosa). ¡Qué estrés! Cuando llegó el día ya estábamos todos agotados con el tema comunión

Nosotros hicimos una pequeña celebración en casa después de la ceremonia, pero la mayoría de las familias habían contratado banquetes en restaurantes y alguna hasta había contratado un autobús para trasladar a los invitados de la iglesia al banquete. Sí, como en las bodas.

Los regalos merecen un capítulo aparte. Desde los clásicos como una tablet o el primer móvil (el más deseado), hasta consolas, patinetes eléctricos, y los más afortunados, un viaje a Disney. ¿Desde cuándo se hacen regalos, y semejantes regalos, por celebrar la Primera Comunión? ¿No es, al menos, paradójico? Mi mejor regalo fue una cruz de oro que todavía conservo.

¿Cuánto cuesta una comunión?

Los gastos de una comunión no son poca cosa. A pesar de que las familias se alejan de la iglesia y que otras fiestas litúrgicas han descendido, las comuniones resisten. En 2014, hubo más comuniones que cualquier otra celebración religiosa en España, y según un estudio elaborado por la consultora KPMG para la Conferencia Episcopal, las comuniones generaron ese año 589 millones de euros.

Según la Federación de Usuarios y Consumidores Independientes, (FUCI) las familias se gastan una media de dos mil quinientos euros en la comunión de su hijo o hija (por supuesto, también se puede gastar menos). Por su parte, en Andalucía, la Unión de Consumidores de Andalucía (UCA-UCE) sitúa el coste medio en cuatro mil euros. Pero en algunos casos, dependiendo de las preferencias y el número de invitados, el gasto puede alcanzar los ocho mil o diez mil euros. A tal punto que hay padres que solicitan créditos para afrontar los gastos de la celebración.

En cuanto al banquete, que es el principal gasto, Maribel Cabrera, dueña de Mejores Eventos, una empresa que organiza este tipo de fiestas en Madrid, explica: "antes de la crisis se gastaban 100 euros por persona en la comida, como si fuera una boda. Ahora pueden ser menús de picoteo de 30 a 40 euros y ese dinero lo gastan en animación, que cuesta entre 500 y 1.000 euros”.

Si además se le suman elementos extras como un photocall, juegos hinchables, talleres para niños, animación, espectáculos de magia o una minidiscoteca, el presupuesto para una fiesta estándar de 50 personas se dispara fácilmente a los 5.000 euros.

Aunque hoy de media no se gasta más en comuniones que lo que se gastaban las familias hace diez años atrás (tenemos que aclarar que los gastos antes de la crisis eran otros) y que los regalos de las comuniones siempre fueron sustanciosos, la parafernalia de la celebración opaca (o en este caso sería más apropiado decir deslumbra) la celebración en sí, que es lo realmente importante para el niño y la familia.

No es bueno para los niños

comunion

En plena vorágine organizativa, el sacerdote de la parroquia nos reunió a los padres para poner en relieve la importancia del sacramento y recordarnos que la Primera Comunión no era la fiesta en sí. Nos pedía que fuésemos austeros en la celebración y que como padres debíamos transmitirles a los niños el verdadero significado de la misma. Se supone que todos lo que allí estábamos, lo hacíamos por convicción religiosa y no como un evento social y consumista.

Cuestiones religiosas aparte, creo que no es necesario ni bueno para los niños que una celebración se lleve a tal nivel. Se puede festejar con mucho menos, transmitiéndole a los niños que lo importante no son los regalos ni tu fiesta será mejor cuanto más se parezca a una mini-boda, sino celebrarlo con quienes más quieres, bien sea la Primera Comunión, el cumpleaños o cualquier otra fiesta.

Síndrome del niño rico

Según el juez, una celebración desmedida es perjudicial para los niños pues "tendrán todo lo que quieran sin ningún esfuerzo". Por supuesto que no esperamos que los niños trabajen para pagarse la fiesta, pero sí que aprendan a valorar lo que se les da.

Muchas veces las celebraciones se convierten en una competición por quien ha gastado más o quien ha organizado la fiesta más guay, y acostumbramos a los niños a vincular lo primero con lo segundo, cuando no tiene por qué ser así.

Con esto les transmitimos que sólo pueden ser felices si lo tienen todo, si les damos la fiesta más grandiosa o el regalo más caro. Relacionar el dinero o darles todo lo que piden con la felicidad es un comportamiento que cada vez se da más y no les hace ningún favor a los pequeños.

Corremos el riesgo de que nuestros hijos sufran el síndrome del niño rico, y no porque lo sean, sino por el concepto de darles demasiado. El problema viene cuando nuestros hijos no son conscientes de todo lo que tenemos que realizar y de lo que nos tenemos que privar para hacerlo posible.

Darles gusto en absolutamente todo lo que piden, ya sea porque queremos que ellos tengan lo que nosotros no pudimos tener o porque queremos evitar una rabieta, es el error más frecuente que cometemos los padres. Lo malo es que la mayoría de las veces pensamos que les estamos haciendo felices cuando en realidad estamos provocando el caldo de cultivo para que pase todo lo contrario.

Foto | Pixabay
En Bebés y más | ¿De verdad hay que celebrar con fiestas todo lo que hacen nuestros hijos?

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