Comprobando el pañal: ¿Olfato o contacto visual?‏

Comprobando el pañal: ¿Olfato o contacto visual?‏
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Hace unos días caminaba con mi familia por un supermercado cuando observé a una madre cogiendo a su hijo desde el suelo para acercarlo lo suficiente, de espaldas, como para hundir la nariz en su pañal.

Esto me hizo pensar en que en mis cinco años como padre he visto a muchos padres y madres utilizando dos métodos diferentes a la hora de comprobar el pañal: el olfato y el contacto visual.

Entonces me pregunté a mí mismo cuál era mi método preferido y, la verdad, no puedo decantarme por uno en concreto, porque he llegado a utilizar ambos, según el momento o según la situación.

El poder del olfato a la hora de detectar pañales sucios

El olfato es una herramienta maravillosa que muchos padres desechamos, pero que ayuda muchísimo para según qué facetas. Hay padres con mejor olfato que otros, y lo digo con conocimiento de causa porque mi mujer me dice a veces “se ha cagao”, y yo le pregunto sorprendido un “¿cómo lo sabes?”, recibiendo un “¿es que no lo hueles?”. Y el caso es que no, en la distancia soy mal rastreador, así que ni corto ni perezoso, más de una vez he cogido al niño a la altura de mi cabeza, como si lo fuera a sentar en mis hombros, deteniendo la maniobra en el punto concreto para levantar la nariz, apretarla contra su culo, y aspirar como un buen montañista que llega a la cima valorando el esfuerzo realizado y agradeciendo el aire puro que le rodea.

El método es fiable, pero no es definitivo, pues en muchas ocasiones se consiguen falsos positivos. Tú convencido de que ahí hay materia que necesita de tu sabia intervención, vas al armario a por un pañal, el cambiador, las toallitas y una bolsita de plástico y cuando montas la parafernalia el niño empieza a quejarse. Se contornea, trata de evadirse, llora… tú convencido de que está cagao: “venga, espera, que no tardo nada. ¿Qué quieres, que te deje ahí todo el día con la mierda pegada?”. Así que insistes, ejerces algo de fuerza mental y algo de fuerza física, buscas algo con que entretenerle mientras dura la operación y cuando por fin le quitas el pañal, ¡plas!, chasco… Era un pedete. Entonces viene el “ay, hijo, si ya me lo decías tú, que no tenías… perdona… ¡Hala! Sigue con lo que estabas”.

Una imagen vale más… que mil olores

La otra opción es la prueba definitiva: la comprobación visual. Se trata de una prueba 100% fiable, aunque es más costosa que la anterior porque tienes que hacer maniobras con las manos, separando el pantalón y abriendo la ranita o el calzoncillo, junto con el pañal, lo suficiente como para observar en ángulo de 45º la cara más interna del mismo. La maniobra es más complicada cuando el niño es más pequeño y lleva body, porque o desabrochas el body (demasiada manipulación y demasiado desvestir para que luego no sea nada) o metes un dedito por el lateral de la cadera para abrir espacio y poder observar bajo el body y el pañal.

El problema de esta segunda maniobra es que más de uno hemos acabado convirtiendo lo que iba a ser una comprobación visual en una comprobación táctil. Vamos, que hemos acabado metiendo el dedo donde no debíamos (y entonces sí que no hay sitio para la duda).

¿Cuál es vuestro método favorito?

Por mi parte, hoy por hoy que mi hijo el pequeño tiene dos años, opto casi siempre por el olfato, a riesgo de sufrir algún falso positivo, aunque a menudo los he combinado para no llegar a quitar el pañal si la prueba visual me confirma que el resultado es negativo.

Cuando eran más pequeños, y sobretodo cuando son bebés, que las cacas no suelen oler demasiado mal (a veces ni huelen), no queda otra opción que la comprobación visual. Supongo que a medida que crecen y las heces empiezan a coger peor olor vas modificando hábitos y empiezas a ir a lo fácil (olfato), dejando el método visual para cuando hay dudas razonables.

En fin, ¿cuál es vuestro método favorito?

Foto | Sellers Patton en Flickr
En Bebés y más | ¿A qué huelen las cacas de los bebés?

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