La respuesta definitiva de la ciencia sobre qué es mejor para la salud, si caminar o correr

La respuesta definitiva de la ciencia sobre qué es mejor para la salud, si caminar o correr
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Todo lo que implique movimiento es bueno para nuestra salud; la actividad física nos activa, nos ayuda a desconectar y es beneficiosa para muchos aspectos de nuestra salud, tanto física como psicológica. Y entre estas actividades encontramos el caminar y el correr.

Tal vez te hayas preguntado alguna vez qué es mejor para la salud, si correr o caminar. Pues bien, aunque ambas opciones son muy buenas si podemos hacerlas y no tenemos ninguna contraindicación de salud, hay una clara ganadora, que además alarga la vida. Descubre cuál.

Los beneficios de caminar

Caminar tiene múltiples beneficios, y la ciencia ha estudiado algunos de ellos. Por ejemplo, puede estar relacionada con la regulación del apetito. Un estudio encontró que, en un ambiente de oficina, las personas que andaban 15 minutos comían menos chocolate que las que permanecían sentadas.

Además, los resultados muestran cómo el movimiento ayuda a rendir más cognitivamente y a tomar mejores decisiones nutricionales. Por otro lado, caminar también resulta positivo para nuestro rendimiento psicológico.

Así lo vemos en este estudio, realizado por investigadores de la Universidad de Illinois, que concluyó que andar 20 minutos al 60% de nuestra frecuencia cardíaca máxima mejora la comprensión lectora, mejora el rendimiento cognitivo en pruebas de lenguaje y mejora el rendimiento cognitivo en pruebas de aritmética.

Caminar es bueno aunque lo hagamos lentamente. Así lo afirma otro estudio realizado en 2021, citado en The New York Times, en el que participaron 2.000 hombres y mujeres de mediana edad, que reveló que incluso la actividad más mínima -como caminar lento a lo largo del día-, es beneficiosa para mejorar el VO₂ máx, en comparación con permanecer totalmente sedentario.

Sin embargo, según la evidencia científica, los mayores beneficios se obtienen cuando se empieza a caminar más deprisa, lo que aumenta la frecuencia cardiaca y respiratoria.

Pasamos de la actividad física ligera a la moderada cuando el esfuerzo que realizamos es lo suficientemente intenso como para que aún puedas hablar, pero no cantar, cuando caminas.

Pasar de caminar a correr alarga la vida

En relación a esto último de la actividad física moderada, que ya implicaría correr, los estudios establecen que la actividad física moderada es positiva para nuestro corazón (lo fortalece) y ayuda a crear nuevas mitocondrias, las cuales producen combustible para nuestros músculos.

Además, correr alarga la vida. En un estudio del 2011, realizado por investigadores de Taiwán, preguntaron a más de 400.000 adultos cuánto ejercicio vigoroso (como trotar o correr) y moderado (como caminar a paso ligero) hacían. Los resultados mostraron que las carreras habituales de cinco minutos prolongan la esperanza de vida de las personas, tanto como los paseos de 15 minutos.

Concretamente, las carreras habituales de 25 minutos, al igual que los paseos de 15 minutos, reducían el riesgo de morir en un 35% durante los ocho años siguientes. Sin embargo, hay estudios que establecen que correr es aún más positivo que caminar si hablamos de alargar la vida.

Así lo establece otro estudio, de 2014, donde Lee y sus colegas descubrieron que quienes corren habitualmente (incluidos los que trotaban a menos de 10 kilómetros por hora), estaban un 30% más en forma que los que caminan y las personas sedentarias. Estas personas tenían también un 30% menos de riesgo de morir en los 15 años siguientes.

Entonces... ¿correr o caminar?

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Además del tema de la esperanza de vida, en términos de eficiencia, parece que hay un claro ganador. Duck-chul Lee, profesor de Epidemiología de la actividad física de la Universidad Estatal de Iowa, afirma para el ya citado The New York Times, que correr es más eficiente que caminar, y no solo por la mayor velocidad.

Y lo explica así: cuando corremos, en lugar de levantar un pie cada vez, hacemos una serie de saltos. Y este proceso requiere más fuerza, energía y potencia que caminar.

Correr es más eficiente que caminar; cuando corremos, en lugar de levantar un pie cada vez, hacemos una serie de saltos. Y este proceso requiere más fuerza, energía y potencia que caminar.

Para la mayoría de las personas, aunque seamos principiantes, correr a cualquier ritmo -incluso si corremos a trote lento- hará que el corazón y los pulmones trabajen más. Eso puede elevar el nivel de esfuerzo a lo que se conoce como actividad vigorosa, lo que significa que respiras con tanta fuerza que solo puedes pronunciar unas cuantas palabras a la vez.

Por lo tanto, a nivel fisiológico trabajamos más cuando corremos, aunque, evidentemente, las dos actividades son muy sanas, y por cuestiones de salud o lesiones, quizás hay personas que no puedan correr pero sí caminar o caminar a paso ligero, y esta actividad también les beneficia.

La clave está en escoger la que más se adapte a nuestras posibilidades (físicas, médicas...), necesidades y gustos, pero sobre todo, ¡mantenernos activos! Y, sobre todo, ante cualquier duda o problema médico, lo mejor es acudir a un profesional.

Foto | Portada (Película Forrest Gump, 1994)

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