
Las latas de conserva nos sacan de más de un apuro, pero es importante saber cómo guardarlas una vez que las hemos abierto. Un error muy frecuente es dejarla abierta en el refrigerador para consumirla más tarde o en los próximos días, creyendo que allí se conservará adecuadamente.
Pero los expertos, como el nutricionista Pablo Ojeda, advierte no hacerlo "porque pasa una cosa que es peligroso, como es generar óxido y moho. Nos podemos poner malitos". Por nuestra salud, las latas de conserva como tomate frito, atún, sardinas, maíz dulce y todas aquellas que vengan en recipiente metálico, si hay un sobrante, debemos guardarlo en la nevera en otro recipiente.
Sabor metálico y riesgo de contaminación
Cuando una lata está abierta y se guarda en el refrigerador, el alimento en su interior puede entrar en contacto con el metal expuesto, especialmente si la lata no está esmaltada por dentro.
Esto puede provocar un cambio en el sabor y olor del alimento, ya que puede adquirir un gusto metálico desagradable. Y lo que es peor, el metal podría oxidarse y transferir partículas al alimento, afectando su calidad y, en algunos casos, su seguridad.
Proliferación de bacterias
Las latas de conserva están diseñadas para guardar el alimento sellado durante varios meses. Pero una vez abierta la lata, su contenido queda expuesto al aire, y las bacterias presentes en el ambiente tienen más probabilidades de contaminar el alimento con hongos y moho.
Reacción química con los alimentos
Si el contenido de la lata es ácido, como puede ser el tomate, las frutas o las salsas, la acidez puede reaccionar con el metal expuesto de la lata, especialmente si tiene rasguños o defectos internos.
Esto no solo afecta al sabor, sino que puede liberar pequeñas cantidades de sustancias no deseadas, como estaño, aluminio, o incluso compuestos más tóxicos, dependiendo del tipo de metal.
¿Qué hacer entonces?
Hay una alternativa más segura a guardar una lata abierta en la nevera una vez abierta. Guarda el contenido sobrante en un recipiente hermético de vidrio o de plástico que sea apto para alimentos. Asegúrate de que quede bien cerrado.
En resumen, aunque guardar una lata abierta en la nevera no siempre causará un problema inmediato, hay riesgos potenciales que es mejor evitar. Por eso, es más seguro y práctico transferir los alimentos a un recipiente adecuado.