Transi Álvarez: "Ante un aborto no digas nada que no dirías si quien hubiese muerto fuese el marido"

Transi Álvarez: "Ante un aborto no digas nada que no dirías si quien hubiese muerto fuese el marido"
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Hace unos días os explicamos qué es lo que nunca debería decirse a una mujer que ha sufrido un aborto y en mi fuero interior creía que con esta entrada abarcaba todos los problemas que podrían ocasionársele a una mujer que ha abortado, o al menos los más importantes.

Sin embargo, algo me debí dejar cuando Transi Álvarez, una amiga que, por desgracia, ha sufrido más de un aborto, me dijo que no sólo debía hablar de lo que no debería decirse, sino también de lo que no debería hacerse.

Hablamos un poco y me pareció tan interesante lo que tenía que decir, sobretodo por haberlo vivido en primera persona, que ese diálogo acabó en esta entrevista.

Para situarnos un poco, ¿podrías contar brevemente tu historia?

Sufrí tres abortos en dos años. El primero cuando mi hija tenía un año recién cumplido. Según los médicos que me atendieron en las dos primeras pérdidas un aborto es algo habitual y dos es “mala suerte”, así que hasta el tercero no me hicieron ninguna prueba por mis abortos de repetición. En mi caso se paraba el corazón entre la semana 6 y 8 y comenzaba a tener pérdidas 2 semanas después. Al ir al Hospital me quedaba ingresada o me hacían volver al día siguiente para perderlo.

Hace unos días comentamos en Bebés y más las frases más típicas que se suelen decir a las mujeres que han sufrido un aborto. ¿Coincides con lo que dijimos?

Totalmente. Por desgracia, la mayoría de gente intenta quitar importancia o evadir el tema. En resumen, el consejo que daría a familiares y amigos de una mujer que acaba de perder un bebé (sea en la semana que sea de gestación) sería: “No le digas nada que no le dirías si quien hubiese muerto fuese su marido en lugar de su hijo”. A nadie se le ocurriría decirle a una viuda “Mejor ahora que os acababais de casar que no más tarde” o “No te preocupes, eres joven, seguro que tendrás otro marido pronto”...

¿Crees que en dicha entrada nos dejamos alguna frase?

Los consejos no deseados, como: “Tal como está la vida, mejor quédate sólo con la que tienes y no sigas buscando más”. Creo que la decisión de tener o no tener más hijos es algo tan personal que nadie debería opinar. A una amiga cuyo marido se quedó en paro le dijeron que había sido una suerte que lo hubiera perdido tal y como se le planteaba la situación. O “Eso es que tú querías niño/a y, al ser lo otro, se ha ido”... El humor, en estos casos, no procede.

Ante una mujer que ha sufrido un aborto lo mejor que puede hacer alguien es…

Escuchar y poco más. Estar disponible pero respetando el proceso de luto. En ese proceso hay un estado de “culpa”, donde las mujeres nos preguntamos si ha sido por algo que hicimos o que no llegamos a hacer. Es importante no aumentar ese estado con insinuaciones que no tienen ningún fundamento (“porque estabas trabajando” o “porque cogías a tu hijo/a mayor en brazos”...) y tener paciencia. No hace falta que desaparezcas si te dice que ahora no quiere hablar, sólo que quizás necesita más tiempo para poder deshacer ese nudo en su garganta. Dos madres en la misma situación pueden necesitar cosas distintas y llevar duelos diferentes: hay quien necesita hablar y hay quien no; quien prefiere quedarse en casa y quien quiere volver a trabajar al día siguiente. La palabra clave es respeto.

Dices que además de hablar de lo que no se puede decir hay explicar “lo que no se debe hacer” cuando una mujer ha sufrido un aborto. ¿A qué te refieres?

Pues a una larga lista de cosas que comentamos entre madres que hemos sufrido alguno, como por ejemplo, desde el Hospital, muchas veces no te informan de que puedes esperar a expulsarlo por ti misma en lugar de que ese mismo día te hagan un legrado o provoquen el expulsivo. Sobretodo la primera vez, no te da tiempo a despedirte de tu bebé y es algo que a muchas madres nos ayuda: decir adiós y dar las gracias por tanta ilusión hacia esa personita que ahora va a salir de ti. O quedarte ingresada en la habitación de al lado de una madre que acaba de parir, escuchando el llanto de su bebé toda la noche. O que nadie tenga el detalle de sacar de la habitación esa cuna vacía que tu hijo no va a utilizar. O que el entorno se enfade por que tú no quieres recibir visitas o llamadas de teléfono…

¿Quieres decir que la gente se enfada si no les atiendes porque estás en un mal momento?

A veces sí. Será porque te quieren tanto que no pueden soportar que estés mal, o porque en esta sociedad tapamos los momentos amargos y no sabemos tratar a alguien que está pasando un trance así. Aunque también hay quien pierde el sentido común: te quieren llamar para que les cuentes con pelos y señales cómo ha sido tu pérdida y 15 días antes fue tu cumpleaños y ¡¡no te llamaron!! ¿Eso no es morbo? O que te pidan que llames a alguien para explicarles lo sucedido… Si yo no llamé para decirles que estaba embarazada, ¿tengo que hacerlo ahora para decirles que ya no lo estoy? ¡Y que encima sean ellos los que se enfaden!

De toda la gente que se enteró cuando habías sufrido un aborto, ¿crees que los que te hicieron sentir bien eran más que los que, tratando de animarte, llegaban a hacer quizás más mal que bien?

Siento decir que no, que en mi caso, más bien me encontré con más gente que tratando de ayudar (o a veces sólo de quedar bien) te hacía más daño. Pero en el tercero tuve la suerte de encontrar a gente muy respetuosa que entendieron el proceso de mi pérdida y a grandes personas que me ayudaron muchísimo, como Inma Marcos que me mandó el enlace del foro “Superando un aborto“ y me recomendó el libro “La Cuna Vacía“ de M. Àngels Claramunt; mi amiga María Durán, que me regaló un llamador de ángeles y comprendió que lo que necesitaba no era mirar a otro lado, sino aprender a vivir aceptando lo que había pasado; la misma M. Àngels Claramunt, a la que conocí en persona y me dio un abrazo que me reconfortó más que todas las frases hechas del mundo; y sobre todo, mi marido, que siempre ha sido mi gran ángel de la guarda, protector, comprensivo y paciente. M. Àngels me dijo que si después de los abortos de repetición seguía estando a mi lado es que había elegido bien, para toda la vida; estoy segura de que no se equivocaba. Ha sido el pilar de mi soporte emocional.

He podido leer en tu blog que llegaste incluso a tener que consolar a los demás…

Sí, es inevitable querer proteger a la gente que quieres. A veces piensas más en ellos que en tus propias necesidades y mi intención era que no sufrieran por mi, sobre todo mi madre, que también tuvo un aborto antes de tenernos a sus tres hijos, y no quería que reviviera su dolor. Pero se paga caro. En ese momento necesitas toda esa energía en asumir tu duelo y además es muy difícil intentar complacer a los demás cuando tú no puedes respirar sin que te duela el alma.

Ellos normalmente quieren venir a verte, preguntarte cómo ha pasado, que salgas a la calle… y tú seguramente sólo tienes fuerzas para aguantar el llanto o ganas de quedarte a solas para llorar sin que te intenten consolar con alguna frase hecha.

¿Hubo diferencias en la respuesta de las personas de tu entorno en los diferentes abortos?

Sí. La gente también aprende y se da cuenta de que algunas cosas que te dijeron la primera vez te hicieron demasiado daño como para volver a repetirlas. Aunque siempre hay alguien que no comprende tu momento de duelo y trata de imponer que hables, salgas o te creas la respuesta que ellos han elegido (“eso es porque aún le das teta a la mayor” o “tienes un trauma infantil no resuelto” o “es que realmente no querías tener otro hijo”...). Para volverse loca.

¿Podría ser también que el tercer aborto ya no pareciera tan importante para los demás?

Seguramente. Supongo que dieron por hecho que ya me había “acostumbrado”, pero a veces prefieres que no se hable del tema, porque como ya he dicho, para escuchar ciertas frases, mejor que hagan como que no ha pasado nada y tú por tu cuenta ya buscas consuelo en las personas que sabes que te reconfortan.

Para acabar, la historia tiene final feliz, ¿no?

¿Feliz? Creo que más aún: el pasado domingo, día de la madre, hizo un año que sufrí mi último aborto. Gracias a él me hicieron un cariotipo y supimos que el motivo de los abortos de repetición era una Translocación Robertsoniana (un desorden en los cromosomas). Cuando me lo dijeron estaba embarazada de 8 semanas y me explicaron que era una lotería, que podía tener los cromosomas ordenados y fuese bien o que tuvieran esa translocación y se parara como las otras veces.

Imagina cómo llorábamos de emoción cuando esta vez vino a quedarse. Salgo de cuentas para la misma fecha que un año antes salía del Hospital con mi cuerpo vacío y esta vez espero recibir a mi hija Ana con una fiesta: un parto en casa acompañada de mi marido, mi amiga y comadrona Inma Marcos, mi mejor amiga María Durán y mi hija Nerea. ¿Se puede tener más ilusión en esta vida?

Como ya te dije una vez: La esperanza se guarda en lugares muy pequeños. Y la mía ha crecido para ella.

Más información | Transi Álvarez
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