
Cuando pensamos en ayudar a un niño a dormir o concentrarse, solemos recurrir a cuentos, luces tenues o incluso una canción de cuna. Pero hay un aliado menos conocido que está despertando cada vez más curiosidad: el ruido de colores.
Concretamente, el ruido blanco, rosa y marrón (también llamado marrón o café). El ruido blanco es como el sonido que oyes cuando una televisión está desintonizada: contiene todas las frecuencias audibles al mismo volumen. El ruido rosa suena más suave y natural, como una lluvia constante.
Y el ruido marrón tiene una frecuencia aún más baja, parecida a una cascada o al rugido lejano del mar. Cada uno tiene una textura distinta, y lo más sorprendente es que el cerebro de los niños (y el de muchos adultos) puede reaccionar de formas muy concretas a estas diferencias.
Dormir como en el útero
Uno de los usos más extendidos del ruido blanco es el de ayudar a dormir a los bebés. Algunos padres aseguran que basta encender un secador o una máquina de sonido para que su hijo se calme como por arte de magia. ¿Es solo un mito moderno o hay ciencia detrás?
Una revisión bibliográfica de varios estudios concluyó que el ruido blanco puede ser realmente útil para que los bebés menores de dos años se duerman más rápido y se calmen cuando tienen dolor.
No es magia, es biología: se cree que el sonido constante y suave del ruido blanco reduce la estimulación externa (como coches, voces o golpes) y genera un entorno predecible que recrea, en cierta forma, la experiencia sonora del útero materno.
Sin embargo, no está del todo claro cuál es el mecanismo que lo hace funcionar: puede ser una forma de privación sensorial (que bloquea estímulos molestos) o una especie de “abrazo acústico” que recuerda al bebé los sonidos rítmicos que oía antes de nacer.
Sea como sea, la mayoría de estudios coinciden en que, si se usa bien (a volumen bajo y con temporizador), puede ser una herramienta no invasiva para mejorar el sueño en la primera infancia.
TDAH y ruido blanco y rosa
Ahora bien, los beneficios de estos sonidos no se limitan a los bebés. Un estudio reciente publicado en el Journal of the American Academy of Child & Adolescent Psychiatry descubrió que tanto el ruido blanco como el rosa pueden mejorar el rendimiento en tareas de atención en niños y adolescentes con TDAH (Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad).
Otra revisión publicada en la revista Complementary Therapies in Medicine también encontró que la terapia con ruido blanco podría ser beneficiosa para los pacientes con TDAH.
Cómo estos ruidos ayudan al cerebro del TDAH
¿Cómo puede algo tan “caótico” como el ruido estático ayudar a un cerebro que ya parece ir a mil por hora? La respuesta está en la resonancia estocástica.
Esto significa que en ciertos cerebros, un poco de ruido puede hacer que las señales importantes se escuchen mejor. Como cuando subimos un poco el volumen para escuchar una emisora de radio débil.
Así, a algunos niños con TDAH les cuesta mantener la atención porque su cerebro no logra filtrar lo importante de lo secundario. El ruido blanco o rosa podría actuar como un fondo que ayuda a enfocar la mente, permitiendo que se concentren mejor en tareas como leer, escribir o comprender instrucciones verbales.
Sin embargo, no todas las tareas se benefician del ruido, y aún se está estudiando qué tipo de ruido es mejor para cada caso, así como la duración, el volumen y el momento adecuado para usarlo.
¿Y el sueño en niños mayores?
En cuanto al uso de ruido blanco para dormir en edades más avanzadas, los estudios son más variados. Algunos trabajos afirman que ayuda a conciliar el sueño más rápido y mejora la calidad del descanso al bloquear ruidos molestos, como coches o vecinos ruidosos.
La Dra. Sogol Javaheri, experta en medicina del sueño en Harvard, afirma en la revista de Harvard que el ruido blanco puede incluso reducir la frecuencia cardíaca y respiratoria, ayudando a entrar en un estado de calma.
Pero hay estudios que muestran que el uso continuado de ruido blanco durante toda la noche puede alterar fases importantes del sueño, como el sueño REM, esencial para el desarrollo cognitivo y emocional.
Por eso, los expertos recomiendan utilizar estos sonidos solo al inicio del sueño, con temporizador, y siempre a un volumen suave, como el de una conversación. Además, otras revisiones sugieren efectos nocivos de la exposición continua a ruido blanco de intensidad moderada en el desarrollo temprano en modelos animales, y los datos en sujetos humanos generalmente corroboran estos modelos.
¿Cómo usarlo bien en casa?
Si estás pensando en probar el ruido blanco, rosa o marrón con tus hijos, aquí van algunos consejos basados en la ciencia:
- Elige el tipo de ruido según el objetivo: blanco para bloquear sonidos, rosa para dormir, marrón para calmar o relajarse.
- Evita usarlo toda la noche: mejor con temporizador o solo durante el inicio del sueño.
- No lo pongas muy cerca de la cama: colócalo en una esquina de la habitación.
- Controla el volumen: no debe superar el de una conversación normal (alrededor de 50 dB).
- No lo uses como sustituto de otras estrategias: es un complemento, no un reemplazo del contacto, los hábitos o la regulación emocional.
Así, estos ruidos de colores pueden ser herramientas para mejorar el sueño, calmar el dolor y ayudar a concentrarse. Como todo en crianza y salud, no hay soluciones universales, pero la ciencia empieza a ver con buenos ojos este recurso tan simple y a la vez tan potente.
Eso sí, es importante ser cautos y si existen problemas de sueño de base, consultarlo siempre con un profesional.
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