Los cereales en la alimentación infantil: el maíz, el trigo y el trigo sarraceno

Los cereales en la alimentación infantil: el maíz, el trigo y el trigo sarraceno
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La leche materna es el alimento ideal para el bebé: cubre sus necesidades durante los primeros meses de vida y complementa su dieta hasta al menos los dos años, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). No obstante, y a pesar de que su composición se va adaptando a las necesidades del niño, llega un momento en el que es preciso introducir alimentos complementarios de forma progresiva, para afianzar una nutrición variada y equilibrada.

Precisamente, los cereales, junto con la fruta, son uno de los primeros alimentos que rompen la exclusividad de la leche materna y son un producto básico en la alimentación complementaria. Entre las razones: tienen un sabor suave y una textura y consistencia semisólidas, ideales para las primeras aceptaciones de sólidos.

Hace unos años las recomendaciones apuntaban a comenzar con los cereales sin gluten, pero no hay evidencia de que retrasar el gluten prevenga las alergias.

Así que hablamos de los dos tipos: el maíz y el trigo sarraceno, sin gluten; y el trigo, con gluten.

Cereales con gluten y sin gluten

El cereal es una semilla de ciertos tipos de hierba. Una vez retirada la capa externa protectora queda el grano comestible. Se divide en salvado (la capa exterior, muy rica en fibra) y en el interior de ésta encontramos el germen, que contiene la mayor parte de los nutrientes, y el endosperma, que es la parte en la que hay mayor cantidad de hidratos.

Los cereales, de los que habría que comer todos los días varias raciones, nos aportan hidratos de carbono complejos, de los que obtenemos energía, y además tienen fibra, vitaminas y minerales.

Aunque según las recomendaciones de la AEP, "no hay alimentos mejores que otros para empezar", pues las pautas varían mucho entre regiones y culturas, los cereales sin gluten suelen ser los primeros que introducimos en la dieta de los bebés, ya que no contienen esa proteína más alergénica que tampoco pueden comer los celiácos.

Cereales sin gluten son el arroz, son el maíz, la soja, el sorgo, y el sésamo. Además, aunque no sean realmente cereales, solemos considerarlos como tales por sus similitudes el trigo sarraceno o alforfón, la quinoa y el amaranto.

El maíz, un cereal con mucha historia

Maiz

Tiene un tallo grueso y mazico, que culmina en una inforescencia femenina que tienen forma de mazorca cubierta de hojas con un penacho superior. Aunque existen muchas variedades, todas proceden de la planta silvestre Zea diploperennis procedente de Méjico. Nosotros solemos consumir solo dos: el dulce y el harinoso, una para consumo directo de los granos tiernos y otra que se usa para hacer harinas, pero en América perviven muchas especies adaptadas a los diferentes climas y suelos.

Se han encontrado datos que demuestran su cultivo desde hace 7000 años y fue la base de la alimentación de muchos pueblos amerindios como los aztecas, los mayas y los incas.

Cuando los españoles invadieron América y la colonizaron prontamente introdujeron el maíz en Europa y su cultivo se extendió a partir del siglo XVI, siendo habitual su consumo ya en el XVIII, aunque se usaba especialmente para el ganado en sus inicios. Las crisis alimentarias lo llevaron a la alimentación humana europea y en Estados Unidos fue uno de los cultivos básicos desde su origen histórico. De hecho, Estados Unidos es el primer productor mundial.

El míz, fácil de introducir en la dieta infantil

Maiz 2

Entre sus cualidades nutricionales, destaca su riqueza en hidratos. 100 gramos de maíz proporcionan 123 calorías, 4 gramos de proteínas, 25 gramos de hidratos, 3 gramos de fibra, además de potasio, betacaroteno y magnesio.

Además, tiene vitaminas del grupo B: B1, B9 y B3, que nuestro cuerpo usa para la regulación del sistema nervioso. Su contenido en grasas, que son poliinsaturadas, es de 2 gramos y medio.

Podemos ofrecérselo a los bebés tan pronto comencemos con la alimentación complementaria, entre los seis y los doce meses, cuando el niño ya esté preparado para comenzar a comer sólidos. Usamos el grano, maduro o no, y lo consumimos directamente cocido o asado, además de presentarse molido como sémola o como harina más o menos fina.

Tradicionalmente se ofrecía en papilla, mezclado con agua, leche artificial o leche materna extraída. Pero también se la podemos dar como parte de cualquier plato: la harina de maíz y la sémola fina, por su sabor dulce, es bien aceptada por los niños. No es necesario añadir ni sal ni azúcar a su preparación.

También en salsas y sopas, o como granos, o como base para postres, a podser ser de variedades no transgénicas y de cultivo ecológico.

La única y más importante precaución pasa por no ofrecerle al bebé palomitas de maíz. La asfixia por palomitas en niños pequeños es más frecuente de lo que creemos. A pesar de ser de consumo habitual, al igual que los frutos secos, deben retrasarse al menos hasta los cuatro o cinco años, según recomienda la Asociación Española de Pediatría.

Al tener los niños pequeños las vías respiratorias estrechas, un grano de maíz podría pasar a las vías respiratorias y provocar la muerte instantánea por asfixia, o bien alojarse en alguna zona de pulmón y provocar una infección por cuerpo extraño.

Algunas recetas con maíz

El trigo, el ceral más consumido hoy en día

Trigo

Por su contenido en gluten, la recomendación actual es que se introduzca entre los cuatro y los 11 meses, y al inicio en pequeñas cantidades, para controlar problemas de intolerancia y alergías. Como con el resto de alimentos, la AEP recomienda introducirlo solo, y esperar entre tres y cinco días para incorporar otro nuevo alimento, con el fin de observar su tolerancia y detectar posibles problemas de alergia.

En ocasiones, las reacciones alérgicas no se suceden de forma inmediata tras la ingesta, sino que pueden darse varias horas o incluso días después de haber tomado un alimento. Por eso, si se ofrecen varios alimentos nuevos a la vez o no se deja tiempo suficiente entre uno y otro, en caso de producirse una reacción no sabríamos identificar la causa.

Pero hablemos del trigo con más detalle. Aunque ha habido controversia la tesis más aceptada indica que este ceeral empezó a consumirse hace 10.000 años, usando los cazadores-recolectores especies silvestres de las que descienden las especies actuales.

Se calcula que hace 8.000 años se originó una variedad de grano más grande y que solamente podía extender sus semillas por la mano del hombre, ya que eran demasiado grandes para ser llevadas por el viento. Este nuevo trigo supusó una revolución alimentaria en Mesopotamia.

Hay datos que atestiguan su cultivo hacia ya el 6.000 antes de Cristo, y romanos y egipcios lo cultivaron siendo la base de la riqueza de sus imperios. Hoy se cultiva prácticamente en todos los países en los que puede hacerse y es el cultivo al que se dedica mayor proporción de tierras cultivables.

Propiedades nutricionales del trigo

Trigo Semillas

Se trata del cereal más consumido en la actualidad y sus propiedades son de gran beneficio para los niños, tanto por su riqueza en hidratos como por la fibra, proteínas, minerales y vitaminas que proporciona, pudiéndose usar en muchas preparaciones. Contiene vitaminas del grupo B y vitamina E.

Respecto a los minerales, tienen selenio, y menores cantidades de hierro, magnesio, calcio, manganeso y cobre, siendo estos nutrientes siempre mayores en la variedades integrales.

La forma más habitual de consumo es en harina, molidas las semillas, y usada para elaborar pan con o sin levadura, galletas y pasteles, además de como espesante de salsas y recubridor de los alimentos en frituras.

Existen algunos platos que usan el grano del trigo directamente cocido y son también nutritivos y ricos, en forma de guiso caldoso. Otras presentaciones pasan por el bulgur y el seitán, derivados del trigo, ricos en proteína y micronutrientes.

Algunas recetas con trigo

El trigo sarraceno

Trigo 2

A pesar de que su nombre puede engañar, no se trata de un cereal de la familia del trigo, pero sus propìedades culinarias son muy aceptadas. De hecho, el trigo sarraceno o alforfón no es realmente un cereal, aunque tiene propiedades muy parecidas. Lo más destacable es que no contiene gluten.

Es muy rico en proteínas (hasta un 13%), hidratos, ácido oleico, linoleico, palmítico y linolénico, además de vitaminas B1, B10, B2, B3, B6 y E, además de minerales como el potasio, magnesio, calcio, hierro, flúor y fósforo.

Se encuentra en forma de harina o de grano entero. Con la harina se hacen deliciosos crepes y también tartas. El grano, previamente remojado y tostado, se cuece y se puede usar como base de guisos o añadirlo a ensaladas.

Algunas recetas con trigo sarraceno

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Fotos | iStock

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