Cuatro cosas sorprendentes más que harás cuando seas madre

Cuatro cosas sorprendentes más que harás cuando seas madre
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Ser madres nos cambia. Mucho. Y algunas de las cosas que nos hace es perder la verguenza, el pudor, el sueño, el gusto musical y cinematográfico pero se compensa con lo mucho que crece nuestra empatía, paciencia, esperanza, capacidad de lucha y conocimiento del amor. Vamos a ver algunas de esas cosas sorprendentes y un poco vergonzantes que harás cuando seas madre y que se suman a esas cosas sorprendentes que ser madre te hará hacer.

Enseñar el pecho

Hubo un tiempo en el que enseñar el pecho te daba verguenza. A mi también. Si das de mamar esto acabará, no luches contra ello. Te sacarás la teta en cualquier sitio, te comprarás la ropa pensando especialmente si se puede sacar la teta sin que se te hielen los riñones y seguramente un día te darás cuenta de que, después de darle al bebé, se te olvidó guardarla y llevas media hora con una teta fuera tan tranquila.

Es posible que se te olviden los discos protectores y termines en alguna situación tensa manando leche y con el vestido empapado. Tampoco dormirás con el pijama bien puesto, al final lo llevarás levantado media noche para que el bebé llegue a la teta lo más rápido posible. También amamantarás peluches y hasta coches de juguete. Es inevitable. Y harás contorsionismo para conseguir darle la teta en el coche sin desatarlo a él ni desatarte a ti, terminando parando cada diez minutos.

Los dibujos y canciones infantiles

Tus gustos musicales y cinematográficos cambiarán o, al menos, quedarán en segundo plano porque hay otras prioridades que llenan tu tiempo. Gritarás "mochila, mochila" cuando busques tu bolso imitando a Dora la Exploradora. Te sabrás las canciones de moda entre el público infantil y te descubrirás cantando en el baño "El pollito Pio", "Winki la araña" o todo el repertorio de "Cantajuego". Y es muy posible que aprendas a hablar "balleno".

Te aficionarás a los dibujos que ven tus hijos, tanto que te darás cuenta de que cuando pones la tele ahora prefieres ver "Phineas y Ferb" u "Doramon" y que te quedas pasmada mirandolos incluso si tus hijos no están en la habitación.

Llorarás con las pelis de dibujos animados como "El rey León" y "Buscando a Nemo" y no soportarás las películas en las que los niños sufren y, por supuesto, podrás repetir de memoria eso de: "P. Sherman, calle Wallabi 42, Sydney".

Vas a pasar mucho sueño

Dormir, en serio, no dormirás en semanas y llegarás a pensar que nunca volverás a dormir a pierna suelta. Te equivocas. Te lo dice una madre que tiene un adolescente capaz de dormir doce horas seguidas y luego echarse una siesta de tres. Pero vas a pasar mucho sueño hasta que llegue ese día. Y dormir poco hace que cometas algunos errores o te pierdas en mitad de una conversación adulta con facilidad.

A cambio de eso es posible que enciendas la luz del teléfono solo para iluminar su carita durmiendo y te parecerá lo más bonito del Universo. Suspirarás.

Pero seguramente no duermas sin despertarte en años, e incluso, cuando el niño duerma de un tirón, que puede ser a los tres o cuatro años perfectamente, seguirás despertándote cuando lo escuches gruñir en sueños y vayas a ver si le pasa algo.

Y cuando dejes de hacerlo llegarás a echar de menos que te busque por la noche o que se vaya a su cuarto a dormir aunque te amenazaron con que nunca lo haría si lo metías en tu cama una sola vez. Se van. Seguro. Disfruta el ahora. Luego se echa de menos aunque no te lo creas.

El sexo y las conversaciones sobre sexo

Puede que al principio, cuando el niño es pequeño, las ganas de tener relaciones sexuales hasta desaparezan, las hormonas y el cansancio hacen que no estemos para muchas fiestas. Pero si nuestra pareja se implica de verdad en la crianza y colabora para la el agotamiento no recaiga en nosotras unicamente, los lazos se reforzarán y el sexo volverá con una unión mayor.

Pero una cosa si es segura, la verguenza, si la teníamos antes, para hablar de sexo, desaparecerá. Las conversaciones entre mujeres madres sobre las emociones, las sensaciones y las expectativas tienen después una dimensión de sinceridad profunda y algo vulgar que antes no teníamos. Nos hemos conocido mucho más, nos hemos visto transportadas por una parte de nuestra vida sexual como es el embarazo, el parto y el puerperio, y sabemos de nuestros cuerpos de mujer mucho más que antes.

Los juguetes van a volver a tu vida

Descubrirás que eres capaz de memorizar los nombres de treinta peluches, infinitas especies de dinosaurios y de más superhéroes de los que nunca imaginaste que existían. Los juguetes, en los que no habías pensado en años, van a volver a tu vida y van a ser un objeto cotidiano sin el que no concibes la existencia. Te mirarás los catálogos, discutirás sobre juguetes sexistas y sobre pistolas, te sabrás cual es el juguete de moda cada año y terminarás recuperando con pasión el Exin Castillos del trastero de tus padres.

Finjirás comer tortas de barro y comiditas de juguete. Te sentarás en un restaurante imaginario a hacer tu comanda. Adornarás el cabecero de tu cama con muñequitos a los que daréis las buenas noches y hasta los meterás a dormir contigo si tienen miedo.

Te asombrarás de las leyes de la entropía cuando hayas terminado de recoger media habitación y te des la vuelta para encontrar la otra mitad como si hubiera pasado un ciclón y vuelta a empezar en un ciclo que parece eterno.

Todo esto y muchas cosas más van a hacer de tu vida como mamá una época algo caótica, divertida, agotadora, desesperante a veces pero, seguro, la más feliz de tu vida porque te acompaña en ella tu gran amor, tu hijo.

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