La carta de una profesora de física "cabreadísima" con sus alumnos reabre el debate de la educación en nuestro país

La carta de una profesora de física "cabreadísima" con sus alumnos reabre el debate de la educación en nuestro país
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Desde hace unos días corre por internet una carta de una profesora de física indignada y "cabreadísima" con sus alumnos después de corregir los exámenes. En ella se desahoga y les dice a todos ellos lo que piensa sobre el nivel de los exámenes y lo que piensa acerca de las barbaridades que alguno de ellos ha escrito, además de hacer crítica de la motivación de alumnos ya universitarios.

Quizás os preguntéis por qué en Bebés y más hablamos de una carta de una profesora dirigida a jóvenes que ya pisan la universidad, si somos un medio centrado en bebés menores de seis años. Lo hago porque a raíz de la carta se reabre el debate acerca de la educación de los niños en nuestro país, y no hablo solo de la educación que reciben en las escuelas, sino también de la que reciben o deberían recibir en casa, ya desde pequeños. Pero no corramos tanto, vamos primero a leer la carta de la profesora, que tiene miga:

La carta que la profesora de física colgó en el tablón de anuncios

Como veis acabo de colgar las notas finales del ordinario de Física II. No puedo por menos que haceros llegar mi más profundo descontento con lo que he tenido que leer en los últimos días. Ya no se trata de no hacer o de no saber, sino de las auténticas BURRADAS que muchos de vosotros habéis dejado por escrito, amén de faltas de ortografía que me hacían sangrar los ojos, así como auténticas cochinadas de examen llenos de tipex, tachones, frases sin acabar, bailes de ecuaciones sin sentido ni explicación, ausencia de hilo conductor de las exposiciones, pésimas redacciones y laberintos de letras ilegibles. Se supone que sois universitarios, que dentro de algunos años llevaréis las riendas de la sociedad y tendréis que trabajar por ella. ¿Sabéis qué imagen dais algunos con vuestros exámenes?

Me da vergüenza colgar esta lista, os aseguro de corazón que me da vergüenza y que todos los exámenes que pasan de 4 están corregidos dos veces con lupa intentando buscar algún detalle que se me hubiera pasado para subir la nota. La gran pregunta es ¿no os da vergüenza a vosotros? he encontrado hielo fundente a 100ºC, a 6,66ºC a -20ºC, … ¿A QUÉ TEMPERATURA ESTÁ EL HIELO FUNDENTE, POR DIOS? ¿O es la palabra fundente lo que no entendéis? (cosa que ya me preocuparía en exceso). Primeros principios de la termodinámica que relacionan el trabajo con la carga, CON LA CARGA!!!!!! ¿QUÉ CARGA? Haces de luz con trayectorias en espiral ¿LO HABÉIS VISTO ALGUNA VEZ? Luz no luminosa. ¿QUÉ ES ESO? Y no sigo porque la lista de despropósitos es infinita. Y ninguna de estas "originalidades" las he encontrado una única vez sino varias, algunas hasta unas cuantas docenas de veces. ¿NO OS DA VERGÜENZA?

Espero y confío que esto os sirva de aprendizaje para el extraordinario, que hagáis los exámenes limpios, ordenados, bien redactados, sin faltas de ortografía ni burradas infantiles y sobre todo espero que estudiéis como los que sois, estudiantes universitarios, ADULTOS. Como tales ocupáis un lugar privilegiado en estos tiempos tan difíciles que corren, y ello os obliga a estudiar 8 horas diarias, a trabajar como cualquier trabajador once meses al año, cosa que por más que me juréis que hacéis no puedo creer a la vista de la inmensa mayoría de lo que he leído.

No sería justo por mi parte hablar sólo de los desastres que he encontrado, aunque hayan sido la más aplastante mayoría, como veis en la lista. Ha habido exámenes que han sido una auténtica delicia de corregir, de algunos de vosotros que traslucís con rotunda evidencia lo mucho que habéis estudiado y lo que os habéis esforzado durante toda la evaluación continua. Mi enhorabuena más sincera a todos vosotros. Y mi agradecimiento por vuestro esfuerzo.

Y si unos cuantos pueden ¿por qué los demás no? Pensadlo. Por favor. Haced autoanálisis, una autocrítica, tened el valor de ser sinceros con vosotros mismo y poned remedio a tiempo. O en caso contrario no os empeñéis en algo que os queda grande, si es que es esa la conclusión.

Repito que sois unos privilegiados en estos tiempos tan duros que corren y que es inmoral la forma en la que muchos de vosotros despilfarráis recursos y vuestro potencial. Como consejo de abuela os digo algo que seguro que ya os han dicho antes: jamás volveréis a tener ni la edad, ni la fuerza, ni el potencial, ni las oportunidades que tenéis hoy, aprovechadlas antes de que os tengáis que arrepentir de no haberlas aprovechado.

Estoy muy disgustada, y en honor a la verdad, cabreada. Es por ello, y por otras ocupaciones que tengo, que prefiero enfriar y dejar la revisión de exámenes para el lunes 16. Si venís a ver vuestros exámenes haceros conscientes de lo que habéis escrito, leed el Tipler, y analizar vuestras respuestas. No estoy dispuesta a repetir n veces lo mismo. A muchos os voy a poner a leer en voz alta lo que habéis escrito.

Espero que en el extraordinario me deis más alegrías.

Recibid todos un saludo.

La educación que los niños deberían recibir en casa

Hartos de presiones asfixiantes, castigos, insultos, cachetes y "porque yo lo mando", muchos de los niños de antaño, adultos de hoy en día, han flexibilizado el modo de educar a los hijos, poniendo menos normas, dando más libertad y dejando más control a los niños del que tuvimos nosotros. Quizás no se ha hecho de un modo consciente, y quizás haya más razones, pues muchos aprendieron a obedecer, muchas veces sin saber por qué, y crecieron perdidos sin saber muy bien qué camino tomar hasta que la persona que les dominaba tomaba la decisión por ellos, siendo ahora adultos, padres, que tampoco tienen mucha capacidad de educar a sus hijos y están más cómodos en seguir obedeciendo, aunque sea obedeciendo a los niños y/o a las personas del entorno que les dice cómo educarles.

Lo que quiero decir es que parece que hemos dejado atrás el autoritarismo y en vez de acogernos a un estilo de crianza y educación en el que sigan existiendo unas normas mínimas de convivencia, en que exista comunicación entre padres e hijos, en que pasen tiempo juntos y en que se valore y permita la creatividad de los niños y se potencia su curiosidad y sus ganas de aprender, hemos pasado a un estilo más bien permisivo donde los niños parece que son los que marcan las normas en casa, sin que los padres tengan voto, donde el ocio proviene de la televisión y las pantallas de manera casi exclusiva y donde el tiempo con los hijos se ha sustituido con un "mira, cariño, lo que te he comprado".

Faltos de normas sociales, faltos de rumbo, faltos de valores (y por eso se nos dice siempre a los padres que tenemos que educarles en valores), llegan al colegio donde muchos padres tienen la esperanza de que ahí aprendan todo lo que en casa no han aprendido: a relacionarse en sociedad. El problema es que eso no es el trabajo de los profesores. Un colegio debe proveer a sus alumnos de conocimientos, fomentando el aprendizaje a través de la motivación de los niños, de su innata curiosidad. Con tiempo y recursos para hacerlo posible. Si en vez de eso tienen que dedicar gran parte del tiempo a enseñarles a ser personas, maldita la gracia. Que no digo que no se tenga que trabajar. Es obvio que sí, de igual modo que las familias podemos y debemos formar parte activa del aprendizaje de los niños, pero en este sentido creo que se está dejando demasiado peso a personas e instituciones externas, y ni es justo, ni es lógico.

Si el niño come mal, lo apuntamos al comedor para que le enseñen a comer. Si pega a su hermana lo llevamos al médico para que nos lo derive al psicólogo. Si hay que quitar los pañales, a ver si lo hacen en la guardería. Si se hace una heridita, al enfermero para que le cure. Si no lee bien, a refuerzo. Si está insoportable, a ver si en el colegio le enseñan a estar sentado y tranquilo. ¿Y cuál es el papel de los padres, entonces? Porque si todo lo tienen que solucionar los demás, no veo cuál es la responsabilidad de los padres en la educación de los hijos.

Empecemos los padres por asumir de nuevo nuestro rol de educadores, pasemos más tiempo con ellos, promovamos la lectura, salgamos a ver la naturaleza, a ver mundo, juguemos con ellos, dejemos que tomen decisiones y que las defiendan, que las argumenten. Tenemos que enseñarles a pensar. Que duden, que pregunten y aprovechemos nosotros para responder un "no sé", cuando no lo sepamos, y añadamos un "pero ven, que vamos juntos a conocer la respuesta".

Hablad con vuestros hijos, explicadles cómo es vuestra vida. Qué hacéis, qué os gusta o qué no. Estos días he estado haciendo unas encuestas a niños de sexto. Tienen 11 y 12 años. Muchos no han sabido responder a la pregunta "De qué trabajan tus padres". ¿Cómo es posible que un niño de esa edad no tenga ni idea de a qué se dedican sus padres?

Y no digo con esto que debemos volver al autoritarismo de antaño. Para nada. Las consecuencias son terribles. Muchos adultos de ahora las están sufriendo aún, con problemas para tomar decisiones, para coger las riendas de sus propias vidas, problemas para mantener relaciones estables y sanas con otras personas, por tener la sensación de no haber hecho nunca lo que querían hacer y estar viviendo la vida que otros han elegido por ellas. Eso es muy duro, crea un vacío interior difícil de resolver.

No, no hay que volver al autoritarismo, lo que tenemos que hacer es, simplemente, ser adultos y ser padres. Actuar como tal, ser responsables y educar a nuestros hijos. No podemos pasarnos la vida lamiendo nuestras heridas a base de buscar satisfacciones en forma de ocio o consumo para sentirnos menos vacíos. No podemos porque, como padres, estamos haciendo lo mismo con nuestros hijos, no estar por ellos y con ellos y creando indirectamente nuevas heridas en ellos que tratamos de curar del mismo modo (comprándoles cosas) y que ellos lamerán en el futuro del mismo modo.

La educación que los niños deberían recibir en el colegio

La educación a debate 2

Más o menos, en el punto anterior, ya he comentado cómo debería ser la educación que los niños deberían recibir en el colegio. Una educación donde puedan centrarse en los contenidos, tratando de conocer el potencial de cada niño, sus necesidades individuales, sus inquietudes, y trabajándolas. Escuchar las inquietudes de cada uno, trabajándolas en grupo, aprendiendo todos juntos, etc. Hablando mucho en clase, haciendo juegos y escenificaciones para que vivan los contenidos. No solo que los escuchen, sino que los reproduzcan, que estén inmersos en ello, que se sientan partícipes del aprendizaje. Haciendo más y escuchando menos, pues es mucho más fácil aprender aquello que hacemos que aquello que nos cuentan.

Es solo un resumen. Es solo un bocadito de un tipo de educación que debería dejar atrás para siempre aquello de "vomito mis conocimientos sobre el alumno" para que al final de curso "me los vomite en un papel" para que dos meses después "no recuerde nada", para abrazar un estilo en el que se memorice menos, pero se aprenda más. Que capacite a los niños, que los mantenga motivados y que aprendan por que quieran saber más de esos temas. Que suene el timbre de final de clase y los niños digan "Jooo" en vez de "Bieeennnn". ¿Es posible? No lo sé, pero como mínimo habría que intentarlo.

La carta de la profesora de física

Hablando, por fin, de la carta de la profesora de física, deciros que al leerla he sentido el mismo desconcierto que siento cada vez que hablo con los niños de sexto (que son los que más coincido porque es la edad en que les tengo que poner las vacunas de la hepatitis, papiloma, etc.). Quizás es que no soy capaz de recordar cómo éramos a los once y doce años, pero mi sensación es descorazonadora. Cada vez que les veo (no todos, no puedo ni quiero generalizar), sospecho que en unos años vamos a tener muchos problemas para sacar adelante este país. El único consuelo que me queda, siendo sarcástico, es que pueden meterse a políticos, que es un trabajo que no requiere mucha preparación.

Desconcierto, porque se trata de una profesora universitaria. Entiendo que a un niño de 9 años pueda aburrirle una clase porque coincide que ese tema no le gusta ni interesa. No tiene la capacidad de elegir lo que le enseñan. Pero un universitario accede a una carrera por elección personal. Está ahí porque ha decidido estudiar eso. Es lo que le gusta, es lo que le motiva o es lo que cree que es mejor. No digo que tenga que sacar matrículas de honor, pero sí un mínimo, ya que es lo que ha elegido. Que una mayoría de alumnos de una asignatura obtengan resultados tan terribles como para provocar una carta así es preocupante y parece que responde a que los niños y jóvenes están viviendo la vida por inercia, porque toca vivirla así.

Ahora bien, dicen mil burradas, cometen faltas de ortografía que hacen sangrar los ojos (no lo entiendo, yo en tercero de EGB solía acabar los dictados sin faltas) y son capaces de sacar de sus casillas a una profesora de universidad. ¿Es toda la culpa de ellos? No sé cómo da las clases esta profesora, pero podría tener parte de culpa. Quizás no ha sabido adecuarse a los nuevos tiempos y no se ha dado cuenta de que es más importante motivar y mantener la motivación que soltar los conocimientos al aire para que los coja quien quiera.

Pero claro, la culpa no puede ser solo de ella. Las faltas de ortografía no se deben controlar en la clase de física, ni los problemas de redacción. Esto viene de más atrás, del bachillerato, de la ESO, de primaria, de... y de casa, también de casa. Al parecer, hay alumnos universitarios que no son capaces de redactar frases con sentido y sin cometer faltas de ortografía que hacen daño a la vista. Es lamentable. Es la clara muestra de que vamos de mal en peor. Es el resultado de muchos años de hacerlo muy mal con los niños. Un fracaso.

¿La culpa es de ella? ¿La culpa es de los jóvenes de los que habla? No. La culpa es de todos los que formamos esta sociedad y todos los responsables de educar a nuestros niños, nuestros jóvenes y nuestros ciudadanos. Pensemos en ello nosotros, los padres, porque los políticos no van a cambiar algo que no están capacitados, ni siquiera, para entender.

Vía | Libertad Digital
Fotos | Thinkstock
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