Seguro que no es el primero ni el último de los padres que han enviado decenas de mensajes a sus parejas el día que se quedan solos al cuidado de un hijo. Y seguro que no es el primero ni el último que luego tiene una historia que contar digna de cualquier comedia.
Hablo de un padre que se quedó al cuidado de sus hijos y vivió un auténtico infierno: uno de ellos vomitó en el coche, él vomitó también por el olor del vómito de su hijo, acabó parándose a un lado mientras le preguntaba a su mujer qué hacer y la policía acabó pidiéndole que soplara al alcoholímetro sospechando que pudiera estar borracho.
Todo sucedió una tarde en la que la mujer de Ben Patterson, de California, había quedado para verse con unas amigas. Para poder pasar un rato distraído pensó que el padre podría quedarse al cuidado de sus dos hijos: total, solo sería un rato y si pasaba cualquier cosa, estaría cerca.
Y ninguno de los dos pensó que pasaría nada, hasta que un rato después, cuando iban los tres en el coche, padre y sus dos hijos, Declan, su hijo mayor vomitó. Paró el coche y pensó aquello de "esto no puede estar pasándome a mí", porque si eres un padre como yo al que el olor del vómito no le molesta (huele mal, pero es lo que hay), no hay problema, pero si eres uno de los que lo pasan fatal, como él, entonces tienes UN PROBLEMA (así, en mayúsculas).
Le hizo una foto al niño, le dijo que acababa de pasarle eso y que estaba intentando no vomitar. Luego puso la palabra a la que todo padre en apuros recurre: "Llámame".
Pero ella no estaba por el teléfono móvil, así que el hombre pensó que lo más lógico era tratar de limpiar a su hijo. No pudo soportarlo y acabó vomitando.
Así que se quedó parado ahí, al lado del coche, sin saber qué hacer. Si trataba de limpiar a su hijo, tenía náuseas. Si trataba de entrar en el coche para conducir a casa, también, porque el olor era insoportable para él, así que así se lo explicó: "De verdad que no sé qué hacer".
Entonces le explicó (todo esto sin que la madre lo leyera) que una mujer se había acercado para preguntarle si había estado conduciendo con sus hijos bebido, mientras él intentaba explicarle que no, que no podía soportar el olor a vómito.
Finalmente le contó que como los policías no tenían nada mejor que hacer, se acercaron para interesarse por él y sus hijos. Y todo acabó con el alcoholímetro en su boca.
"Me debes una bien grande", le dijo al final. Una bien grande, como seguro que fue la carcajada de la mujer al leer todo eso de golpe, una vez cogiera el móvil. Y es que la anécdota fue compartida por él mismo, probablemente para mostrar al mundo que a veces la realidad supera a la ficción.
¿Tenéis alguna anécdota parecida?
Venga, que seguro que en alguna ocasión habéis dejado a los niños con el padre y ha pasado algo similar: el padre venga a mandar mensajes porque no sabe qué hacer. ¿Me equivoco?
Vía | DailyMail
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