¿Tu hijo te ha pedido un puntero láser? Debes saber que no son juguetes y además pueden provocar lesiones irreparables en la vista

¿Tu hijo te ha pedido un puntero láser? Debes saber que no son juguetes y además pueden provocar lesiones irreparables en la vista
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Por muy divertidos que parezcan, los punteros láser no deberían ser utilizados con fines lúdicos, ni tampoco incitar al juego (proyectando figuras o letras). La inconsciencia generalizada ha provocado más de un accidente con resultado de lesiones en los ojos de niños, adolescentes y adultos.

Sin ir más lejos, el otro día, unos abuelos relataban en un programa de televisión cómo le habían comprado uno a su nieto para que este jugara (más barato que un juguete sale, eso sí, ahora bien, yo me cuidaría mucho). Y como argumento esgrimían que puesto que se vendía en tiendas “no podía ser tan malo”.

Bueno, eso de que si un producto se vende no es malo cabría matizarlo, porque más allá de que sería necesaria una regulación, se me ocurren muchos artículos que mal utilizados pueden hacer daño. Desde los propios punteros: hace poco un astrónomo nos señalaba una constelación con uno de ellos, otra cosa hubiera sido dos adolescentes apuntando el rostro de los asistentes; pasando por un inocente cuchillo que nos puede servir para trocear zanahorias, o a un bebé de dos años para hacerse daño; o un medicamento específico para adultos con el que un niño se podría intoxicar…

Un documento de la Comunidad de Madrid, indica que muchos de estos punteros han debido ser retirados del mercado al no cumplir con la normativa, poniendo (además) en peligro la salud de los consumidores. En términos generales, la exposición a radiaciones láser debería ser la mínima posible; en el caso de estos productos nos exponemos - si obviamos las recomendaciones - a lesiones en la piel (ulceraciones), pigmentación, eritema o carbonización de la piel.

La “moda” de los punteros de mano laser

Como no son juguetes no deberían tener apariencia de tales, y en ocasiones la tienen, como se ofrecen junto a otros productos infantiles. Pero creedme que son más peligrosos de lo que aparentan. Seguro que alguno de vosotros ha leído alguno de estos incidentes en los que alguien se dedica a deslumbrar a pilotos de aviación en los aeropuertos, en Estados Unidos se han puesto varias denuncias por el tema, aquí hemos tenido también algún suceso de ese tipo.

¿He dicho deslumbrar?, si solo fuera eso… Uno de los casos mejor documentados de lesiones oculares por utilización de un puntero láser, fue publicado en el New England Journal of Medicine, y se refiere a un adolescente de 15 años que apuntando al espejo acabó con la vista muy dañada de un ojo, hemorragia ocular y varias heridas alrededor de uno de los ojos. Vaya, esto parece serio, y de hecho lo es.

Pero no es el único, hay más personas cuya causa de daños a la vista ha sido identificada, siendo estos láseres los responsables, entre ellas algún conocido deportista estadounidense con la mala suerte de que en el estadio hubiera algún descerebrado.

No hace mucho se advertía por parte del Colegio de Ópticos Optometristas de la Comunidad Valenciana, de que “el uso responsable y racional” de un puntero láser no tiene por qué causar problemas, pero su utilización incorrecta puede provocar daños en la retina o la córnea de la persona que recibe el haz del rayo”.

Y ahora pensemos ¿uso responsable y racional? ¿en manos de quién? ¿qué se le puede ocurrir hacer a un niño (a veces he visto “niños” rozando la treintena con uno de estos) con un instrumento que entre otros usos sirve para señalar en conferencias? Supongamos que nuestro hijo lo utiliza bien (no sé exactamente cómo pero supongamos), pero ¿no se lo pueden quitar sus amigos? ¿no puede dejarlo olvidado?

No veo claro lo del uso responsable y racional

El haz de un puntero láser en los ojos puede causar un daño irreversible

Algunos de los adolescentes (o pre) de los que me rodeo por cuestiones familiares o laborales seguro que me dirá “oye que no siempre es irreversible”, “¡toma!, claro, ¡y no siempre que te estrellas con el coche te matas”! Pero lo puede ser, además de que no debe ser agradable que te den en el ojo, y después te des cuenta de que no puedes leer el rótulo dónde antes ponía “Heladería”.

El presidente del Colegio de Ópticos antes mencionado afirma que es necesario educar a padres (muy necesario) y a hijos para que “bajo ningún concepto” proyecten la luz láser sobre la cara u ojos de una persona; además de advertir a los que la reciben de que no deben mirar la luz, que incluso reflejada en un espejo o superficie reflectan, tiene la misma energía.

En términos generales, la exposición a radiaciones láser debería ser siempre la mínima posible, aunque la normativa permite el uso de algunos tipos de láser. La principal lesión que puede provocar es ocular (daños en la retina o pérdida de visión que podría llegar a ser permanente), pero también existe un riesgo de lesiones en la piel, como ulceraciones, pigmentación, eritema o carbonización de la piel. El hecho de que un láser produzca un peligro depende de su longitud de onda, la duración o tiempo de exposición y la potencia o energía del haz.

Este señor considera los punteros que tienen 1000 mW de potencia, deberían ser susceptibles de ser considerados “armas pseudobélicas”, y es que uno de sus usos no lúdicos, o profesionales, se atribuye al ejército o el campo de la investigación experimental.

Va de miliwatios

Cuentan los que saben de esto que un láser de 5 mW puede causar daño irreparable en la visión si el rayo incide desde menos de 16 metros, hasta 80 metros sigue presente el peligro de ceguera temporal. El láser no produce dolor, y sus efectos no tienen por que ser inmediatos, puesto que a veces se manifiestan hasta tres días después.

Nos cuentan los técnicos de la Comunidad de Madrid que han elaborado la Guía mencionada que la clasificación según tipos de láseres por potencia y riesgo, debe aparecer en la etiqueta, a saber (es de sentido común que los consumidores sepan lo que compran):

  • Clase 1. En la etiqueta debe poner: Producto láser de clase 1.

  • Clase 2. Etiqueta: Radiación láser. No mirar fijamente al haz. Producto láser de clase 2.

  • Clase 3A. Etiqueta: Radiación láser. No mirar fijamente al haz. Producto láser de clase 3A.

  • Clase 3B. Etiqueta: Radiación láser. La exposición al haz es peligrosa. Producto láser de clase 3A.

  • Clase 4. Etiqueta: Radiación láser. La exposición de los ojos o la piel a la radiación directa o difusa del haz es peligrosa. Producto láser de clase 4.


En el uso de láseres con fines de entretenimiento en áreas sin supervisión, la norma recomienda utilizar únicamente láseres de clase 1 y clase 2, aunque estos últimos deben utilizarse con precaución. La utilización de láseres superiores, clase 3A, 3B y 4, necesitarían el control de una persona experimentada y con formación adecuada, ya que pueden suponer un riesgo para el usuario y para otras personas aunque estén a cierta distancia

Como habéis visto sólo están exentos de riesgo los de Clase 1, a pesar de infinidad de leyendas urbanas de tipo: “pues los verdes están prohibidos por que son peligrosos, pero mi padre me ha comprado este que es rojo (para que pueda incordiar a los chavales que se reúnen detrás de mi casa)”.

Es verdad que los verdes tienen longitud de onda corta, y pueden provocar ‘más’ lesiones, pero ese ‘más’, implica que los rojos pueden provocar ‘menos’, no que sean inocuos.

Pero ¿es que nadie regula su venta?

Cada país tiene un reglamento sobre la potencia legal de estos láseres, pero cada vez es más frecuencia que los mismos se compren a través de Internet, con lo que su procedencia llega a ser de lo más variada. Y si a la procedencia le colocamos el adjetivo de variada, al potencial daño que pueden causar cabría atribuirle el calificativo de desmesurado.

Veréis, hay lugares como Estados unidos en los que la potencia máxima permitida es de 5 mW (cinco veces superior a Reino Unido), mientras que en Internet si compras desde una página española accedes a un láser de hasta 200 mW (¿lo entendéis? yo tampoco).

Añadido a esto llega el tema de el incumplimiento de normas de seguridad, y nos saltamos en esta ocasión el hecho señalado más arriba de que apuntar al rostro de una persona con uno de estos cacharros que no ocupan más que un bolígrafo ya es incumplir normas de seguridad (el sentido común ni siquiera se incumple porque quedó perdido por ahí).

Voavamos al documento mencionado de la Comunidad de Madrid: en el etiquetado debería aparecer siempre en castellano y “con caracteres claros, visibles, indelebles y perfectamente legibles para el usuario”.

Además, los siguientes datos deben estar presentes: identificación del responsable del producto; lote de fabricación; características del producto; marcado CE; leyenda advirtiendo que el haz de luz no se dirige a los ojos; instrucciones claras para el montaje y uso (incluyendo precauciones); indicación para localizar todos los orificios láser del producto; indicación de peligro en los productos láser de clase 2.

En mi opinión, los punteros láser no son útiles ni necesarios para el juego o los estudios de los niños, ¿para que deberían poseer uno entonces? Bien explicado quizás lo llego a entender, aunque a priori creo que esto es improbable.

Es decir en el caso de que a uno de mis hijos se les ocurriera tener uno, pues la respuesta iba a ser “no” sin condiciones, y dándome igual como se pongan. Y aunque siempre hay quien dice que las prohibiciones absolutas no son buenas, tampoco les doy alcohol, ni les facilito las llaves del coche (aunque supieran conducir), ni les expongo a contenidos de extrema violencia, porque no creo que por edad o madurez supieran gestionar nada de esto bien, dando como resultado un más que probable mal uso.

Imagen | Andrew "FastLizard4" Adams
Más información | Comunidad de Madrid
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