Nuestros hijos nos observan de una manera exhaustiva, siguen nuestros movimientos, conversaciones, maneras de proceder, etc., es tal el control, que cuando descubren algo incoherente en nuestro proceder o vislumbran algo distinto o anormal, lo comunican. A veces plantean preguntas que tienen una difícil respuesta, en otras ocasiones nos hacen la pregunta en el momento menos oportuno. Son preguntas sencillas y directas que nos dejan al descubierto, en resumidas cuentas, siendo tan sinceros, en ocasiones nos pueden llegar a incomodar.
Pueden plantearnos todo tipo de preguntas, por qué tenemos el culo tan gordo, por qué has dicho un taco, por qué a un niño le dejan hacer algo que a él no le dejan, por qué la abuela sabe cocinar y tú no... cualquier pregunta puede estar en la mente del pequeño. Dependiendo del lugar o del momento, estas preguntas pueden hacernos pasar verdaderos momentos de bochorno o incluso dejarnos con la mente en blanco sin saber que decir. Nunca debemos enfadarnos si nuestro hijo nos pregunta algo tan sinceramente y con buenas intenciones, nosotros no debemos pensar mal ante un hecho así. El niño necesita comprender el por qué de las cosas y como son, simplemente es eso.
Cuando el niño nos hace una pregunta que nos deja en evidencia, que nos coloca entre la espada y la pared, lo mejor es tomarse la pregunta con mucho sentido de humor, en ocasiones es un verdadero aliado para salir del apuro.
Nunca debemos proporcionar una respuesta errónea o falsa, tampoco una información difícil de asimilar por el pequeño, este tipo de respuestas sólo conducen a confusión y una errónea percepción de la realidad. Lo mejor es responder un “no lo sé” en caso de no saberlo o “espera que lo piense y te lo explico”, etc.
Si perdemos los nervios y decimos un taco, seguramente el pequeño nos preguntará porque lo hemos dicho, y más cuando somos nosotros que en su educación le enseñamos a no decir tacos. Esta situación nos pone al descubierto frente a ellos, la única salida viable que servirá para que el niño aprenda es reconocer la falta, disculparse y darle las gracias por el toque de atención, mostrando la importancia de una adecuada conducta.
Podíamos poner cientos de ejemplos de situaciones incómodas, todos los padres hemos pasado por alguna. Necesitamos grandes dotes de psicología, un meticuloso cuidado en nuestro comportamiento y mucha comprensión, es una tarea difícil pero bienaventurada el ser padres. No dejéis de leer un interesante post elaborado por nuestra compañera Elda donde habla sobre la indiscreción infantil.
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