El Día de todos los Santos es un día difícil para quienes perdieron un hijo

El Día de todos los Santos es un día difícil para quienes perdieron un hijo
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Perder a un hijo es una de las experiencias más dolorosas que cualquier padre o madre puede vivir. El duelo por la pérdida de un hijo es complejo, tanto si fue una pérdida gestacional durante el embarazo, tras su nacimiento o cuando el hijo ya había vivido algunos años. Todas las pérdidas duelen, y el dolor por la muerte de un hijo es inimaginable en cualquier escenario.

Por eso es tan importante tener espacios donde expresar estas emociones y donde sentirse acompañados. En estos procesos, además, las fechas señaladas cobran importancia y pueden ser complejas de transitar.

El Día de todos los Santos puede ser un día muy duro para los padres que acaban de perder a alguno de sus hijos (o que hace años sufrieron dicha pérdida). Aunque no todas las familias lo viven igual, es importante visibilizar herramientas para hacer frente a este dolor.

Hablamos de los sentimientos que pueden surgir en la familia, tanto en los papás y las mamás como en los hermanos en caso de que estén, y cómo hacer frente a este día.

El duelo por la pérdida de un hijo

Hemos hablado en posts anteriores del duelo por la pérdida de un hijo. No es un duelo fácil de elaborar, puesto que hablamos de una experiencia muy traumática que se vive como antinatural. Y es un duelo que debemos elaborar día a día, sin pretender correr. Pasaremos por una serie de fases, como:

  • La negación: estamos en shock, no creemos lo que ha ocurrido.
  • La tristeza: nos apodera un sentimiento de tristeza y dolor intenso.
  • La rabia: sentimos mucha ira y un enorme sentimiento de injusticia, nos preguntamos ¿por qué a mí?
  • La negociación: procesamos la carga emocional a través de ideas que vamos acomodando para asimilar los hechos; pensamos "hubiera hecho esto diferente", por ejemplo.
  • La aceptación: integramos la pérdida de nuestro hijo como parte de nuestra historia de vida, aunque nunca lo olvidamos y sigue doliendo. En cierta forma, sanamos.

Es importante respetar estas fases y saber que el duelo no es un proceso lineal, sino cíclico. Esto quiere decir que las fases pueden ir sucediendo en el tiempo y repitiéndose.

El duelo por la muerte de un hijo no es fácil de elaborar, puesto que hablamos de una experiencia muy traumática que se vive como antinatural.

El Día de todos los Santos: un día para recordar que remueve emociones

El dolor por la muerte de un hijo es un dolor que se lleva todos los días, pero duele especialmente un día como hoy, en el que por tradición honramos a los seres queridos que se han ido.

Así, al rememorar las personas que ya no están, la pérdida cobra aún más protagonismo en cada uno de nosotros y en nuestro día. Por eso puede ser doloroso, y más si aún estamos empezando a elaborar el duelo.

De hecho, el punto del duelo en el que estamos también influirá en cómo vivamos este día, además de la forma de ser de cada uno, de cómo se vivió la pérdida, del tiempo transcurrido... En definitiva, de muchos factores.

El dolor por la muerte de un hijo es un dolor que se lleva todos los días, pero duele especialmente un día como hoy, en el que por tradición honramos a los seres queridos que se han ido.

Un espacio para conectar con el duelo

A nivel personal, no todas las personas vivirán igual este día; de hecho, no todas lo viven como algo gris, ya que para algunas es un día en el que, por primera vez, sienten que su duelo es autorizado, que tienen derecho a hablar honestamente sobre lo que sienten por ese hijo que murió.

Y lo viven como un día para conectar con su duelo, honrar su pérdida, el recuerdo de sus hijos fallecidos, para traer flores al cementerio, para alimentar el recuerdo... Así, las emociones pueden ser muy dispares en este día, ya que cada familia y vivencia es única.

Cómo afrontar el duelo en las fechas señaladas

No hay una forma mejor o peor de afrontar el proceso de duelo por la muerte de un hijo en este día. Pero sí algunas consideraciones que podemos tener en cuenta y que nos pueden ayudar. En función de cómo sintamos este día, deberemos enfocar unas acciones u otras, y hacer realmente lo que sentimos que nos puede ir bien, aunque el día siga siendo doloroso para nosotros.

Si conectamos con este día y lo vemos como una oportunidad para hablar abiertamente de nuestro dolor, aprovechémoslo. Busquemos un ritual con el que nos sintamos bien y llevémoslo a cabo.

Por ejemplo, traer flores al cementerio a nuestro hijo, honrar sus cenizas, cantar su canción preferida, hacerle un dibujo, una carta, mirar su foto y recordarle, hablar con él, encender una vela y ponerla en algún sitio significativo para nosotros...

Si conectamos con este día y lo vemos como una oportunidad para hablar abiertamente de nuestro dolor, aprovechémoslo. Busquemos un ritual con el que honrar a ese hijo que ya no está.

Si, por el contrario, no conectas con este día, y te es más difícil de transitarlo, acéptalo y respeta tus emociones. Busca a alguien con quien puedas hablar abiertamente sobre el tema, hacer piña en familia, nombrar a vuestro hijo, recordarlo como lo sintáis.

No hay nada escrito sobre cómo transitar mejor o peor las emociones durante el duelo; tan solo hay que permitirse vivirlas, transitarlas y nunca reprimirlas.

Un día que también afecta a los hermanos

Si tenéis más hijos, los hermanos también pueden vivir este día de forma particular. Y es normal que sientan la pérdida de forma más intensa este día, que echen más de menos a su hermano (aunque cada día lo echen de menos), que estén incluso más irritables (la tristeza en los niños muchas veces se manifiesta a través de la irritabilidad), que tengan ganas de llorar, cambios de humor inesperados, e incluso, ataques de rabia.

Y no es fácil acompañarlos en estos duros momentos, tanto para ellos como para vosotros, los padres. Pero una forma de hacerlo es hacerles partícipes de este día, en caso de que queráis celebrarlo, por ejemplo compartiendo el momento del ritual para recordar a su hermano, o escribiendo una carta conjuntamente, dejándoles también espacios para llorar si lo necesitan o recordando anécdotas vividas juntos.

Pero este tipo de decisiones (¿cómo afrontar el día y el dolor?) son muy personales, por eso lo importante no es tanto qué hacer, sino cómo hacerlo. Idealmente, hacerlo unidos, en familia, escogiendo el plan que más resuene con las emociones familiares como "equipo".

Pero tampoco presionarse si esto no surge, si los hermanos viven ya en otra casa, si hay dificultades para verse... Y si algún miembro de la familia vive este día de forma diferente, respetarlo también.

Fotos | Portada (Freepik)

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