Por primera vez un estudio demuestra que el mindfulness ayuda a los adolescentes a superar traumas de la infancia

Por primera vez un estudio demuestra que el mindfulness ayuda a los adolescentes a superar traumas de la infancia
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Ha sido publicado el primer estudio internacional que aporta evidencia científica a un tipo de intervención que combina el mindfulness, una terpapia psicológica (EMDR) y actividades de expresión artística para el abordaje del trauma infantil y juvenil.

La investigación, en la que ha participado la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), ha sido publicada en la revista científica Scientific Reports, y revela cómo este tipo de intervención redujo significativamente los síntomas relacionados con el estrés postraumático y aumentó la capacidad de atención y consciencia en los adolescentes.

Los autores también concluyen que este tipo de programas puede ayudar a regular las emociones de forma más efectiva y a fomentar la resiliencia en personas afectadas por un trauma durante la infancia.

Un programa efectivo para la sintomatología traumática, en el que ha colaborado la UOC

El estudio ha sido liderado por la investigadora Perla Kaliman de la Universidad de Wisconsin-Madison y profesora colaboradora de la UOC, en colaboración con la ONG colombiana Inocencia en peligro Colombia y el Center for Healthy Minds.

Para desarrollar la investigación, se llevó a cabo un programa intensivo de terapia que duró una semana y que combinó la meditación guiada con la terapia EMDR (terapia de desensibilización y reprocesamiento por movimientos oculares), junto a otras actividades de expresión artística.

Los resultados muestran que este programa podría ser efectivo en adolescentes con traumas de infancia. Perla Kaliman así lo explica para NIUS:

"Las experiencias adversas en la infancia representan una amenaza para la salud pública, muy descuidada en la actualidad. A pesar de su altísima prevalencia y riesgos, no existen verdaderas políticas de diagnóstico ni de prevención de traumas en la infancia.
Este trabajo genera evidencia científica para ayudar a promover políticas de salud con el potencial de reducir el sufrimiento y trauma en menores, previniendo así importantes factores de riesgo para la salud a lo largo de la vida."

Las participantes: 44 adolescentes de entre 13 y 16 años

En la investigación participaron 44 adolescentes (chicas) de entre 13 y 16 años que habían padecido cuatro o más eventos traumáticos (como violencia física, sexual y emocional, abuso, negligencia...) y que estaban viviendo en centros para menores, provenientes del sistema de acogimiento familiar del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF).

La autora principal asegura que cuando se experimentan estos eventos adversos (de forma acumulada), esto aumenta hasta 14 veces el riesgo de suicidio, 11 veces el riesgo de consumo de drogas intravenosas y más de cuatro veces el riesgo de sufrir depresión y de tener comportamientos de riesgo.

¿Cómo se llevó a cabo el estudio?

Para desarrollar el estudio, se hicieron dos grupos: el primero siguió con sus actividades habituales (el grupo control). El segundo participó durante una semana en un programa de terapia multimodal desarrollado por Susana Roque López, directora de la organización sin fines de lucro Asociación Inocencia en Peligro Colombia (IIDC).

Actividades que incluía el programa de mindfulness

El programa duró una semana e incluyó:

  • una rutina matutina que comenzaba con un despertar con música suave y bebida caliente en el jardín
  • una sesión de yoga de 30 minutos
  • una meditación guiada de autocompasión y autocuidado
  • una práctica de mindfulness
  • sesiones de expresión artística a través del arte, la artesanía, el teatro, la música y la danza
  • sesiones grupales de EMDR (los dos últimos días)

Durante esa semana, el grupo control (el que no recibía el tratamiento) realizó actividades diversas (como el baile, teatro, ejercicio físico, juegos, películas...).

Si bien es cierto que algunas actividades fueron compartidas en ambos grupos (grupo control y grupo de estudio), las actividades del grupo de control no incluyeron enfoques para tratar específicamente las experiencias traumáticas o para promover la atención y regular las emociones.

Epigenética y trauma

El estudio también ha asociado la experimentación de violencia o negligencia durante la infancia y adolescencia con la adquisición de marcas en el ámbito epigenético que afectan la salud física y mental de las personas, con consecuencias a largo plazo.

Y es que se producen cambios epigenéticos en algunos genes implicados en las consecuencias de sufrir un trauma, como la vulnerabilidad al estrés, las respuestas inflamatorias o la tendencia a comportamientos de riesgo.

Para llegar a estas conclusiones, tomaron muestras de saliva de las participantes, antes y después de la intervención. De estas muestras aislaron el ADN para realizar estudios epigenéticos.

Descubrieron que la participación en el programa terapéutico producía cientos de cambios epigenéticos asociados a la mejora de la salud mental.

La participación en el programa terapéutico producía cientos de cambios epigenéticos asociados a la mejora de la salud mental.

Reducción de los síntomas del TEPT

En relación a esto último, se redujeron los síntomas de estrés postraumático (TEPT), y los beneficios se mantuvieron al menos dos meses tras la finalización del programa.

Lo que ocurre a nivel cerebral es que, al reducir el estrés a través de las diferentes actividades del programa, se desencadena una cascada de neurotransmisores y hormonas que actúan en el cerebro, modificando la expresión génica y epigenética.

La necesidad de un trabajo terapéutico a largo plazo

Aunque este programa parece ser efectivo, es importante puntualizar que tan solo ha durado una semana. Por ello, debemos tener en cuenta estas limitaciones, y saber que, para que los beneficios psicológicos se mantengan a largo plazo, y sobre todo en casos de trauma, es importante seguir realizando terapia y un seguimiento periódico una vez finaliza el tratamiento.

Un estudio esperanzador

El estudio también es alentador para las futuras generaciones, sobre todo para aquellas con riesgo de sufrir abusos. Ya que, según la autora principal, hay un riesgo significativo de transmisión multigeneracional de comportamientos de abuso y maltrato.

Es decir, muchas veces los estilos de crianza tóxicos se heredan de los padres y se siguen reproduciendo con los propios hijos. Y el estudio apuntaría a que es posible interrumpir estos ciclos intergeneracionales de sufrimiento. En todo caso, es necesario seguir investigando.

Mindfulness: otros de sus beneficios

Como hemos visto, el mindfulness puede ser efectivo (en este caso, junto a otras intervenciones) para el abordaje del trauma, pero también resulta beneficioso para:

  • Mejorar la atención.
  • Favorecer la conexión con la mente y el cuerpo.
  • Mejorar la relación con el propio cuerpo (y por lo tanto, mejorar la autoestima).
  • Reducir los niveles de estrés y ansiedad.
  • Mejorar el estado de ánimo.

Por lo tanto, es una opción a considerar si queremos trabajar algunos de estos aspectos con nuestros hijos.

Fotos | Portada (Pexels)

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