Tras ocho años y más de 100 mil euros para quedar embarazada, se arrepiente de ser madre: el tabú de la maternidad idealizada

Tras ocho años y más de 100 mil euros para quedar embarazada, se arrepiente de ser madre: el tabú de la maternidad idealizada
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Son muchas las mujeres que luchan contra la infertilidad durante años, y tras desembolsar mucho dinero por fin logran su sueño de ser madres. Nadie dice que el camino de la maternidad sea fácil, pero lograrlo tras haber pasado por tantas dificultades es la felicidad para la mayoría de las mujeres que lo consiguen.

Sin embargo, no es el caso de Alice Mann, el seudónimo que usó para contar su historia en Daily Mail. Es una mujer de quedó embarazada a su 44 años tras pasar los últimos ocho intentando ser madre, y cuando lo consiguió comparó la maternidad con una verdadera "pesadilla" que no esperaba.

Realmente deseaba ser madre

Con 36 años decidió congelar sus óvulos tras romper con una relación de once años. Al cumplir los 40, intentó quedar embarazada con esperma de donante, pero al poco tiempo conoció a su pareja actual y decidieron formar una familia.

La pareja pasó por un tratamiento de fecundación in vitro, lograron un embarazo natural y sufrieron un aborto espontáneo. Al no conseguir el deseado embarazo y que saliera adelante, decidieron entonces buscar una donante de óvulos.

A los 44 años, en su octavo ciclo de FIV y el primero con un óvulo de donante, finalmente quedó embarazada: "no me atrevía a creer mi suerte", explica emocionada.

El bebé nació por cesárea planificada, en un parto relativamente sencillo, cuenta la madre, y todo estaba bien: "nuestro hijo estaba aquí".

El sueño que se convirtió en "pesadilla"

La madre relata así lo que sintió en el parto y los días siguientes. Nada muy diferente a lo que puede sentir cualquier madre, ya que no todas son atravesadas por un flechazo al ver al bebé, sino que es algo progresivo:

"Cuando lo colocaron sobre mi pecho, no sentí esa oleada de amor de la que habla la gente. Sobre todo sentí incredulidad de que después de tanto tiempo, aquí estaba, era nuestro, éramos padres. Sí recuerdo, tres días después, en una burbuja posnatal de hormonas eufóricas, llorando de felicidad sobre su cuna mientras dormía y maravillándome de este milagro que habíamos hecho. 'Él es tan perfecto,' susurré, con asombro".

Pero cualquier atisbo de felicidad se diluyó semanas después.

"Cuatro semanas después estaba luchando por recordar ese sentimiento. Porque lo que sentí mientras miraba a este bebé que gritaba, el bebé que tanto, tanto había deseado... al hacerlo realidad, no fue asombro. Era resignación, resentimiento, horror y miseria abyecta. 'No hay una sola parte de esto que esté disfrutando', sollocé".

A ese sentimiento se le sumó la enorme culpa que empezó a atormentarla por haber traído al mundo un bebé que, según ella, se merecía a una madre mejor que ella. Culpable porque sabía que había millones de mujeres que darían lo que fuera por estar en su lugar. Ella misma había sido una de ellas.

"Me sentía culpable por tener estos sentimientos antinaturales y poco maternales."

Las expectativas de la maternidad

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Pasado un tiempo, y viéndolo en retrospectiva y con más horas de sueño, la madre reflexiona sobre esos primeros sentimientos.

"No creo que haya tenido depresión postparto, una condición que afecta a una de cada diez mujeres, pero sí creo que la tormenta perfecta de falta de sueño, hormonas y recuperación de una cirugía abdominal mayor agravó el hecho de que nada puede prepararte para el choque sísmico que es tener un bebé diminuto".

La depresión postparto puede llevar a este tipo de sentimientos de desconexión hacia el bebé y el consiguiente sentimiento de culpa a raíz de ello. Eso sumado al cansancio, las noches sin dormir, sentir que has perdido tu identidad y que ese pequeño ser depende absolutamente de ti para sobrevivir, puede ser muy abrumador.

"Empecé queriendo un hijo, luego solo quería quedar embarazada. Y como eso parecía cada vez más improbable, no me permití pensar en cómo sería realmente la vida con un bebé".

"Entonces, ¿por qué era tan infeliz?" Se le cruzó por la cabeza que fuera porque el bebé y ella no compartían ADN, pero rápidamente descartó la idea. Su pareja, que sí era el padre biológico del niño, sentía lo mismo. "Había noches en las que nos mirábamos con horror mutuo, preguntándonos qué diablos habíamos hecho", relata.

"Estaba de luto por la existencia relativamente despreocupada y espontánea que habíamos intercambiado para convertirnos en esclavos de este amo exigente que nunca parecía feliz y nunca nos daba un día libre".

Cuando la búsqueda de un embarazo se vuelve tan complicada, puede suceder que la mujer se obceque en este objetivo sin plantearse sus expectativas sobre la maternidad de forma realista.

El tabú de arrepentirse de la maternidad

Según la psicóloga especialista en crianza Catherine Hallissey, la forma en que se sentía la madre no era tan inusual. "Es difícil hablar de lo común que es esta reacción al choque cultural de la maternidad, ya que es un tabú admitir que las cosas no son como pensabas que serían", dice.

"Siento que lo que está en el centro de esto es la falta de apoyo que sienten las nuevas madres en ausencia de la aldea de crianza que nuestras madres, y especialmente nuestras abuelas, tenían", dice ella.

La madre acaba relatando que con el pasar de los meses, a medida que el bebé empezó a sonreír, a interactuar, y el sueño de los tres mejoró, "comenzó a convertirse en una fuente de alegría, en lugar de tristeza: la forma en que se ilumina su rostro cuando entro en su habitación por la mañana; verlo aprender nuevas habilidades todos los días, reconstruir el mundo y su lugar en él; los rituales que hemos desarrollado como familia".

Un testimonio sincero y valiente

No significa que esta mujer no ame a su bebé. Es una madre, como tantas otras, que ha atravesado por una etapa oscura que la hizo replantearse su decisión.

Es un testimonio real que nos pone a todas las madres frente al espejo, pues la maternidad no siempre es ideal y maravillosa, de hecho, casi nunca lo es. Muchas madres tienen estos sentimientos pero no los expresan, porque para decir que te arrepientes de haber sido madre, aunque solo sea por un momento, hay que ser muy valiente. En nuestra sociedad es un tabú del que no se habla.

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