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A un padre chino, desesperado ante el llanto de su hija, no se le ocurrió mejor idea que comprarle las dos docenas de muñecas Barbie que ella reclamaba, además de diez mochilas escolares.
La consentida niña o “pequeña emperadora” (como se conoce a los mimados hijos únicos chinos) dejó de llorar. Pero el verdadero problema vino cuando la mujer vió llegar a casa a la niña con todos los regalos por un valor de casi 500 euros.
Pero su suegra salvó el matrimonio al devolver todos los juguetes a la tienda y recuperar el dinero. Y problema resuelto, al menos hasta la próxima rabieta.
Vía | Yahoo News
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