¿Qué críticas pueden llegar a hacer los pediatras hacia la lactancia prolongada? (I)

¿Qué críticas pueden llegar a hacer los pediatras hacia la lactancia prolongada? (I)
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Hace unos días hablamos de los resultados de una encuesta realizada a 155 madres que daban el pecho de manera prolongada. En la entrada explicamos que los profesionales de la salud realizaban, en ocasiones, críticas a algunas madres, pese a ser conscientes (o no), de que el mejor alimento para los bebés es la leche materna y pese a la recomendación de la OMS y de la AEPED de amamantar hasta al menos los dos años de edad.

Ante el número de críticas que se pudieron ver en la encuesta (las comadronas apoyaron en 123 ocasiones y criticaron en 20, los pediatras apoyaron en 125 ocasiones y criticaron en 56, las enfermeras apoyaron en 106 ocasiones y criticaron en 70 y los médicos de familia y ginecólogos apoyaron en 101 ocasiones y criticaron en 52), se realizó una segunda encuesta para conocer qué tipo de críticas habían recibido dichas madres.

Hoy hablaremos de las críticas o de los “no apoyos” que provenían de los pediatras. En algunas ocasiones eran del mismo pediatra asignado al bebé y en otras de pediatras suplentes (la mamá declaraba que con su pediatra muy bien, pero que le había tocado alguna vez otro que no tan bien) o bien de pediatras visitados en el servicio de urgencias del hospital (y viceversa, ya que en ocasiones eran los suplentes o los de urgencias los que apoyaban cuando el pediatra asignado emitía críticas).

“No debes tener leche, dale biberón”

Es cierto que, del mismo modo que hay mujeres invidentes, sordomudas o con alguna carencia, debe haber mujeres que no tienen leche realmente. Sin embargo, como no es lo más probable, el hecho de que un niño no esté ganando suficiente peso no tiene por qué ser que la madre no tenga leche, ni mucho menos.

Antes de emitir dicho diagnóstico y ofrecer dicha solución, es preferible tratar de solucionar el problema que hace que un bebé no gane suficiente peso, que suele ser, en la mayoría de ocasiones, una mala posición a la hora de mamar, algún tipo de dificultad en la boca del bebé (que tenga frenillo lingual, retrognatia,...) o que el bebé esté mamando siguiendo algún horario del tipo “10 minutos en cada pecho cada 3 horas”, que hace que algunos bebés no tomen suficiente alimento.

“Dar el pecho es cosa de gitanas”

Dar el pecho es barato, tanto, que es gratis. Además, supone un contacto muy continuado con el bebé que no todas las madres están dispuestas a mantener y por esta razón, muchos años atrás, se echaba mano de las nodrizas para amamantar a los bebés de clases sociales bien posicionadas.

Con la llegada de la leche artificial y gracias a slogans que hablaban maravillas de ellas, las parejas que podían permitírselo compraban leche artificial, quedando relegada la leche materna a aquellas madres que, simplemente, no tenían con qué comprar leche de fórmula. Esto hizo que la frase “dar el pecho es cosa de gitanas” se hiciera conocida y se empleara a menudo de un modo despectivo hacia la leche materna y poco respetuoso con las mujeres de etnia gitana.

En la actualidad, al haber más información acerca de la leche materna y gracias al apoyo de la OMS, de Unicef, de la Asociación Española de Pediatría y otras y del trabajo de miles de profesionales de la salud que tratan de preservar la salud física y emocional de los bebés y niños con el amamantamiento, hay cada vez más madres que están optando por dar el pecho a sus hijos.

Curiosamente, se está asociando el hecho de dar el pecho con la cantidad y la calidad de la información que una madre tenga y se observa que las madres que más curiosidad y más información reclaman son las que tienen más estudios. Dicho de otro modo, las mujeres que podrían pagar la leche artificial sin ningún problema son las que tienen mejores tasas de lactancia materna.

Esto quiere decir que no, que dar el pecho a un bebé “no es cosa de gitanas”, sino, sobretodo, de las madres que con información al respecto, deciden amamantar a sus hijos. Las mamás con menos información suelen acabar dando el biberón por falta de confianza o porque algún pediatra o profesional con pocos conocimientos y con muy poca educación suelta maravillas del tipo “dar el pecho es cosa de gitanas”.

“No se alimenta bien, dale biberón”

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Esta frase iría bastante relacionada con la primero del “no debes tener leche”. En este caso no se habla específicamente del hecho de tener o no leche, sino abarcando más posibilidades, del hecho de que el bebé, por la razón que sea, no se está alimentando bien.

Como he comentado en el otro punto, antes de dar un biberón con leche artificial, que suele suponer el principio del fin de la lactancia materna, deben tratar de solucionarse los posibles problemas, si es que los hay, que estén originando un déficit en la ganancia de peso.

Quizás las expectativas son poco reales (hay pediatras que no acaban de saber cómo interpretar las gráficas de crecimiento), quizás el bebé no está mamando bien y no está extrayendo bien la leche, quizás alguien puso horarios a la lactancia,...

Introducción de alimentación complementaria precoz (antes de los seis meses)

Esto no es una crítica en sí, sino un error, por recomendar algo que no es lo mejor para un bebé. Hace ya unos diez años que la OMS declaró que la pauta de alimentación idónea para un bebé es: leche materna en exclusiva durante los primeros seis meses, leche materna como primer alimento, pero complementado con otros alimentos, hasta los 12 meses y mantener la leche materna al menos hasta el segundo año, siendo la comida la principal fuente de energía.

En el momento en que alguien recomienda empezar a ofrecer comida antes de los seis meses se está saltando dicha recomendación y está haciendo que un bebé que podría estar tomando leche materna, alimento más nutritivo que cualquier otro que se le pueda ofrecer a un bebé, deje de tomarla para comer otras cosas que todavía no necesita.

“Si pide antes de que le toque, dale agua / dale agua con sacarina”

Otro error con respecto a la lactancia que se origina de una lamentable falta de información / formación por parte del pediatra es el de no permitir que el amamantamiento sea a demanda. El mero hecho de decir “antes de que le toque” demuestra que hay un horario establecido en el que se come cuando toca, pero no se come cuando no toca. Como si los bebés fueran relojes de precisión que fueran a fallar en caso de recibir alimento antes de lo que el pediatra dictamina. Dicho de otro modo, es como si los pediatras supieran qué hambre tienen los niños y cuándo la tienen.

Si además de no permitir a un bebé alimentarse a demanda de leche materna, se recomienda dar agua o agua con sacarina, bebida con contenido nutricional nulo, corremos el riesgo de llenar el estómago de nada (bueno, sí, de agua, pero ya digo que no alimenta) y conseguir que luego el bebé no quiera tomar el alimento que tanto necesita para crecer y vivir. Es decir, corremos el riesgo de desnutrirle (es como si nosotros nos saltáramos la comida todos los días porque nos hemos hinchado a agua y encima de para vivir, comiéramos para crecer).

“Cuando le salgan los dientes, desteta”

La misma frase cae por su propio peso. Es tan absurda que no hace falta comentarla demasiado. Los dientes no son ningún impedimento para seguir mamando ni para seguir dando el pecho. Si el pediatra ya sabe esto y la frase se origina desde la preocupación por los pechos de la mujer, pues “gracias por el consejo y sobretodo gracias por preocuparse, pero ya destetaré cuando a mí me parezca”.

Quítale la teta o será demasiado dependiente

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Esto se lo dijo un pediatra a una mamá que amamantaba a su bebé de siete meses. Lo cierto es que es muy habitual asociar cualquier comportamiento de apego (la teta, los brazos, el cariño, el contacto,...), con la dependencia de los bebés y la realidad es que no hay estudio que demuestre tal pensamiento. Es más, hace ya unos cuantos años que se está demostrando que los bebés y los niños necesitan ser dependientes de pequeños para aprender, por sí mismos, a ser independientes.

Ser independiente y autónomo es una característica de las personas que aparece de la autoconfianza y de la seguridad en uno mismo. Cuando se permite a los bebés y los niños convivir con sus padres y se respetan sus tiempos de aprendizaje son capaces de coger ellos mismos su propia autonomía sin miedo a equivocarse, ya que papá o mamá estarán ahí si hace falta. No es necesario forzar ritmos ni separaciones para que se espabilen, porque si sienten carencias y se sienten inseguros en su forzada “soledad”, esa que en teoría les hace aprender a ser independientes (como si se fueran a vivir solos a los 7 años), pueden acabar siendo aún más temerosos, menos atrevidos (para no errar) y al final más independientes (“como me has dejado solo aprendiendo, prefiero no arriesgar por si acaso”).

Todo esto para decir que dar el pecho es dar alimento y es dar un abrazo, consuelo y cariño cuando hace falta. Hasta ahora ni la leche materna, ni los abrazos ni el consuelo ni el cariño han creado a niños que no sean capaces, con cinco años, de separarse de sus madres.

“No le des más de 5 o 10 minutos, luego sólo traga aire”

En el cuerpo de una mujer hay muchas, pero muchas cosas. En la mama de una mujer también hay muchas cosas. Lo que seguro que no hay es aire. Cuando un bebé se agarra al pecho, no lo coge como cogería una tetina o como una mano agarra una pelota. El bebé succiona el pecho, lo atrae hacia sí y lo mantiene dentro de la boca generando vacío (por eso dicen que si tienes que retirarle el pecho de la boca, metas el dedo por la boquita para evitar el efecto ventosa). Esto quiere decir que sella sus labios con el pecho de la madre evitando que entre aire. Si en el pecho de la madre no hay aire y el bebé no lo puede coger del exterior, ¿de dónde demonios va a sacar el aire?

La lactancia debe ser a demanda y es el bebé, siempre, el que decide cuándo parar y cuándo seguir mamando, hayan pasado 5-10 o los minutos que hagan falta.

“Dale el pecho durante 10 minutos cada 3 horas”

Similar al punto anterior. Ni 10 minutos, ni 3 horas. Un bebé alimentado con este ritmo corre el riesgo de quedarse con bastante hambre y de llorar unas cuantas horas al día pidiendo comida.

Según la velocidad con la que mame un bebé, a los diez minutos puede ser el momento en que la leche empieza a ser más grasa aportando más calorías al bebé. Si en ese momento se detiene la toma, el niño se quedará mal alimentado y tendrá hambre, seguramente, mucho antes de las tres horas (de hecho, aún cuando se le diera una toma completa de leche materna, es muy probable que antes de las tres horas pidiera de nuevo, ya que la leche materna se digiere en unos 60-90 minutos).

“La teta es a demanda los primeros 10 días, luego cada 4 horas”

Claro, el día número diez se le puede dejar mamar cada media hora si quiere, pero la naturaleza ha previsto que la noche en que el bebé cumple 11 días su estómago se haga tan increíblemente grande que pueda albergar leche materna como para pasar cuatro horas sin pedir, a la vez que la madre triplica su producción de leche para dar al bebé la leche de todo un día, que en el décimo día conseguía en unas 12-15 tomas, en tan sólo 6 tomas.

Evidentemente este párrafo está escrito con sarcasmo. Lo extraño es que un pediatra sea capaz de creerse semejante tontería.

“El niño es muy mayor, ya no le alimenta”

Dicho por un pediatra a una mamá con un bebé de ocho meses. Según él, con ocho meses un niño es ya muy mayor para tomar leche materna porque ya no le alimenta. Como ya he dicho y todas sabéis, amamantar a un hijo es un acto que tiene mucho de alimento, pero mucho de otras cosas.

Yo no seré nunca capaz de entender qué puede sentir una madre dando el pecho porque nunca podré hacerlo, pero el hecho de que tu hijo crezca y viva gracias al alimento que tú creas para él me parece algo realmente fascinante. Ver cómo pide el pecho cuando algo le preocupa, cuando está nervioso, cuando se ha hecho daño, cuando quiere estar con mami, cuando… debe ser mágico.

Por eso, aún cuando este pediatra tuviera razón y la leche materna a los ocho meses ya no alimentara, seguro que miles de madres seguirían dando el pecho (absurdas e inconscientes ellas) a sus hijos. Lo curioso es que no tiene razón, que la leche materna sigue alimentando tanto como el primer día, que ha cambiado en composición para adaptarse a la edad y el tamaño del niño y que sigue aportando defensas a un bebé que hasta los 3-6 años no tendrá su sistema inmunitario totalmente maduro.

Si además tenemos en cuenta que tanto la OMS como la AEP hablan de los dos años como la meta a conseguir, ¿cómo puede un pediatra decir que un bebé de ocho meses es muy mayor para tomar el pecho?

“Lo que tienes es aguachirri”

Ésta se la dijo un pediatra a una mamá con un bebé de siete meses. Siguiendo con el punto anterior, hay muchos pediatras que creen que a partir de los seis meses los niños tienen que empezar a comer porque la leche materna se transforma en agua. Algunos son más específicos y “amables” y se atreven a llamar a la leche aguada “aguachirri”.

Lo cierto es que, como he dicho, ni la leche se convierte en agua, ni la alimentación complementaria se da por ese motivo, sino para ofrecer algunos nutrientes a los bebés que, creciendo, empiezan a necesitarlos, de igual modo que los necesitan los que toman leche artificial.

Y si se convirtiera en aguachirri, pues a seguir ofreciendo el pecho, que como a los seis meses se les empieza a ofrecer agua, mejor de la teta que de la botella.

En un par de días continuaré con las críticas o con los errores de los pediatras que visitaron a las mamás que respondieron a la encuesta, ya que hay otras que creo que son dignas de mención.

Fotos | Flickr – moppet65535, Daquella manera, c r z
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