Se está convirtiendo en viral, porque ya lo han visto casi un millón y medio de personas. Se trata de una broma de cámara oculta en la que los protagonistas son un padre con su bebé, que va en un cochecito y que quieren hacerse una foto. El bebé cae al agua para disgusto de los extraños y esto, al parecer, es divertido.
El vídeo es obra de la gente de Whatever, de los que ya he visto vídeos en otras ocasiones porque a veces tiene cierta gracia o generan curiosidad (este vídeo en el que un chico pide a varias chicas si quieren ser su Valentina, en el día de los enamorados, es muy bueno), pero en el que hoy os muestro no puedo dejar de preguntarme: ¿Qué gracia tiene hacer una broma de cámara oculta con un bebé que cae al agua?
No deben tener hijos
La escena del bebé cayendo se repite en varias ocasiones y, sinceramente, siento más pena y preocupación por la reacción de la gente que simpatía o ganas de reír por la broma. Incluso es de admirar que un chico con una prótesis ortopédica esté a punto de quitársela para lanzarse al agua a por el falso bebé, mientras su padre no es capaz de moverse.
No sé, quizás me esté volviendo un abuelo cebolleta con el paso de los años (y eso que aún ando lejos de ser abuelo) y mi humor se esté agriando, pero es que para los que somos padres y vivimos pendientes de que cosas así no les pasen nunca a nuestros hijos, verlo en clave de humor nos rechina. Supongo que el que tuvo la magnífica idea de hacer la broma no tiene hijos, porque si no, no lo entiendo.
No es la primera vez
El caso es que para mi sorpresa, al echar un vistazo a otros vídeos de estos autores, me doy cuenta de que no es la primera vez que utilizan a un bebé para hacer una broma. Hace un par de meses ataron unos globos a un muñeco y cuando el padre se despistaba los globos salían volando con el bebé atado. Podéis verlo a continuación:
¿Veis la gracia donde yo no la veo? ¿Estoy perdiendo el poco sentido del humor que me queda? No sé, es que esto de reírse de los bebés, incluso cuando son falsos bebés, me saca un poco de quicio, la verdad.
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