Economía de fichas: cómo usarla (y cómo no) para potenciar rutinas y conductas en los niños

Economía de fichas: cómo usarla (y cómo no) para potenciar rutinas y conductas en los niños
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La psicología infantil es útil para ayudar a los niños y niñas a gestionar sus emociones, a sentirse mejor consigo mismos, a ganar seguridad personal y, en definitiva, a potenciar su bienestar, mediante un cambio en sus estrategias de afrontamiento, emociones y conductas.

También puede ayudar a las familias con hijos que manifiestan ciertas problemáticas a acompañarlos de forma respetuosa y a mejorar el clima familiar, a través de herramientas y técnicas varias.

Una de estas técnicas es la economía de fichas, un método propio de la psicología conductual que persigue potenciar conductas deseadas e instaurar hábitos y rutinas. Es una técnica que se ha utilizado mucho en el campo de la diversidad funcional y de los trastornos del espectro del autismo, aunque también se puede utilizar en niños sin estas características.

Sin embargo, no es una técnica válida para todos los niños, y se recomienda utilizar siempre como complemento a otras intervenciones. Pero, ¿en qué consiste exactamente? ¿Cómo usarla y cómo no usarla?

¿Qué es la economía de fichas?

La economía de fichas (también llamada sistema de puntos) es una técnica psicológica que pertenece a la orientación conductual. Su objetivo es modificar la conducta, potenciando las conductas deseadas y disminuyendo las conductas no adaptativas.

Se basa en principios de condicionamiento operante; consiste en establecer un sistema en el que el niño gane puntos o fichas por comportarse de una determinada manera (estipulada previamente con él).

Las fichas se pueden canjear más tarde por un refuerzo (o premio) mayor, que también ha sido pactado de antemano. A través de este sistema se puede acordar con el niño que si consigue un determinado número de fichas, podrá obtener el refuerzo que desee (por ejemplo: una actividad, un juego, un refuerzo de tipo social, etc.).

Objetivos que persigue y ejemplos

A través de la economía se busca establecer comportamientos deseados a medio y largo plazo. Por ejemplo, puede ser útil para fomentar que los niños sigan las normas de casa, que recojan sus juguetes, que tengan buenos modales en la mesa...

Sirve para trabajar (y enseñar) conductas pero también hábitos y rutinas. Así, si se plantean bien, estos comportamientos pueden acabar convirtiéndose en rutinas que queremos instaurar.

Mediante esta técnica podemos instaurar, por ejemplo, rutinas de estudio en casa o rutinas de higiene y autonomía (que los niños aprendan a lavarse solos los dientes, a irse a la cama, etc.).

¿Cómo funciona la técnica?

Los puntos son un refuerzo positivo inmediato para los niños, que puede mejorar su motivación a la hora de conseguir el refuerzo o premio final. Y esta motivación, a su vez, puede ayudar a que el niño colabore a la hora de llevar a cabo estos comportamientos que deseamos potenciar.

Es una técnica que se utiliza en diferentes contextos: familiar, escolar, clínico... Además, se ha comprobado cómo la economía de fichas es útil en niños con un trastorno del espectro del autismo (TEA), con una discapacidad intelectual o que presentan trastornos de conducta. Eso sí, siempre que se aplique de forma correcta y en complemento a otras estrategias.

Cómo usar adecuadamente la economía de fichas

Sin embargo, esta técnica también tiene detractores, que no ven adecuado fijarse solo en la conducta de los niños (la señalan como excesivamente conductista), y que ven la técnica limitada y anticuada.

Por eso, para que realmente sea beneficiosa y respetuosa con el desarrollo del niño, debe aplicarse de una determinada manera.

1. Tener en cuenta los pasos a seguir

Primero de todo, deberemos tener claro cómo se utiliza adecuadamente la técnica, es decir, cuáles son los pasos a seguir:

  • 1. Establecer los objetivos

Es decir, las "conductas meta", aquellas que queremos favorecer y potenciar en el niño. Debemos tener en cuenta la edad y momento evolutivo del niño. Seleccionaremos las conductas y las definiremos de forma concreta, clara y precisa (por ejemplo: pedir las cosas en un tono de voz adecuado, sin gritar).

  • 2. Seleccionar el tipo de fichas que vamos a utilizar

Pueden ser pegatinas, estrellas, caras sonrientes...

  • 3. Decidir qué reforzadores de apoyo se van a conceder

Es decir, los premios o refuerzos. También, decidir por cuántas fichas se van a canjear. Esto lo podemos hacer conjuntamente con el niño; para ello, deberemos tener en cuenta sus intereses y motivaciones, explorar qué le gusta, etc.

  • 4. Seleccionar quién va a supervisar el adecuado funcionamiento de la economía de fichas

También, quién se encargará de administrar los puntos y reforzadores.

  • 5. Escoger el aspecto que tendrá el soporte del programa

Es decir, seleccionar bien el material, en función del contexto, lugar, etc. Por ejemplo, podemos usar cartulinas, colores y pegatinas. En internet encontrarás múltiples plantillas que te pueden inspirar o ser de utilidad, como estas de Orientación Andújar.

2. Conocer bien la técnica o acudir a un profesional formado

Como padres, podemos aplicar esta técnica, pero es mejor que antes nos formemos en ella, o que pidamos ayuda a un profesional especializado. En este caso, un psicólogo infantil formado en técnicas de modificación de conducta.

3. Registrar las conductas antes de empezar

También es importante establecer una línea base de las conductas del niño, es decir, registrar la frecuencia y/o intensidad con la que lleva a cabo los comportamientos objetivo en ausencia de intervención.

Esos datos los compararemos con el comportamiento del niño durante y tras la implementación del programa o sistema de puntos. Sin embargo, no es un paso imprescindible si solo queremos trabajar conductas puntuales o hacerlo de forma menos protocolarizada (todo dependerá de cada caso).

4. Nunca imponerla: consensuarla con el niño y buscar su motivación

Por otro lado, es importante que el niño sea partícipe en el proceso de aplicación de la técnica y que respetemos sus necesidades y opiniones al respecto (identificar si es un buen momento para aplicarla).

Nunca debemos imponerla, sino consensuar con el niño qué le parece, explicarle bien su funcionamiento y su sentido y, en definitiva, buscar juntos su motivación. El niño debe vivirla como algo que le puede ayudar (e incluso, que le puede motivar a aprender), jamás como un castigo o como una imposición.

Cómo no usar la economía de fichas

Y ¿cómo no usar esta técnica? No debemos utilizarla, por ejemplo, como una forma de castigo encubierta. Recuerda que esta técnica sirve para potenciar conductas, no para castigar las conductas que queremos eliminar.

Tampoco debemos utilizarla de forma rígida; deberemos ser flexibles y ser capaces de ir modificando los objetivos y los refuerzos en función de las necesidades e intereses del niño.

Por otro lado, a la hora de buscar refuerzos, deberemos evitar que estos sean únicamente de tipo material, y optar por refuerzos más sociales, como por ejemplo pasar tiempo en familia.

Y sobre todo, es importante utilizarla como complemento a otras estrategias que no solo se centren en la conducta, sino también en las emociones y los pensamientos del niño.

Fotos | Portada (Freepik)

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