Las promesas que hacemos antes de ser padres y luego no cumplimos
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Las promesas que hacemos antes de ser padres y luego no cumplimos

No sé si vosotros las habéis hecho ahora que estáis esperando a un bebé o si las hicisteis antes de ser padres, pero muchas parejas, ya sea porque lo han hablado, ya sea de manera individual, se hacen una idea de qué tipo de padres serán o de cómo lo harán antes de serlo y se hacen promesas al respecto, algo así como "cuando yo sea padre haré esto..." o "cuando yo sea madre no haré aquello".

Son frases, ideas y promesas que aparecen al pensar en cómo nos criaron nuestros padres y, sobre todo, al ver a otros padres cuidar de sus hijos. Tu amiga, que "mira cómo le habla a su hijo", tu hermano, que "mira lo que le da de comer", tus cuñados, que "están todo el día con el niño en brazos" y así con varias circunstancias o sucesos que te hacen hacer varias promesas antes de ser padre que... bien, luego, pues no cumplimos.

Mis hijos solo van a comer comida sana

Que mira, que he visto un bebé por la calle comiendo gusanitos, y un niño pequeño ahí dale que te pego a los caramelos, y mi hermana se ha llevado a los niños al McDonald's, y mi amigo celebró el cumpleaños del niño, con los niños de la clase, en el Burguer, y he visto a tu sobrino con un pastelito de esos rosas, que a saber qué lleva.

Y oye, que tienen toda la razón, que la bollería industrial a saber qué lleva, que eso huele a petróleo o a cera, que qué necesidad tiene un niño pequeño de comer caramelos, que la comida rápida no es buena para los niños (como que a más comida rápida, peor capacidad de aprendizaje), que los cumpleaños mejor celebrarlos con merienditas caseras, y no en un sitio de hamburguesas y patatas fritas, y que las meriendas de los niños, hoy en día, dejan mucho que desear (¿dónde demonios ha quedado el bocadillo de toda la vida?).

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Pero es que decirte a ti mismo que tus hijos solo comerán comida sana es una promesa difícil de cumplir. No imposible, claro, pero sí improbable. Porque llega el día en que no te da tiempo a hacer la comida y dices "pues hoy compramos comida". El otro día hasta leía un chiste gráfico que decía "a veces estoy tan cansada después de ir a comprar comida que ¡al llegar a casa no me apetece cocinarla!". Es así, hay días que mira, no llegas, o no te apetece, y acabas por coger al niño y meterte en un sitio de esos de comida guarra. Que oye, que ya sé que está mal, pero hoy me salto las normas y me lo meto entre pecho y espalda, y el niño, pues lo mismo.

(Por cierto, que conste: está hablando el Armando padre, no el Armando enfermero. Si se enterara de lo que acabo de decir...).

Sólo comerá chuches en los cumpleaños

Siguiendo con la promesa anterior, solo comerá caramelos, y beberá Coca-Cola y Fanta en los cumpleaños. Sí, hasta que la abuela le trae caramelos o tú mismo, para que se calle de una vez, le dejas coger en la cola del supermercado, de al lado de la caja, ahí donde están a su alcance, un caramelo o una chocolatina. Después de coger 127 cosas y tú volver a dejarlas en su sitio, de ver que la de delante tiene un carro que parece que se va a meter en un búnker durante 6 meses y que lo próximo es tirarse al suelo o tirar todo lo que está a su mano toma, anda, un "pachús" y arreglao. Ya habrá otros momentos del día con más tranquilidad para educar tu tolerancia a la frustración.

Se vestirá como él quiera

Este soy yo. Siempre he dicho que mis hijos irán como quieran. Si quieren tal o cuál camiseta, que decidan ellos. Si quieren tal o cuál pantalón, adelante. Pero mira, luego cuando tienes hijos acabas por actuar de filtro, porque no es lo mismo ir a dar un paseo que ir a un evento importante y no es lo mismo ir al cole, donde mejor que lleven ropa cómoda y que puedan bajarse fácilmente para hacer pipí o caca, que ir a comer a casa de la abuela, donde además van sus primos, que siempre van tan guapos que el tuyo parece que lo acabas de rescatar de una guerra.

Y ya no es solo lo que piense yo, es que en esto de la ropa está también la mujer, y ese sí que es un filtro ineludible (estoy generalizando, siempre hay excepciones).

- ¿Qué le pongo, cariño?
- Lo que quieras. Un pantalón y una camiseta... (Minutos después) Pero ¿qué le has puesto?
- Pues un pantalón y una camiseta.
- Anda, pero si eso no pega. ¿No ves que este pantalón va con aquella camiseta que le compré el otro día, que tiene tonos azules como el pantalón?
- ...

Y es que una mujer no puede permitir que sus hijos vayan por el mundo mal vestidos, y menos si va a casa de su madre o tu madre a comer. ¿Por qué? Pues tal y como me explicó un día una psicóloga: "las mujeres hacen un repaso final a cómo van sus hijos porque inconscientemente sienten que la imagen que proyecten sus hijos mostrará lo bien o lo mal que su madre les cuida", es decir, que no te va a dejar que lo lleves de andar por casa si corre el riesgo de que alguien piense "mira ese niño, cómo lo lleva su madre".

No les voy a dejar que salten en el sofá ni en las camas

Pues eso. La cama es sagrada y el sofá nos ha costado mucho dinero, así que nada de tenerlos como salvajes saltando en el sofá. Nada, hasta que te das cuenta de que tienen mucha más energía que tú y que, o te lo llevas a quemarla a alguna parte (a jugar con él a la calle, al parque o donde sea), o va a saltar en el sofá. Y a veces, incluso cuando ya lo haya hecho, saltan igual. Así que acabas por dejar que salten porque total, los muebles están cada vez peor (arañazos, golpes, pintura tribal, etc.) y así el sofá no desentona.

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Además, seamos sinceros: ¿no será que les tenemos envidia porque a nosotros no nos dejaron y ahora no nos dejan hacerlo?

Nunca les gritaré

Este también soy yo. Hasta que me vi en casa con tres hijos. Desde entonces lo tengo clarísimo: cuando alguien me dé consejos de paternidad, antes de que siga le diré "¿cuántos hijos tienes?", porque si me dice que tiene uno o dos quizás le haga una mueca de "mecachis, no son suficientes". Tuve uno y nunca le grité, nunca le pegué y nunca le amenacé ni castigué. Tuve dos y nunca les grité, nunca les pegué y nunca les amenacé ni castigué. Tuve tres y les he gritado, no les he pegado (cuento por pegar los cachetes a tiempo esos, los que dicen que son educativos) y no les he castigado, pero sí amenazado. Por eso no tengo un cuarto, por riesgo a tener que irme a vivir a otro país y cambiar de nombre.

En otras ocasiones he hablado de ello aquí. No estoy orgulloso, cada vez que les grito es un grito más de los que me gustaría haber soltado, pero son niños, son tres, son seres en formación capaces de hacer cosas que no entiendo (entiendo por qué las hacen, porque son pequeños, pero no entiendo que se hagan daño entre ellos), y que no soporto... trato de respetarles y de enseñarles a ser respetuosos, y creo que lo son, y mucho, pero en los momentos de conflicto, cuando pierden los papeles, pueden hacerse mucho daño y ahí aparezco yo desde la lejanía gritando como un poseso "¡Basta! ¡No os hagáis daño!" o cuando son pequeños y solucionan sus enfados lanzándolo todo al suelo "¡Ya vale!", o cuando les dices "quedaos en el sofá que friego" sin necesidad, porque ya estaban en el sofá pero avisas por si acaso y segundos después aparece uno corriendo que va a por no sé qué que justamente necesita en ese momento "¡Vuelve al sofá que te vas a matar!".

No son gritos con el mensaje que envían otros padres: "¡No sirves para nada!" o "¡Te lo dije! ¡Nunca me haces caso! ¡Ahora te fastidias!" o "¡Eres lo peor! ¡Un inútil!", que son terriblemente dañinos, por ser gritos y porque esas palabras se graban a fuego en la mente y la autoestima de un niño, pero oye, yo preferiría decirles las cosas sin gritar.

Mis hijos se adaptarán a nuestras vidas desde el principio

Y cuando el bebé nazca aprovecharé el permiso maternal para hacer no sé qué y no sé qué cuantos y como nosotros somos muy de salir por ahí con los amigos, pues nos lo llevaremos y haremos que se adapte a nuestras vidas, que sea uno más.

Sí, claro, como si los bebés tuvieran "On" y "Off", o como si te hicieran caso o vinieran preparados para acoplarse a la vida de sus padres. No, no suele ser así. En todo caso, son los padres los que se adaptan al bebé, por su propio bien (el bien de los padres, me refiero).

Dormirán en sus cunas y no en nuestra cama

Tenía mi primer hijo uno o dos meses cuando una mujer, madre, me dijo que muchas noches su hija acababa durmiendo con ella en la cama. Me pareció irresponsable y una mujer con poca fuerza de voluntad. Por eso entiendo que la gente no vea bien el que yo acabara durmiendo con mis hijos, porque si no lo has hecho, si no lo has vivido, no lo puedes ver lógico.

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Que no, que luego se acostumbra, que luego no los puedes sacar de la habitación, que cada uno tiene que tener su espacio,... Mira, llega un momento en que dices "o duerme aquí en la cama o nos tienen que ingresar a riesgo de que nos pase algo por deprivación constante del sueño", y hasta te documentas para ver si de verdad es tan malo. Entonces saltas de alegría cuando te das cuenta de que no solo duerme mejor con vosotros y dormís bien, sino que es hasta recomendable.

No dejaré que se acostumbren a los brazos

Esos padres, ahí, con los niños todo el día en los brazos. ¡Qué necesidad! Si hasta se los cuelgan en mochilas y trapos. Con lo bien que van en los cochecitos de toda la vida. Y piensas que no los cogerás para que no se acostumbren y luego los tengas que coger de por vida y resulta que cuando estás en el hospital te das cuenta de que, o le coges, o tu mujer no duerme. O le coges, o la de la cama de al lado no duerme. Y le coges, y lo tienes ahí, contigo, y se duerme mientras le miras y te dices "oye, pues esto hasta me gusta".

Y al final ya te da igual si se acostumbra o no, porque el bebé te lo pide y, si te lo pide, por algo será. ¡Igual necesita cariño! Pues no se lo vas a negar, ¿no? Es tu hijo, y cariño hacia él sientes un montón, así que ¡toma cariño!

Y luego te enteras de que los bebés ya nacen acostumbrados a los brazos, que si acaso quieres intentar algo, si a algo le tienes que acostumbrar, es a no necesitar los brazos, porque eso es lo que te dará trabajo conseguir. Ahí es cuando llorará y tendrás que luchar para lograrlo, porque no es lo natural.

Además, reflexionas y dices "¿de verdad los cochecitos son lo de toda la vida?", porque brazos tenemos desde el principio de los tiempos, pero el cochecito parece que llegó un poco después (sólo unos cuantos de millones de años después).

Cuando no se coman la comida, se la guardaré para la merienda

Y si no se la come en la merienda, para la cena. Que sepan quién manda desde el principio, que si no se te suben a las barbas. Que espabile, que se haga independiente, que sepa que en esta vida nadie le va a regalar nada, que sepa que no se puede tener todo en la vida, que aprenda a sufrir.

Bueno, sí, vale. Calma. Que todo eso lo va a aprender tarde o temprano. Ya tendrás tiempo de enseñarle y tendrá tiempo de aprender que no va a poder tener todo lo que quiera y que la vida puede ser maravillosa, pero también muy dura. Que, como dice Pedro Guerra, "venimos para ser felices y para sufrir". Pero oye, que no hace falta que lo aprenda todo a la hora de comer y que, de todas maneras, cuando se vaya de casa él no será tan estúpido de ponerse un plato de comida y, si no lo quiere, guardárselo para la merienda y si no, para la cena. Directamente hará lo que le salga de las narices, y si algo no le gusta, no lo va a comer.

Así que quizás lo más interesante sea que en casa los padres seamos un modelo, un ejemplo, y que comamos lo que queremos que el niño coma. Si comemos comida sana, si compramos comida sana, el bebé comerá comida sana. Habrá épocas que no querrá de una cosa o de otra. Habrá alimentos que no le gustarán y no comerá, pero si no insistimos con la comida, si no convertimos una necesidad básica en un momento educativo, y si no castigamos ni premiamos, sino que lo vivimos con naturalidad, acabará comiendo de manera relativamente variada: basta que insistas con la verdura diciendo lo importante que es para que la empiece a mirar con recelo. Si además no es un sabor que le emocione, ya tiene dos motivos para no comerla.

Si en cambio no decimos nada, sino que la ponemos para comer y comemos todos, es más fácil que no la rechace, que la acabe comiendo o, como mínimo, que no la rechace siempre.

No dejaré que vean apenas la tele, ni que jueguen con la tablet o el móvil

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Porque todos sabemos que la televisión antes de los dos años no es aconsejable, hasta el punto que puede alterar el desarrollo lingüístico de los niños. Y decides que no verán la tele hasta entonces, y que no cogerán tu móvil ni tendrán tablet, ni consola, que acaban todos idiotizados.

Que pasará tiempo contigo, que jugaréis, que hablaréis mucho, que no hace falta tanta pantalla. Y lo consigues. El caso es que lo consigues. Hasta que crece un poco y ves que no llegas a todo, y que la energía está tirando a la baja, y que un día pones un canal de dibujos y se queda hipnotizado, y empiezas a preguntarte si en vez de estar ahí sentada/o con él, ya que está en trance, no podrías aprovechar para hacer otra cosa. Y lo pruebas y lo consigues. Vuelves al sofá, pero sigue ahí sin moverse, y piensas que podrías hacer algo más, y ves que funciona... Y ya está. Ha funcionado una vez, no tiene por qué no funcionar en otro momento, así que cuando necesitas un momento de tranquilidad y paz, le pones la tele, que ahora hacen dibujos 24 horas al día, le das el móvil para que te borre los programas y le dejas la tablet para que llene la pantalla de huellas y sustancias diversas. Bueno, no lo haces para eso, eso es la consecuencia, pero te da igual. El niño está tranquilo y oye, que he leído por ahí que los juegos son educativos y que estimulan la creatividad y los reflejos. Pues hala, estimula, hijo, estimula, que yo me siento que estoy agotao.

No les amenazaré con cosas que luego no pueda cumplir

Porque amenazar y no cumplir es poner la semilla para que luego las amenazas no sean tomadas en serio. Y si pones una amenaza y no funciona, debes ejecutarla, dice la teoría.

Da igual. En momentos de máxima tensión, cuando lo único que te sale es hacerle daño físico porque ha saltado tu modo automático pero una chispa de tu raciocinio te dice "no le pegues, animal", la fuerza sale por la boca. Sale un grito, sale una amenaza y llegas a decir estupideces que luego ni entiendes de dónde salen. Amenazas tan absurdas que son incumplibles, o que si las cumples te fastidian a ti también, o que sabes que nunca cumplirás... Una mierda, vamos. Que estás tú ahí tratando de educar en el diálogo, el cariño y el respeto y cuando mejor parece que lo llevas te hacen perder los papeles por todo lo alto, sacando un "yo" interior de lo más lamentable.

¿Lo bueno?, que con el tiempo aprendes a controlarte y a manejar los conflictos de un modo más civilizado y que, cuando por fin lo consigues, ellos ya han crecido y han dejado de hacerte perder la paciencia.

Tomadlo todo con humor, por favor

No, no me he vuelto loco. No llevo siete años dando consejos y explicando cómo criar y educar a los hijos del modo que creo que es mejor para ahora, en una sola entrada, decir que pueden comer lo que sea, que no pasa nada si les gritas, que si están embobados con una pantalla perfecto, etc. Es sólo una manera de quitar hierro al asunto y mostrar que, como dije el otro día, hay momentos de flaqueza en los que necesitas recuperar un momento tu vida, o dejar de hacer las cosas perfectas, saltarte las normas, o perdonarte porque no has sabido estar a la altura.

Es un "¿lo hiciste mal? No te machaques. A mí también me ha pasado. A todos nos pasa". Intentaremos todos mejorar, esto es obvio, porque uno está madurando y aprendiendo a ser mejor persona y a adaptarse mejor a su entorno hasta el día en que se muere, pero en el camino, si yerras, al menos no te sientas solo ni extraño, porque no serás el único.

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