"Utilizar premios y castigos tiene unas reglas muy estrictas": entrevista a la psicóloga Teresa García

"Utilizar premios y castigos tiene unas reglas muy estrictas": entrevista a la psicóloga Teresa García
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Premios, castigos, conductismo, refuerzos positivos. Parece que la crianza y la educación de los niños pasaría obligatoriamente por esos métodos si no fuera por profesionales que trabajan precisamente en otra línea y que nos enseñan como conseguir que nuestros hijos crezcan como personas responsables, libres y sanas emocionalmente con otra forma de enfocar la comunicación. Una de esas profesionales es la psicóloga Teresa García, quien, desde su página Sin Castigos, promueve y enseña mecanismos de habla compasiva y de educación no conductista.

Desde Bebés y más hemos querido hacer esta entrevista a la psicóloga Teresa García y esta vez vamos a profundizar en el conductismo, en los peligros de los castigos y también de los premios, para aprender otras formas de educar.

¿Qué es el conductismo?

Es una corriente psicológica que parte de la observación del comportamiento animal

¿Lo de los famosos perros de Pavlov?

Pavlov es muy conocido, pero también los es B.F. Skinner. Pavlov trabajaba con perros, Skinner con palomas. El conductismo trata de aplicar lo que descubre en la conducta animal, a la conducta humana. Y en cierto modo funciona, pero no es tan fácil hacerlo funcionar a propósito.

Pero hay muchos psicólogos, pedagogos y psicopedagogos que utilizan esta rama en su trabajo y consideran que es útil, ¿qué opinas tú?

Evidentemente, si lo usan es porque lo consideran útil, pero sobre todo porque saben “cómo” hacerlo útil. Y es que debemos saber que utilizar un premio o un castigo tiene unas reglas muy estrictas para que realmente funcione.

¿Qué efectos puede producir que alguien no siga esa reglas en la aplicación de premios y castigos?

Realmente hay efectos negativos que van desde bajar la efectividad hasta conseguir el efecto contrario al que se perseguía. Cuando se trabaja con animales, está todo perfectamente controlado para producir el efecto deseado. Todos los cuidadores que tratan con el animal hacen lo mismo.

Pero eso es casi imposible con un niño o niña.

Por no decir que es completamente imposible. Imagina que quieres castigar una conducta, por ejemplo comer chuches antes de comer. Pero si otras personas con las que convives piensan que por una chuche no “pasa nada”, probablemente el crío le pedirá la golosina a esa persona, sin tu consentimiento.

¿Es igual de díficil utilizar un premio?

En cuanto a las reglas, sí. Una conducta que tú decidas premiar, ha de ser premiada siempre. Así imagina que eres profesora, y premias el silencio mientras tú hablas en el aula. Los niños van a casa y en casa les premian justo por lo contrario, por hablar (no en todas las casas sucede eso, pero tómalo como ejemplo) ¿cuál de los dos premios va a ser más fuerte?

Pero si esto es así, ¿qué provoca que esas técnicas estén en un auge tan fuerte, tanto en libros como en consejos de profesionales, y hasta en la televisión?

Esa es una pregunta interesante, y que mi respuesta unicamente se ciñe a mi opinión sobre el tema en partícular. La cultura occidental y la oriental, tienen en común el control. Gobiernos que controlan, incluso los gobiernos democráticos, controlan mediante leyes. En muchos paises aún existen dictaduras, y en otros aún quedan secuelas de las dictaduras que se vivieron.

Uno podría decir que por ejemplo en EEUU no existieron históricamente, y sería verdadero, hasta cierto punto. Eso sería obviar que los colonizadores, eran europeos, y que emigraban precisamente escapando de la represión.

Así que lo que resulta familiar a la mayoría, a la inmensa mayoría de personas, son los premios y castigos, incluso antes de que la psicología conductista existiera. Por lo tanto esta rama, está dando un tinte científico a algo que es cultura popular en una amplia variedad de territorios. Admito que tiene cierta funcionalidad siempre que se cumplan todos los requisitos. Aún así…

¿Aún así qué?

Aún así, una de las mayores críticas que se le hace al conductismo, en la rama animal se refiere a la “mala conducta” de los animales. Algunos investigadores no tan conocidos como Skinner, encontraron que los animales después de aprender condicionamientos, cada cierto tiempo volvieron a tener sus conductas instintivas habituales, además de que se podían generar en los animales ciertos movimientos involuntarios, o aumento en la ingesta de comida o bien de agua.

¿Estás diciendo que los métodos conductistas pueden tener efectos secundarios?

Estoy diciendo que los métodos conductistas tienen efectos que no son tan conocidos ni populares aunque quién los aplique sea un experto y en ambiente completamente controlado.

De hecho, si observamos un ámbito animal, como es la doma de caballos, veremos que la cultura occidental está basada en premios y castigos, mientras que en las culturas indias, dicha doma se basa en “ganarse” la confianza del animal. Como ves, el tema de premios y castigos está bastante ligado a la cultura, incluso en la relación con los animales.

Dices que en los animales aparecen efectos secundarios, ¿puedes decir lo mismo si hablamos de niños y niñas? ¿Existen riesgos?

Pues sí, y de varios tipos. Comenzaré explicando el más evidente. Puesto que los premios y castigos necesitan de un riguroso control, es muy probable que obtengas resultados muy diferentes a los que esperabas. De ahí que muchas veces escuches a madres o padres decir que a pesar de castigarles, los niños continúan con un comportamiento que les desagrada.

¿Qué dirías que influye en la aplicación de los castigos?

Lo primero que influye es la sensibilidad del organismo. Todas las personas, y los menores de edad están en la categoría de personas, tienen una sensibilidad diferente, incluso cambia en cada momento del día. Si el castigo no tiene la intensidad apropiada, conseguirá efectos que no son los que tenías planeados.

¿Qué pasa si un castigo es demasiado débil o demasiado fuerte?

Un castigo demasiado débil no tiene efectos, más allá del malestar de quién lo aplica, y la generación de un patrón de “puedo hacer lo que quiera” en quién lo recibe, algo así como “crear picaresca”. Piensa en las personas que sistemáticamente rompen las “reglas”, ya siendo adultas, porque el castigo que reciben es mínimo.

En el otro extremo (demasiado fuerte), encontrarás a las personas que generan un patrón de rebeldía constante o de sumisión constante. El rebelde es fácil de reconocer, o relativamente fácil, el sumiso cuesta más. El grado extremo del sumiso está en la indefensión aprendida.

Te pongo un ejemplo, tomado de nuestra historia. En los campos de concentración, ¿de qué había mayoría, de judíos o de soldados alemanes?

De judíos, eso lo sabemos todos.

Pues algunos niños y niñas al conocer la historia se preguntan porqué si eran mayoría, no se enfrentaron. Y algunos otros, “justifican” el castigo diciendo que si recibían un castigo tan duro era porque algo habrían hecho para merecerlo. Como puedes ver, los castigos tienen efectos que no sospechamos, fomentando comentarios en los niños del estilo de “algo habrán hecho”. Puedes ver ver algo de esa influencia en los experimentos de Milgram.

¿Quién era Milgram?

Milgram investigó allá por los 60 sobre la obediencia a la autoridad en situaciones extremas. Para ello diseñó un experimento supuestamente de aprendizaje, en el que demostró que un porcentaje muy alto de personas obedecía ordenes que “mataban” a otra persona. El “muerto” era un actor, que fingía morir, o estar muy grave. Un porcentaje muy alto de personas continuó el experimento hasta el final, o bien hasta límites bastante altos en el daño a la otra persona. Ese experimento fue repetido hace unos años, los datos los puedes ver en un documental francés titulado el juego de la muerte. Lo que encontraron los investigadores es que el porcentaje de obediencia hasta situaciones fatales había subido en estos cuarenta años. Así las cosas, en mi opinión, los castigos producen personas obedientes. Y ten en cuenta que la obediencia se basa en que la responsabilidad la tiene otro.

¿El daño consiste en aumentar la obediencia?

Esa es unicamente una parte del daño. La violencia crece cuando usamos este tipo de métodos. Un experimento bastante ilustrativo en este punto es el de la cárcel de Stanfor. Se tomaron individuos jovenes y sanos. Se les hizo test que determinaban la salud mental de todos los participantes. Después por azar, unos recibieron el rol de presos, y otros el rol de guardianes de la cárcel. Las consecuencias de los castigos son evidentes en ese experimento, lo que no estaba tan claro era la función de los premios. Cuando los “presos” estaban muy sometidos a los castigos, organizaron un motín. La reacción de los carceleros fue introducir los premios. Premiaron a un “preso”, y como resultado los presos comenzaron a discutir entre ellos, de forma tal que los carceleros, a pesar de estar en minoría ( a no ser que trabajaran todos dia y noche) tuvieron el control.

Tere, espera un momento, ¿estás diciendo que los premios produjeron que los cárceleros pudieran dominar la situación?

Si, exactamente, los premios produjeron que los “carceleros” pudieran dominar, y continuar castigando. Además, el experimento tuvo que ser suspendido por las crisis de ansiedad y despersonalización que provocaron en los “presos”. Iba a durar quince días y finalmente hubo de concluirse al quinto día.

Pero los premios tienen muy buena prensa, ¿es lo mismo un premio que un refuerzo positivo?

El refuerzo positivo y el premio aproximadamente es lo mismo. Hay diferentes tipos de reforzadores, algunos son psicológicos, como los elogios, y otros son psicológicos y físicos, como son las “caritas” o los circulitos rojos y verdes.

Y otros reforzadores son más “grandes”, como el gran coche cuando eres adulto. Lo interesante de un premio o de un reforzador es que hay “otro” que es el responsable, el que decide quién y qué “puedes tener”. En otras palabras fomenta la valoración externa, en detrimento de la interna.

Pero estamos hablando de que los niños y niñas entonces no tendrán o no aprenderán a automotivarse.

Pues algo así, aunque depende en algo también de la sensibilidad del niño o de la niña, de las construcciones que sea capaz de hacer, y de lo que sea capaz de imitar e interiorizar. Recuerda, lo de la sensibilidad diferente en cada persona, y dentro de cada persona, diferente en cada momento del día.

¿Pero entonces, no es adecuado reconocer lo que hacen los niños?

Reconocer es una cosa y recompensar o premiar es otra. Es muy diferente decir, “gracias por traerme un vaso de agua”, que en la misma situación digas, “¡Muy bien, trajiste el agua!”. En una reconoces y agradeces, en la otra elogias. Y el elogio tiende a convertirse en reforzador positivo.

Hasta ahora hemos aprendido porqué los castigos y los premios no funcionan bien con los seres humanos y cuales son los riesgos de aplicarlos, pues podemos tener consecuencias indeseadas, desde que no se modifique la conducta que no deseamos hasya que el niño desarrolle una obediencia excesiva o resistencia. Vamos a seguir hablando con la psicóloga Teresa García sobre este tema y también sobre la educación en general en siguientes entregas de esta entrevista.

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