La retinopatía del prematuro

La retinopatía del prematuro
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La fibroplasia retrolenticular o retrocristaliniana o la retinopatía del prematuro es un desarrollo anormal de vasos sanguíneos en la retina del ojo en un bebé prematuro. Algunos casos de esta enfermedad ocular son leves y se corrigen solos, pero otros requieren cirugía para prevenir la pérdida de la vista o la ceguera.

De cómo se produce este trastorno retinal, cuáles son los factores de riesgo, el tratamiento y sus consecuencias vamos a hablar a continuación.

La retinopatía provoca el crecimiento de vasos sanguíneos anormales en la retina, la capa de tejido nervioso del ojo que permite la visión. Este crecimiento puede provocar que la retina se desprenda de la parte posterior del ojo en los casos más graves.

Los vasos sanguíneos de la retina empiezan a desarrollarse tres meses después de la concepción y completan su desarrollo en el momento del nacimiento a partir de las 38 semanas. Si un bebé nace muy prematuramente el desarrollo del ojo no se ha completado, se altera y una multiplicidad de factores pueden provocar primero una detención y luego un crecimiento anormal de los vasos retinales.

El resultado es que los frágiles vasos pueden tener pérdidas, causando sangrado en el ojo. Asimismo, se puede desarrollar tejido cicatricial y desprender la retina de la superficie interior del ojo, incluso en los casos más graves provocando la pérdida de la visión.

Esta patología se suele presentar en dos fases (que se superponen en algún grado):

  • Una fase aguda, en la cual se interrumpe la vasculogénesis normal y se observa respuesta retiniana a una lesión.

  • Una fase de proliferación tardía o crónica de membranas hacia el vítreo, durante la cual se producen desprendimientos traccionales de retina, ectopia y cicatrización de la mácula, lo que lleva a una pérdida considerable de visión, pudiendo llegar a la pérdida total.

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Factores de riesgo y tratamiento de la retinopatía del prematuro

Además de la prematuridad y el bajo peso al nacer (se considera que menos de 1750 gramos), otros factores de riesgo pueden ser la apnea o paro respiratorio breve, la cardiopatía, un nivel alto de dióxido de carbono (CO2) en la sangre, infección, bajo nivel de oxígeno o de acidez en sangre, dificultad para respirar, frecuencia cardíaca baja (bradicardia), transfusiones.

En la actualidad, los nuevos cuidados para tratar a los bebés prematuros hacen que el riesgo de desarrollar retinopatía dependa del grado de la prematuridad, siendo los más afectados aquellos bebés más prematuros (sobre todo de menos de 30 semanas de gestación), pequeños y enfermos.

La incidencia de la retinopatía del prematuro (ROP) es inversamente proporcional al peso de nacimiento, estimándose que se presenta en un 30% de los niños menores de 1500 gramos. Se da el caso de que con los actuales avances de la neonatología ha aumentado la supervivencia de estos bebés de 1500 gramos o menos, que son los niños que tienen el mayor riesgo de padecer retinopatía del prematuro.

A los bebés nacidos prematuros se les hace un examen de retina a partir de las cuatro semanas (más tarde si son grandes prematuros) para comprobar cómo se están desarrollando los vasos oculares y poder actuar en consecuencia.

No obstante, hay quienes señalan que los controles deben hacerse incluso antes de las cuatro semanas, ya que el tratamiento precoz ha mostrado que mejora las posibilidades de que el bebé tenga una visión normal y se evitan los casos de miopías graves o de cegueras.

El tratamiento puede incluir crioterapia (congelamiento) y terapia con láser (fotocoagulación) se puede emplear para prevenir complicaciones de la retinopatía de la prematuridad avanzada. La cirugía es necesaria si la retina se desprende.

Entre el decálogo de derechos de los bebés prematuros se encuentra el de la prevención de la ceguera por retinopatía del prematuro: un niño prematuro necesita controles oftalmológicos desde las primeras semanas de vida.

Además, como los bebés prematuros tienen posibilidades de presentar otras alteraciones oculares (miopía, estrabismo, maduración visual retardada...), hay que seguir realizando revisiones oftalmológicas posteriores.

De este modo se puede lograr que la mayoría de los bebés prematuros con retinopatía se recupere sin presentar problemas visuales duraderos. No obstante, los casos más graves lo constituye aproximadamente 1 de cada 10 bebés que desarrollará una enfermedad de la retina más severa con resultado de miopía severa y ceguera.

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