
Imagina que alguien te dice que un diagnóstico podría costarte varios años de vida. Esta es la conclusión a la que ha llegado un estudio realizado con más de 30.000 adultos británicos diagnosticados con TDAH, un trastorno que afecta a la concentración (atención) y/o a la impulsividad.
Según el estudio, en promedio, los hombres con este trastorno viven siete años menos que la población general. Para las mujeres, la diferencia es aún más alarmante: nueve años menos.
Estos datos, publicados en The British Journal of Psychiatry, subrayan una realidad difícil de ignorar: el TDAH no es solo una cuestión de infancia ni únicamente de olvidarse de cosas o distraerse fácilmente.
Los riesgos asociados al TDAH explican esta diferencia
Aunque el estudio no identificó directamente las causas de muerte, sí destacó una serie de riesgos asociados con el TDAH. Y es que las personas con este trastorno tienen más probabilidades de fumar, abusar del alcohol, desarrollar trastornos de personalidad o sufrir autolesiones.
Además, en la adultez, gestionar los impulsos puede llevar a comportamientos de más riesgo, como conducir de manera temeraria o descuidar la salud.
De hecho, un estudio anterior, del 2019, concluyó que los adultos diagnosticados con TDAH en la infancia tuvieron una reducción de 8,4 años en la esperanza de vida en comparación con la población general, algo que los autores atribuyeron a la reducción de la educación y los ingresos, las tasas más altas de tabaquismo y consumo de alcohol y la reducción del sueño.
Pero el impacto de estas conductas no es solo individual. Está ligado a un problema más amplio de desigualdad en la salud. Las personas con TDAH enfrentan barreras para acceder a atención médica adecuada, ya sea por la falta de diagnósticos tempranos, la ausencia de sensibilidad en los sistemas sanitarios o el estigma que aún rodea este trastorno.
Concretamente, los autores del estudio advirtieron que el TDAH está sustancialmente infradiagnosticado y que las personas de su estudio, la mayoría de ellas diagnosticadas como adultos jóvenes, podrían estar entre las más gravemente afectadas. Describieron sus hallazgos como "extremadamente preocupantes", destacando necesidades insatisfechas que "requieren atención urgente".
Las mujeres son diagnosticadas más tarde
¿Por qué las mujeres con TDAH parecen vivir aún menos tiempo que los hombres? Aunque los datos no lo explican directamente, las investigaciones anteriores señalan que las mujeres suelen ser diagnosticadas más tarde. Muchas pasan años sin recibir tratamiento porque sus síntomas no se ajustan al estereotipo clásico del "niño inquieto".
Este retraso tiene consecuencias: sin intervención, los riesgos de depresión, ansiedad y trastornos de la conducta aumentan. Por ejemplo, una mujer con TDAH no diagnosticado podría enfrentar dificultades para organizarse en el trabajo, lo que derivaría en estrés crónico y problemas de salud mental.
Sumemos a esto la presión social para "mantenerlo todo bajo control" en el ámbito personal y profesional, y tenemos un cóctel explosivo que puede acortar significativamente su esperanza de vida.
Cuatro estrategias para reducir las consecuencias del TDAH
Aunque los datos son alarmantes, no todo está perdido. El TDAH no es una sentencia de muerte, y hay formas de reducir estos riesgos:
- Diagnóstico temprano y preciso: Identificar el TDAH en la infancia o adolescencia puede prevenir problemas mayores en la adultez.
- Intervenciones personalizadas: Desde terapias conductuales hasta tratamientos para problemas como el abuso de sustancias, es clave adaptar los enfoques a las necesidades específicas de cada paciente.
- Concienciación social y profesional: Los sistemas de salud deben ser más sensibles al TDAH, especialmente en adultos. Consultas médicas más largas o adaptadas pueden ser fundamentales.
- Cambio en la narrativa: El TDAH no es "una etapa" ni una excusa. Es una condición médica crónica que requiere atención constante, como la diabetes o la hipertensión.
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