Cuando estamos esperando la llegada de un bebé, todo es planificación y preparativos en las familias para que nada falte a la hora de atender las necesidades del pequeño. Y es que padres y madres solo queremos que, llegado el gran momento, todo esté listo para que la crianza vaya sobre ruedas, sobre todo en los primeros meses en los que la rutina familiar se altera por completo.
Aunque lo cierto es que a veces surgen durante el parto, semanas o incluso meses después, imprevistos con los que no contábamos que afectan a la salud y el bienestar de nuestro bebé. Algunos de ellos requieren la intervención de un fisioterapeuta pediátrico.
¿Qué es la fisioterapia pediátrica?
La fisioterapia pediátrica es una rama un tanto desconocida de esta disciplina que se ocupa del asesoramiento, tratamiento y cuidado de bebés, niños y adolescentes con algún retraso general en su desarrollo, desórdenes en el movimiento –congénitos o adquiridos– o riesgo de padecerlos. A través de recursos como las movilizaciones, los ejercicios de fortalecimiento, las técnicas respiratorias, la aplicación de ayudas posturales y la adaptación de objetos, esta disciplina mejora o soluciona esos problemas que surgen casi siempre de forma inesperada.
Sobre todo, los fisioterapeutas infantiles se valen de herramientas como el juego y la estimulación del aprendizaje del movimiento para llevar a cabo sus tratamientos o intervenciones conjuntamente con la familia y el niño.
Fisioterapia neonatal
Dentro de esta rama terapéutica se encuentra la especialidad de fisioterapia neonatal, que aborda los casos de recién nacidos durante el primer mes de vida, ya sea porque es prematuro, ha habido alguna complicación en el parto o se ha usado instrumentación, entre otros casos. De esta manera, la fisioterapia neonatal está orientada a mejorar funciones fundamentales en el bebé como la respiración, el tono muscular, la succión y la deglución, así como a la promoción del desarrollo motor del neonato o el tratamiento de patologías y lesiones.
También tiene un papel desde el punto de vista de la prevención, ya que la fisioterapia neonatal permite evitar complicaciones como pueden ser alteraciones neurológicas y ortopédicas, problemas respiratorios o el retraso motor del bebé.
¿Cuándo es necesario llevar al bebé a un centro de fisioterapia pediátrica?
Los casos en los que un bebé puede beneficiarse de la fisioterapia pediátrica son muy variados. Más allá de enfermedades y afecciones de origen neurológico, neuromuscular y genético, en las que este tipo de terapia es esencial para paliar, minimizar y prevenir las alteraciones en el desarrollo motor y postural, hay otras anomalías cotidianas que pueden tratarse en el fisioterapeuta infantil. He aquí algunas de las más comunes:
Deformaciones craneales
Tanto la plagiocefalia como la braquicefalia son anomalías bastante comunes en las que se percibe una deformidad en el cráneo y cierta asimetría facial: en el caso de la plagiocefalia, un aplanamiento trasero lateral, y en el de la braquicefalia, un aplanamiento de la parte trasera de la cabeza. Ambos son problemas meramente estéticos que a menudo tienen origen postural: por ejemplo, cuando el bebé pasa mucho tiempo tumbado boca arriba, ya sea en la cuna o en incubadora o cuando sufre tortícolis congénita.
Tortícolis congénita
Es una anomalía que se percibe en el nacimiento o en las primeras semanas de vida y que consiste en una rigidez en el cuello que impide al bebé girar la cabeza e incluso le causa dolor. El bebé con tortícolis suele tener siempre la cabeza ladeada en la misma dirección y puede llegar a desarrollar plagiocefalia. Es un problema que se resuelve por lo general con ejercicios suaves de estiramiento y pautas posturales para tratar el músculo acortado.
Displasia de cadera
Hay bebés que nacen con un desplazamiento del fémur hacia fuera de la cadera, ya se de origen intrauterino o provocado durante el parto. Es una afección común en los casos de niños que han mantenido una postura de nalgas en el vientre materno o en embarazos múltiples.
Aunque inicialmente la displasia no provoca síntoma alguno, sí suele generar un retraso en la edad a la que el niño empieza a andar. En algunos casos incluso provoca cierta cojera o "marcha de pato". En estos casos, los tratamientos de fisioterapia pediátrica son esenciales para evitar problemas en el futuro.
Dificultades en la succión
La anquiloglosia o frenillo lingual corto puede afectar a la succión, ya sea de leche materna o artificial. Además, a medida que el niño crece puede provocar una mala oclusión dental, problemas en la deglución de alimentos sólidos, dificultades al hablar, infecciones respiratorias recurrentes por respirar por la boca, etc.
Cuando hay un frenillo lingual anclado que da problemas en la succión, la fisioterapia pediátrica es imprescindible. Por un lado, si se decide realizar una intervención quirúrgica –frenectomía y frenotomía–, los ejercicios de la cavidad oral son esenciales en las semanas posteriores a la operación para evitar las adherencias. En ocasiones, la fisioterapia es una alternativa a la cirugía para tratar los frenillos sublinguales cortos.
Molestas digestivas
El estreñimiento, los cólicos y el reflujo son afecciones muy comunes en el primer año de vida del bebé. Y suelen generar muchos quebraderos de cabeza en los padres. La fisioterapia pediátrica puede mejorar el tránsito grastrointestinal, aumentar la frecuencia de las deposiciones, aliviar molestias y prevenir los temidos cólicos.
Bronquiolitis
Por un lado, la bronquiolitis es una infección respiratoria viral que se localiza en los bronquiolos y que afecta a niños menores de 2 años, con mayor incidencia entre los 3 y los 6 meses. La fisioterapia puede ayudar en estos casos con estimulaciones, masajes e instrumentos que favorecen la expulsión de las mucosidades y el drenaje de los bronquios.
Problemas en las habilidades motoras
A veces con el paso de los meses los padres comenzamos a notar ciertas anomalías en el desarrollo del movimiento que pueden deberse a causas congénitas no detectadas o adquiridas. Y es que hay ciertos hitos motores que los niños deben ir cumpliendo a medida que pasan los meses: sostener la cabeza –hacia los 3-4 meses–, darse la vuelta –hacia los 4-5 meses–, reptar por el suelo y sentarse solos –en torno a los 6-7 meses–, ponerse en pie –hacia los 9 meses– y, finalmente, andar solos –en torno al año–.
Cuando las familias detectamos que hay un retraso en esos hitos, el pediatra puede recomendarnos el trabajo de fisioterapia para que el desarrollo del niño se acomode a lo adecuado a su edad lo antes posible.
Todo ello, teniendo en cuenta que los rangos de edad son amplios y cada pequeño lleva un ritmo. Así, un niño puede comenzar a andar a los 18 meses sin que ello conlleve problemas graves.
Bebés prematuros
Son aquellos bebés que nacen antes de las 37 semanas y, por tanto, con una inmadurez de los sistemas biológicos que puede provocar alteraciones patológicas, como retraso motor, alteraciones posturales o dificultades respiratorias. La evaluación precoz por parte del fisioterapeuta puede ayudar a prevenir secuelas moderadas y graves en el futuro, así como ayudar a las familias a acompañar y estimular al bebé, favoreciendo un mejor desarrollo.
En todos estos casos, las familias jugamos un papel protagonista en la fisioterapia infantil, sobre todo, durante los primeros años de vida, por lo que nuestra implicación será esencial y marcará en gran medida la evolución del tratamiento en cada caso. Todo ello con un objetivo común: mejorar la salud y el bienestar de nuestro bebé y prevenir problemas en el futuro.
Más información:
- Splash Baby Spa (Nacional)
- Patricia Benavides (Málaga)
- Baby Fisio (Granada)
- Centro Interdisciplinar Izaskun Montori (Navarra)
- Nombre de Mujer (Alicante)
- Lucía Bustaque (Asturias)
- Clínica de Fisioterapia LAE (Santa Cruz de Tenerife)
- DNiños Fisioterapia (Alpedrete, Madrid)
- Cayetana Rodríguez (Madrid)
- Fisioeme Valdebebas (Madrid)
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