El pescado en la alimentación infantil: dorada, lubina y otros pescados semigrasos

El pescado en la alimentación infantil: dorada, lubina y otros pescados semigrasos
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El pescado es un alimento muy saludable que aporta múltiples beneficios a nuestro organismo, y que no debería faltar en la dieta de los niños. En general, el pescado puede comenzar a introducirse en la dieta del bebé a partir de los seis meses, cuando comienza con la alimentación complementaria, aunque algunos deben ofrecerse más tarde.

Si hace unos días os hablábamos de los beneficios de los pescados blancos y los pescados azules, hoy vamos a hacer lo propio con los pescados semigrasos: cuáles son, que características nutricionales tienen y cómo ofrecérselos al bebé.

¿Cuáles son los pescados semigrasos?

pescados semigrasos

En general, no existen pescados semigrasos como tales, si no que dependiendo de la época del año un pescado azul o blanco se convierte en semigraso, porque reduce el contenido en grasa de su cuerpo. Los pescados semigrasos contienen una proporción de grasa de entre el 2% y el 7%.

Según la Asociación Española de Pediatría de atención primaria (AEPap), algunos ejemplos de pescados semigrasos son: emperador, trucha, salmonete, besugo, palometa, bonito del norte o atún blanco, breca, cale, carpa, chanquete, dorada, jurel, lubina...

Características nutricionales de los pescados semigrasos

El pescado es un alimento muy beneficioso para la salud de los bebés y niños. Es fuente de energía y proteínas de alto valor biológico, aporta ácidos grasos poliinsaturados de cadena larga omega-3, y contribuye a la ingesta de nutrientes esenciales, como el yodo, el selenio, el calcio y las vitaminas A y D. Además, y al igual que la carne, el pescado también contiene hierro y zinc.

Vamos a centramos en analizar las características de los tres pescados semigrasos que con mayor frecuencia se consumen: la lubina, la dorada y el besugo.

  • La dorada, también llamada Pargo Dorado, Zapata morisca, Chacarona morena o Zapatilla, es un pescado blanco o semigraso y de agua salada. Pertenece a la familia Sparidae. Su nombre viene por la franja dorada que se encuentra entre sus dos ojos. A diferencia de otros pescados, tiene un contenido modesto en proteínas de alto valor biológico. Su carne supone un aporte interesante de potasio y fósforo; moderado de sodio y magnesio y menos relevante de hierro. Se pueden destacar las vitaminas B3 y B12.

  • La lubina o róbalo es un pescado blanco o semigraso, plano y de agua salada. Pertenece a la familia Percichthydae. Posee un elevado contenido en proteínas de alto valor biológico frente a la mayoría de pescados, así como de vitaminas (las del grupo B están presentes en la lubina más que en otros pescados) y minerales. Por ello, se considera un alimento muy nutritivo. Su carne supone un aporte interesante de potasio, fósforo y hierro y moderado de sodio y magnesio, comparado con el resto de pescados frescos.

  • El besugo, también llamado voraz o pancho, es un pescado blanco o semigraso que en invierno se convierte en pescado azul por su contenido en grasa. Es un importante pez de consumo humano por lo que se pesca intensamente desde tiempos antiguos. El besugo también se considera una buena fuente de proteínas de alto valor biológico, además de contener otros nutrientes como vitaminas y minerales. Entre las vitaminas destaca la presencia de las del grupo B (B3, B6 y B12). En cuanto a su contenido en minerales, los más destacados son el potasio, el fósforo, el magnesio, además del hierro, aunque éste último en cantidad inferior comparado con las carnes

¿Cuánto pescado deberían consumir los niños y qué aspectos tener en cuenta?

Según el Comité de Nutrición de la Asociación Española de Pediatría y la 'Guía de comedores escolares' del Programa Perseo - elaborado por el Ministerio de Sanidad y la Agencia Española de Seguirdad Alimentaria y Nutrición - los niños deberían consumir entre cuatro y cinco raciones semanales de pescado, entre blanco, semigraso y azul.

En el caso de los niños, se considera que una ración de pescado limpio y sin espinas debería pesar entre 50 y 85 gramos, mientras que en los bebés, las raciones iniciales deberían estar entre los 25 y los 50 gramos.

De entre los pescados semigrasos mencionados, hay uno, el emperador o pez espada, que no se debe ofrecer a los niños hasta los 10 años, por ser un pez grande con alto contenido en mercurio. De los 10-14 años la ingesta debe limitarse a 120 gramos mensuales

Esta nueva recomendación de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN), llegó a finales de 2019, y junto a las limitaciones de consumo de este pescado se encuentran también los pescados azules, tiburón (cazón, marrajo, mielgas, pintarroja y tintorera), el atún rojo y el lucio.

El mercurio es un contaminante medioambiental que en los peces está presente en forma de metilmercurio, y que puede tener importantes consecuencias para la salud, especialmente en el caso de los niños y las mujeres embarazadas. De ahí que la AESAN recomiende el consumo de pescados con bajo y medio contenido en mercurio, y evitar los que tienen contenido alto.

AESAN

Según podemos ver en el cuadro de las recomendaciones de AESAN, los pescados semigrasos con contenido bajo en mercurio serían la trucha, la palometa, la carpa, la dorada y el jurel. El resto, salvo el emperador que acabamos de mencionar, tendrían contenido medio.

A la hora de introducir el pescado en la dieta de los niños lo haremos a partir de los seis meses, como con la práctica totalidad de los alimentos. Sin embargo, hay que tener en cuenta que es un alimento potenciamente alérgeno (el tercero que más alergia causa en la infancia, por detrás de la leche y el huevo), y aunque los últimos estudios afirman que retrasar su incorporación no previene la aparición de alergia, es conveniente consultar con el pediatra si el niño tiene una alergia alimentaria previa o mayor predisposición alérgica.

¿Qué debemos tener en cuenta a la hora de comprar pescado?

pescado

Muchos de estos pescados se comercializan enteros, pero podemos pedir en la pescadería que nos preparen y limpien la pieza para que no lleve espinas o al menos se minimice el riesgo, aunque siempre hemos de comprobar previamente antes de ofrecérselo al bebé.

De entre los pescados semigrasos que más espinas tienen se encuentran el besugo y la trucha, y los que menos, el bonito y el emperador (si bien hemos visto que este último no es la opción más recomendada para los niños).

Si compramos pescado fresco hemos de fijarnos en que los ojos sean brillantes y no estén hundidos, que la piel sea brillante, firme y escurridiza y que el olor que desprenda sea agradable. El pescado se deteriora rápidamente, de modo que si no se va a consumir en las 24 horas siguientes a su compra, lo mejor será congelarlo.

También podemos recurrir a la opción de comprar el pescado congelado, que además de tener las mismas propiedades que el pescado fresco, suelen estar fileteados en cortes limpios y sin vísceras ni espinas.

Cómo preparar el pescado semigraso para ofrecérselo a los niños

pescados

La mejor forma de cocinar el pescado blanco para ofrecérselo al bebé es cocido al vapor, hervido u horneado, y sin sal hasta el primer año de vida. La cantidad que le ofrezcamos debe ser la recomendada por los pediatras, y la forma de dárselo puede variar según el método de alimentación que hayamos elegido.

  • Si hemos optado por comenzar con purés y triturados, podemos batir el pescado previamente cocinado junto a una selección de verduras variadas y hervidas. Una vez triturado, añadiremos una cucharadita de aceite de oliva en crudo.

A medida que el bebé vaya creciendo, iremos triturando menos el puré hasta conseguir una textura grumosa o desmigada que invite al niño a la masticación, teniendo en cuenta las indicaciones de los expertos de no demorarnos en la introducción de comida no triturada en la dieta del bebé.

Cuando se inicie la alimentación complementaria, podemos ofrecer pescado en la comida del día que consideremos, pero siempre alternando con otros alimentos y nunca como sustitución de la leche (ya sea materna o de fórmula), sino como un complemento de esta.

Poco a poco iremos variando las técnicas de cocinado de este alimento (por ejemplo, rebozado, al microondas, en papillote, a la plancha...), e incluso empleándolo como ingrediente para la elaboración de otros platos caseros. También podemos incorporar el pescado en guisos, salsas de tomate o salsa verde, potajes, platos de cuchara, pastas o arroces, ensaladas...

Si el pescado no es congelado o no ha sido sometido previamente a un proceso de congelación adecuado, no debería consumirse crudo o poco cocinado, ni elaborado con técnicas como ahumado, en vinagre, escabechado, marinado, carpaccio, sushi...por el alto riesgo de alergia al anisakis que presentan.

Os compartimos algunas recetas de pescados semigrasos que podemos preparar siguiendo los pasos que nos dan nuestros compañeros de Directo al Paladar:

Foto | iStock

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