"Mi hijo no me obedece": por qué no hacer caso a veces es positivo para su desarrollo

"Mi hijo no me obedece": por qué no hacer caso a veces es positivo para su desarrollo
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Para muchos padres uno de los problemas más frecuentes con los que se enfrentan durante la crianza es la desobediencia de sus hijos, que no es más que negarse a hacer lo que se les pide. Esto se trata de un inconveniente mucho más frecuente de lo que puedes pensar.

Dependiendo de la etapa evolutiva en la que se encuentran los niños, puede esperarse que este tipo de comportamientos se haga presente, pues las conductas oposicionistas son características de algunos estadios del ciclo vital, como lo es la edad de los 2-3 años, la pre-adolescencia y la adolescencia.

Sin embargo, hay otra cara de la moneda que nos permite comprender que la desobediencia no siempre se trata de algo negativo, pues encierra en sí la posibilidad de ponerse a prueba y de conocerse a sí mismos. Por esto puede ser positivo ver que nuestros hijos no nos obedecen desde una nueva óptica.

“La obediencia es la puerta por la cual el conocimiento, sí, y el amor, también, entran en la mente del niño.”
-Anne Sullivan-

¿Por qué mi hijo no me obedece?

Antes de entrar en los beneficios de desobedecer, hablemos de las causas de ello. Y es que es muy frecuente que los padres se hagan esta pregunta, y para dar respuesta a este interrogante no existe una única razón, pues puede responder a diversos factores. Entre ellos se encuentran:

Prueban los límites

Es común que los niños utilicen este tipo de comportamientos para poner a prueba los límites y conocer hasta dónde pueden llegar sin que haya consecuencias. Por eso estas conductas son muy comunes en etapas críticas del desarrollo como la adolescencia.

A veces los niños desobedecen para poner a prueba los límites y conocer hasta dónde pueden llegar sin que haya consecuencias.

Buscan nuestra atención

Para los niños puede ser muy complicado en ocasiones poner en palabras lo que sienten, y por ello lo expresan a través de sus conductas, las cuales pueden parecernos no muy positivas.

Muchos niños utilizan la desobediencia como método para llamar la atención de sus padres y recibir más tiempo y afecto.

Explicaciones ambiguas

La desobediencia no siempre se trata de un asunto relacionado directamente con los niños, a veces es causado por nosotros al no saber pedir las cosas y dar explicaciones ambiguas de lo que esperamos de ellos.

Por ello es importante ser claros y directos al decirles lo que queremos, siempre con frases cortas y que se puedan comprender.

Inconstancia

La crianza implica de nosotros como padres coherencia y constancia. No podemos pedirles a los niños hoy algo y al día siguiente algo completamente diferente.

Las normas que establezcamos en casa deben permanecer siempre y ser respetadas y cumplidas por todos (con cierta flexibilidad también). Recuerda que nuestros hijos aprenden de lo que ven.

La inconstancia en la crianza es otra de las posibles causas que explicaría por qué los niños desobedecen a veces.

Amenazas

El uso de amenazas ante el mal comportamiento de los hijos no resulta en nada positivo. Las conductas inadecuadas deben tener consecuencias firmes (no hablamos de castigos, sino de consecuencias a las accciones).

Si vivimos en una constante amenaza de que habrá consecuencias de su mal comportamiento pero no hacemos nada, solamente perderemos la autoridad ante ellos. Además, que la amenaza en sí ya es perjudicial, y no sirve para nada, para educar.

“La obediencia voluntaria siempre es mejor que la forzada.”
-Jenofonte-

Por qué no hacer caso a veces es positivo para su desarrollo

Aunque a primera vista pueda parecer algo negativo que un niño se niegue a obedecer a sus padres, no necesariamente lo es. Y es que este tipo de conductas son normales, esperadas y necesarias para que los niños puedan desarrollarse de manera sana.

Las conductas oposicionistas en las que los niños nos refutan y desobedecen son parte de la dinámica normal que tienen para ir midiendo sus propios límites y la autoridad de sus padres.

Es pues, la oportunidad perfecta para aprender a conocer hasta dónde puede llegar y el papel que como padres tenemos.

De igual manera, es el momento para que como sus cuidadores establezcamos normas y límites. Es importante saber que las "conductas desobedientes" serán repetidas por los niños siempre que logren obtener consecuencias positivas con ellas, es decir, cuando logren lo que desean siendo desobedientes.

Entonces, allí se encuentra el verdadero reto como padres, aprender a gestionar los límites teniendo siempre en cuenta las emociones y pensamientos de nuestros hijos, sin caer en la manipulación en la que puede llegar a convertirse el hecho de desobedecer para conseguir lo que se proponen.

“La obediencia ciega es tan peligrosa como la desobediencia.”
-Efraín Gutiérrez Zambrano-
Como padres es importante que aprendamos a gestionar los límites teniendo siempre en cuenta las emociones y pensamientos de nuestros hijos.

El lado bueno de desobedecer

Autoconocimiento

Para que nuestros hijos se conozcan a sí mismos deben experimentar nuevas situaciones y ponerse al límite, a fin de saber qué pueden o no hacer, y qué les gusta y qué no. Y es justo en este punto en el que la desobediencia puede ser algo muy positivo.

Autoestima

Desobedecernos a los padres no se trata simplemente de malcriadez; de hecho, es una manera muy acertada con la que nuestros hijos se desarrollan y aprenden más acerca de ellos mismos, lo que tiene una incidencia directa en su autoestima. Además, esto les permite poder autoafirmarse y conocer sus propias capacidades.

Desobedecer también puede favorecer la autoestima, ya que los niños que desobedecen también se conocen más a sí mismos (y en distintas situaciones).

Autonomía y gestión emocional

También, les permite desarrollarse como personas independientes que pueden ser capaces de poner en práctica todas sus habilidades y conocimientos a la hora de intentar resolver algún conflicto en cualquier situación, desarrollándose como adultos perfectamente sanos y seguros de sí mismos.

Y esto, a su vez, favorece su gestión emocional, para que puedan resolver sus propios problemas cuando sean más mayores o cuando por lo que sea, nosotros como padres no podamos resolvérselos.

Fotos | Portada (Freepik)

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