Por qué decirle a tu hijo "te lo dije" cuando comete un error daña su autoestima y no le sirve para aprender

Por qué decirle a tu hijo "te lo dije" cuando comete un error daña su autoestima y no le sirve para aprender
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Es fundamental que los padres demos libertad a nuestros hijos para actuar con autonomía, aún a riesgo de que puedan equivocarse (como nos equivocamos todos). Pero equivocarse no es algo negativo, sino todo lo contrario: es una maravillosa oportunidad de aprender y seguir creciendo como personas.

Sin embargo, con frecuencia a los padres nos cuesta dar autonomía a los hijos cuando sabemos positivamente que van a fallar. Es normal que nos duela verlos fracasar, y por eso tendemos a advertirles o a decirles aquello de, "¿ves? ¡Te lo dije!" cuando cometen un error.

Te explicamos por qué esta actitud nuestra es dañina para ellos y no les sirve para aprender y madurar.

"Hazme caso, o te equivocarás": una actitud que evita fracasos y no ayuda al niño a aprender

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Los padres no tenemos una bola de cristal que nos lo muestre todo, pero indiscutiblemente tenemos una experiencia de vida que nos lleva a anticipar los errores que podrían cometer nuestros hijos si toman una determinada decisión. De ahí que muchas veces no podamos evitar decirles lo que tienen que hacer para no equivocarse.

Y es que como es lógico, a los padres nos duele ver a nuestros hijos fracasar. Es algo que puede lastimarles y hacerles sentir mal, por eso tendemos a sobreprotegerlos.

Una de las formas de sobreprotección que más utilizamos son las advertencias para que hagan lo que nosotros consideramos que deben hacer, y así evitarles caer en el error que sabemos que cometerán si actúan de otro modo.

Veámoslo con un sencillo ejemplo: "Guarda tu cuaderno en la mochila o te lo dejarás olvidado en casa y mañana la profesora no podrá corregir tus deberes".

Ante esta actitud paternal los niños tienden a hacer dos cosas:

1) Obedecernos sin rechistar... y acertar

En este caso el niño actúa dirigido por nosotros, por lo que aunque no cometerá el error de olvidarse el cuaderno en casa, tampoco aprenderá las consecuencias que tendría si esto ocurriera, pues no le estamos dando la posibilidad de equivocarse.

Además, puesto que mamá y papá siempre están evitando los obstáculos del camino, el niño nunca aprenderá a enfrentarse a sus fracasos, ni tampoco desarrollará su pensamiento crítico, ese que le ayuda a cuestionar, evaluar y analizar la información antes de tomar una decisión.

Todo ello puede acabar influyendo negativamente en su autoestima y confianza, pues crecerá sintiéndose incapaz de afrontar situaciones ni tomar decisiones por sí mismo.

2) No hacer lo que les decimos que hagan... y fracasar

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Pero también podría suceder que en lugar de hacer caso a los padres el niño acabe haciendo lo contrario y yerre. Cuando esto sucede los padres nos sentimos frustrados, enfadados y dolidos, principalmente por dos motivos.

Primero porque nuestro hijo no ha hecho lo que le decíamos que hiciera, y segundo, porque ha cometido un error que podría haber evitado de habernos "obedecido".

En el primer caso no estamos dando libertad a nuestro hijo para actuar con autonomía. En el segundo caso no le damos la confianza que necesita para enfrentarse a los obstáculos de la vida, errar y aprender de sus fallos de forma positiva.

Además, como consecuencia de los fallos cometidos por nuestro hijo por no hacer lo que nosotros queremos que haga, muchos padres acaban soltando la consabida expresión de "¡te lo dije!"; unas palabras que resultan especialmente dañinas para el niño, tal y como a continuación analizamos.

"¿Ves? ¡Te dije que ibas a equivocarte!": el comentario ante un error que daña profundamente la autoestima

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Cuando los padres advertimos una y otra vez a nuestro hijo sobre un tema, pero este acaba fracasando por no "hacernos caso" y no seguir nuestras indicaciones, con frecuencia tendemos a remarcar ese error con frases y comentarios hirientes para el desarrollo de su personalidad.

"¡Mira que te lo advertí!", "¡te dije que ibas a equivocarte, pero eres un cabezón y no me haces caso!", "ya sabía yo que esto pasaría, ¡me tendrías que haber hecho caso!"... Este tipo de frases afectan a la autoestima del niño.

Cuando un niño que se equivoca por haber tomado una decisión recibe este tipo de comentarios por parte de sus padres (las personas a las que más ama y que son sus principales referentes en la vida), es normal que sienta:

  • Vergüenza, culpa y humillación.
  • Sensación de sentirse "pequeñito", insignificante o inútil frente a la omnisciencia de sus padres.
  • Falta de seguridad y confianza en sí mismo.
  • Sensación de que no es válido y no sabe actuar o tomar decisiones por sí mismo ("no me atrevo a tomar esta decisión; seguro que me vuelvo a equivocar").
  • Dependencia y necesidad constante de que sus padres aprueben cualquier paso que da o decisión que toma (algo que incluso podría acabar afectándole en el futuro).
  • Puesto que la frase "te lo dije" incide en el error cometido, el niño se sentirá un fracasado y lo único que aprenderá para la próxima vez es a acatar sumisamente lo que sus padres le ordenen que haga, para no volver a fallar.

Como es lógico, todo ello acabará afectando al vínculo y la relación entre padres e hijos, pudiendo provocar a la larga un mayor distanciamiento y falta de confianza en ellos.

En definitiva, si con nuestros comentarios y actitudes transmitimos constantemente a nuestros hijos que no son capaces de hacer las cosas sin nosotros, crecerán inseguros, miedosos, incapaces de enfrentarse a las adversidades, de asumir riesgos y de tomar decisiones por miedo a fracasar.

¿Cómo debemos actuar si sabemos que nuestro hijo se va a equivocar?

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Para empezar, es importante recalcar que en ningún momento estamos hablando de errores o malas decisiones que hagan que nuestro hijo y/u otras personas corran un determinado riesgo. En estos casos es obvio que debemos intervenir y hablar con el niño para que sea consciente de las implicaciones que podría tener para su vida o la de otros actuar de una determinada forma, y buscar otras soluciones alternativas a la decisión que pensaba tomar.

De lo que hablamos es de por qué no debemos evitar que nuestros hijos fracasen o cometan errores que puedan suponer un aprendizaje para su vida, y que les permita adquirir habilidades futuras.

He aquí algunas potentes razones por las que es bueno que los niños fracasen:

1) Porque los errores sirven para aprender.

2) Porque equivocarse proporciona habilidades imprescindibles para la vida (capacidad de esfuerzo y superación, no rendirse ante las adversidades, humildad, resolución de conflictos, empatía...)

3) Porque tomar decisiones (aunque sean equivocadas) ayuda al niño a desarrollar su pensamiento crítico, convirtiéndose en personas autónomas y competentes.

4) Porque tener la libertad de decidir, equivocarse, caer y levantarse fortalece la autoestima, la seguridad y la confianza en uno mismo..

5) Y finalmente, porque todos cometemos errores en algún momento, así que ¿por qué los niños -que precisamente están aprendiendo a desarrollar habilidades para enfrentarse a la vida- han de ser diferentes?

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Por tanto, si sabemos que nuestro hijo se va a equivocar, pero puede aprender de ello, dejemos que se equivoque y acompañémosle después de forma positiva y respetuosa.

Porque aunque los padres siempre tratamos de hacer las cosas de la mejor forma posible y pensando en el bien de nuestros hijos, también es importante que seamos conscientes de cómo ciertas actitudes y frases (que en la mayoría de los casos decimos sin pensar) podrían dañar su autoestima y no contribuir a su aprendizaje.

Los niños necesitan autonomía, acompañamiento y sostén emocional por parte de los padres. Este acompañamiento respetuoso les dará confianza y autonomía para tomar sus propias decisiones,  ser conscientes de las repercusiones de sus actos y enfrentarse a los errores de forma positiva, viendo en ellos la posibilidad de aprender y mejorar para el futuro.

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