
Cuando hablamos de crianza respetuosa, muchas familias buscan alternativas a los castigos y premios tradicionales. Sin embargo, el psicólogo y divulgador Alberto Soler ha expresado una opinión en el podcast de BBVA Aprendemos Juntos que, aunque pueda sorprender a algunos, se basa en principios psicológicos fundamentales: no es posible educar sin premios y castigos, al menos en su forma más amplia.
Según explica: "Como psicólogo no puedo decir que se puede educar sin premios y castigos. Es algo que suena muy bien y que vende muchos libros y muchos cursos, pero como psicólogo yo no puedo decirlo, porque sería lo mismo que afirmar que podemos educar sin ponernos serios o sin sonreír.
Y es que, desde la psicología, cualquier cosa que ocurre después de una conducta va a actuar o como un reforzador, incrementando la probabilidad de que se dé esa conducta en un futuro, como por ejemplo una sonrisa, o puede actuar como un castigo, disminuyendo la probabilidad de que esa conducta se dé en un futuro, como por ejemplo ponernos serios."
Este planteamiento nos invita a replantearnos el concepto de "premios y castigos". Muchas veces asociamos estas palabras con refuerzos materiales (como dar un caramelo por recoger los juguetes) o castigos estrictos (como un tiempo fuera o una reprimenda dura).
Sin embargo, la realidad es que cualquier reacción a una conducta influye en su repetición o eliminación, y eso es algo inevitable en la crianza.
Consecuencias, sí; amenazas y castigos, no
En la misma línea, Alberto Soler aclara otro punto clave: "En cambio, si mencionamos las amenazas y los chantajes, sí, por supuesto, podemos actuar sin amenazas y chantajes, de hecho es deseable; pero a veces nos volvemos un poco locos.
Y añade: "Y esto yo lo veo mucho en la consulta con familias que creen realmente que pueden eliminar cualquier refuerzo positivo o cualquier castigo a su criatura, pero es que eso es totalmente imposible, y esa es la principal diferencia entre el castigo y las consecuencias."
Aquí radica una cuestión clave en la educación de los niños: no se trata de eliminar cualquier forma de corrección o refuerzo, sino de aplicar consecuencias lógicas y naturales en lugar de recurrir a amenazas y castigos arbitrarios.
Cómo aplicar consecuencias de forma respetuosa
Si bien no podemos evitar que nuestras acciones refuercen o disminuyan conductas, sí podemos elegir cómo hacerlo de forma respetuosa y efectiva. Algunas estrategias que nos ayudan son:
- Usar consecuencias naturales: Si el niño se niega a ponerse el abrigo, en lugar de regañarlo, permitir que experimente el frío y entienda por sí mismo por qué es necesario abrigarse.
- Evitar el castigo arbitrario: En lugar de "te quedas sin tele por no recoger", explicar que "si no recogemos, la casa se desordena y no podemos jugar bien".
- Refuerzo positivo equilibrado: No se trata de premiar con regalos materiales, sino de reforzar conductas adecuadas con elogios, una sonrisa, reconocimiento y tiempo de calidad juntos.
En definitiva, se trata de ecsoger cómo aplicar estas consecuencias de manera respetuosa y fomentando la autonomía y el bienestar de nuestros hijos.
Foto | Portada (Montaje; Alberto Soler + Freepik)