El uso prolongado de chanclas y zuecos de goma podría dañar los pies y la columna de los niños
Salud infantil

El uso prolongado de chanclas y zuecos de goma podría dañar los pies y la columna de los niños

Cuando llega el verano nos olvidamos de los zapatos cerrados y desnudamos nuestros pies. El uso de chanclas y zuecos se hace indispensable para combatir el calor, e incluso optamos por este calzado para los más pequeños. Sin embargo, los expertos alertan de que un uso prologado de este tipo de calzado puede acarrear problemas, afectando no sólo a nuestra forma de caminar, sino a los pies, la columna, la cadera o las rodillas.

Y es que en muchas ocasiones, los padres nos dejamos guiar por los coloridos y comodidad para vestir los pies de nuestros hijos, sin ser conscientes de los potenciales riesgos para su salud que un uso abusivo puede tener.

Se modifica la forma de caminar

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Cuando adultos, y sobre todo niños, caminamos con chanclas, al no llevar éstas ningún tipo de sujeción, tensamos los dedos y hacemos fuerza para levantar el calzado y mantenerlo en su sitio en cada paso. Esto origina una gran tensión en todo el pie y una falta de amortiguación en el talón.

La tensión de los dedos puede ocasionar ampollas y dedos en garra, y la falta de sujección en el tobillo altera nuestra forma y ritmo de caminar y, a largo plazo, nos puede provocar problemas biomecánicos en espalda y rodillas.

El Dr. César Galo García Fontecha, especialista en Ortopedia Pediátrica del Hospital Universitario Vall d’Hebron, la Clínica Corachán y el Hospital Delfos de Barcelona, explica:

"El niño camina, corre, salta y juega de manera continua por lo que el calzado debe recoger el pie y no salirse con facilidad. Diversos estudios biomecánicos demuestran que un calzado que no se sujeta al pie, como las chanclas, provocan gestos inadecuados en el pie y los dedos para evitar perder el calzado al caminar o correr. Ello interfiere en el proceso de la marcha y puede provocar lesiones en pie y tobillos"

Provoca fascitis plantar

La tensión con la que caminamos y la rigidez en la parte interior del talón, hace que se estire la fascia plantar y que se sobrecargue demasiado, provocando inflamación y dolor. Esta lesión en la fascia del pie se conoce como fascitis plantar y es típico que se produzca tras el uso continuado de chanclas o zapatos totalmente planos.

Problemas en el tendón de Aquiles

Como el pie no tiene ningún tipo de sujeción cuando llevamos chanclas, el talón queda totalmente desprotegido y esto puede afectar al tendón de Aquiles, una de las fibras más débiles del pie.

El tendón se sobrecarga, duele e incluso puede llegar a romperse, provocando además molestias y tensión en los gemelos, las rodillas e incluso las caderas y las vértebras.

Infecciones dermatológicas

El uso de chanclas desnuda casi por completo los pies y los expone a los elementos ambientales de forma continuada, provocando que la piel quede seca, áspera y agrietada y favoreciendo la aparición de infecciones.

Los talones pueden comenzar a agrietarse y las grietas y fisuras, unidas al polvo y suciedad de las calles, son la combinación perfecta para la entrada de gérmenes e infecciones en la piel.

La forma de evitarlo pasaría por mantener los pies siempre limpios, usar cremas hidratantes (un uso que no debemos limitar a los adultos, pues los pies de los más pequeños se resecan y sufren igual) y cubrir cualquier herida abierta que haya, de cara a evitar que se infecte con la suciedad del suelo que levantamos al caminar.

La piel puede quemarse

Este es un punto muy importante a destacar y del que pocas veces somos conscientes. Con las chanclas, los pies quedan totalmente expuestos al sol y son susceptible de sufrir quemaduras. Y si no, ¡que levante la mano quien no se haya quemado nunca los empeines!

Por ello, es muy importante que cuando nos pongamos chanclas o se las pongamos a nuestros hijos, protejamos previamente la piel de los pies con una crema solar de factor alto.

Esguinces de tobillo y otro tipo de accidentes

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Y por si todo esto fuera poco, la nula sujeción que ofrecen las chanclas nos hace más propensos a padecer esguinces de tobillo y caídas o tropiezos que pueden acabar en fractura.

Esto ocurre sobre todo en niños, cuyo caminar resulta inestable cuanto más pequeños son, y cuya vitalidad y despreocupación les puede llevar a hacer ejercicios, saltos, carreras o cualquier otra actividad con el calzado menos adecuado.

Además, al llevar los dedos al aire, tenemos más facilidad de golpearnos o de que nos pisen y sufrir traumatismos, heridas o lesiones en las uñas.

"Las lesiones más frecuentes que encontramos son de tipo traumático. Entre ellas destacan las erosiones y heridas entre primer y segundo dedo por la tira que sujeta la chancla, o en dedos, dorso del pie y en planta por perder el calzado. También son frecuentes esguinces de tobillo por mal apoyo o lesiones en extremidades por caídas" - alerta el Doctor Fontecha.

Los consejos de los expertos

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Para evitar lesiones y daños es importante saber cómo va evolucionando el pie del niño según su etapa de crecimiento y buscar un correcto calzado para cada edad. Y es que, tanto en esto como en muchas otras cosas, conviene recordar que los niños no son "adultos en miniatura".

"El pie del niño está en desarrollo y precisa estímulos biomecánicos adecuados para ello. Esto es especialmente importante los primeros años de vida, que es cuando se desarrollan las habilidades motoras de la marcha, la carrera y el salto" - nos recuerda el Doctor Fontecha.

"Podemos considerar que hacia los cuatro años el pie ya es maduro desde un punto de vista mecánico y hacia los 10 años ya presenta una anatomía similar a la del adulto" - comenta el experto.

Por tanto, para cuidar los pies de los más pequeños es importante seguir estos consejos:

  • Hay que adecuar el calzado a la actividad que vayamos a realizar y usar zapatos con sujección cuando vayamos a pasear, a hacer ejercicio o caminemos por asfalto

"Para permitir el correcto desarrollo del pie del niño, el calzado debe ser flexible, recoger bien el pie para no salirse con facilidad y no debe llevar ningún tipo de plantilla interior" - aconseja el Doctor.

"Un calzado flexible proporciona una movilidad completa de las articulaciones del pie permitiendo la adaptación a las irregularidades del terreno y permite el estímulo biomecánico correcto para el desarrollo de la musculatura"

  • Limitar el uso de chanclas o calzado tipo crocs exclusivamente para playa y piscina. Este tipo de calzado de goma resulta perfecto para evitar quemarse con la arena o el suelo, resbalarse con el agua o contagiarse de papilomas o verrugas plantares.

Aún así, el experto nos recomienda que las chanclas lleven siempre algún tipo de sujeción con velcros o gomas que recojan el pie del niño.

  • Es fundamental airear el pie para que transpire en verano, pero en vez de chanclas podemos recurrir a sandalias u otro tipo de calzado semiabierto que sujete el tobillo y cuya suela permita amortiguar los pasos

  • Y si recurrimos al uso puntual de crocs, es importante que no caigamos en las imitaciones ya que el éxito de este producto radica, sobre todo, en su material de fabricación. Las imitaciones utilizan plástico o goma, lo que impide la transpiración, hace que el pie sude y se escurra y esto provoque lesiones, ampollas y rozaduras.

Además, el Doctor Fontecha aconseja tener en cuenta lo siguiente, con respecto al uso de crocs:

"Este tipo de calzado aporta una mayor protección al pie, especialmente a los dedos y dorso del pie, pero siguen teniendo el inconveniente de que el niño se descalza muy fácilmente al correr o saltar"

"Una manera de evitarlo es que recojan por detrás con una goma o banda con velcro, y si no es así, el problema puede minimizarse si la copa del talón es profunda para dar una cierta sujeción posterior"

En resúmen, y cómo nos comenta el experto, hay que buscar el equilibrio entre el confort y la protección especialmente cuando hace mucho calor, pero no olvidarnos de que el pie del niño en crecimiento es frágil y como tal debemos protegerlo.

"En general, podemos decir que las chanclas y zapatos que no se sujetan el pie, no son apropiados para el niño porque no cumplen adecuadamente las funciones de protección y obligan a cambios biomecánicos en la marcha para evitar perder el calzado" - resume el Doctor Fontecha.
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