El agua y los bebés: por qué no hace falta darles agua ni siquiera ahora que llega el calor
Lactancia

El agua y los bebés: por qué no hace falta darles agua ni siquiera ahora que llega el calor

Hoy es 21 de Junio y eso quiere decir que llega el verano oficialmente. Con el verano, en el hemisferio norte, llega el calor (que nos lee mucha gente desde el hemisferio sur), y con el calor, llega el aumento de necesidad de hidratación en adultos, niños y bebés.

Esto nos lleva a pensar que los bebés, igual que nosotros, necesitan agua. Sin embargo, no es así. No hace falta darles agua y no es solo una cuestión de poder prescindir de ella o no, es que si les damos, corremos el riesgo de malnutrición.

Los bebés que toman pecho, ¿acaso no necesitan más agua?

Los bebés menores de 6 meses que toman pecho lo hacen, según la recomendación, de manera exclusiva. De manera exclusiva y a demanda, y esto quiere decir que no necesitan ninguna fuente externa de agua porque toda la que necesitan la reciben de la leche materna.

La leche materna está compuesta en un 88% de agua, así que cuando un bebé come, además está bebiendo agua, se está hidratando y nutriendo a la vez y por eso no hay que darle más de la que recibe con el pecho.

Lactancia y agua

En verano, con el calor, es normal que tengan más sed, que necesiten más agua, por eso los bebés tienden a aumentar la frecuencia de las tomas. Es decir, ellos mismos piden pecho más veces porque tienen sed, añadiendo algunas tomas cortas durante el día a las tomas habituales. ¿No habéis notado que cuando hace más calor piden el pecho, maman un ratito y se sueltan? Pues eso, sed, que alivian con un poquito de leche.

Los bebés que toman leche de fórmula, ¿acaso no necesitan más agua?

Los bebés menores de 6 meses que toman leche de fórmula necesitan también más agua en verano, porque hace calor, pero tampoco hace falta darles agua en un biberón porque ya la perciben de la mezcla entre agua y polvo que realizamos al preparar el biberón.

Son 30 ml de agua por cada cacito de polvo, así que si un bebé toma por ejemplo 7 biberones al día de 120 ml, está tomando la nada despreciable suma de 840 ml de agua diarios.

Si el bebé necesitara más agua no se recomendarían 30 ml por cacito, sino que se diría que necesita 35, 40, 50 ml por cazo. O que en invierno 30 ml y en verano 40 ml. Sin embargo no es así, no hay tal recomendación: siempre se prepara el biberón en una concentración de 30 ml por cazo.

Si acaso, igual que hacen los bebés amamantados, debemos tener especial cuidado en darles el biberón a demanda. No cada 3 horas, cada 4 o según el horario que alguien nos haya dicho: cuando el bebé lo pida. Así quizás aumente un poco la frecuencia y en consecuencia notéis que come un poquito menos por toma.

Pero por qué tanto problema con darles agua

Mucha gente no entiende por qué se hace tanto énfasis en evitar que los padres den agua a los bebés, con lo buena que es. ¿Acaso les hace daño?

No, daño no puede ser, porque acabamos de decir que están recibiendo agua, y bastante, tanto cuando son amamantados como cuando toman leche artificial. ¿Qué es entonces? Pues el riesgo de malnutrición por culpa de lo pequeños que son sus estómagos.

Tal y como os explicamos en esta entrada hace un tiempo, el tamaño del estómago de los bebés es muy pequeño (pura lógica). Tan pequeño, que no comen mucho cuando comen y, en consecuencia, deben comer muy a menudo (un bebé amamantado puede llegar a hacer de 8 a 12 tomas cada 24 horas, sino más). ¿Conocéis a alguien que coma 12 veces al día? Yo tampoco, pero los bebés deben hacerlo así porque cuando comen, enseguida digieren lo que han comido y necesitan comer más. Y aquello que coman debe ser un alimento altamente nutritivo y con calorías suficientes para aportarles lo necesario para vivir y lo necesario para crecer: ¡en un año triplicarán su peso y medirán un 50% más de lo que miden al nacer!

Pues bien, para lograr todo eso, necesitan comer, no beber agua. Si les damos agua, si como nosotros tenemos sed y bebemos agua, pensamos que necesitan lo mismo (como cuando una madre tiene frío y le planta un jersey a su hijo, que quizás no lo tiene) y les damos un biberón con agua, corremos el riesgo de que se lo beban. Y si se lo beben, estarán llenando su estómago de un líquido muy hidratante pero nada nutritivo, ocupando un espacio en el que luego no podrá entrar la leche. ¿Qué pasa entonces? Que consigues que tomen menos leche al día, porque todo no cabe.

Este caso lo he explicado en más de una ocasión, pero es que para mí fue un dolor de cabeza durante un tiempo y, como tal, me sirve como ejemplo perfecto. Una mamá de origen africano me traía a la consulta de enfermería a su bebé y, creo recordar que con 3 meses, me di cuenta de que, pese a tomar leche materna de manera exclusiva, el peso se estaba estancando. Ganaba poco, pero la madre decía que todo iba bien, que mamaba suficiente y se cogía perfectamente.

Nunca encontré una causa que demostrara ese estancamiento, así que opté por seguir controlando el peso y valorar, si no se solucionaba, la posibilidad de hacer analítica a la niña.

Mes a mes la fui pesando hasta que a los 5 meses, viendo que la inercia no variaba hablé con el pediatra para explicarle el caso y pedir el análisis de sangre. Al volver a la consulta me encontré a la madre dándole un biberón de agua a la niña en el que había, tranquilamente, 40 o 50 ml de agua.

"¿¡Le das agua!?", le pregunté sorprendido. "Sí, ¡le encanta!", me dijo. Y así es como descubrí donde estaba el problema. Una vez solucionado, la niña empezó a engordar como una campeona, recuperando todo lo que el agua no le había dejado ganar.

¿Y a partir de los seis meses, o si se empieza antes con la alimentación complementaria?

Alimentación complementaria

El agua debe ofrecerse a los bebés a partir de los 6 meses, porque es la edad en que inician la alimentación complementaria. Si empiezan con ella antes, pues se les ofrece agua antes. Esto es así porque en el momento en que comen otras cosas pueden estar tomando menos agua.

Ahora bien, debemos tener en cuenta que muchos de los alimentos que les damos tienen un alto porcentaje de agua. Las verduras y la fruta, por ejemplo, difícilmente harán que el bebé tengan sed. Así que si le ofrecemos agua y no la quiere, no hay que forzarle a beberla.

Esa es la recomendación: al empezar con la alimentación complementaria, ofrecer un poco de agua por si quiere. Si la bebe, perfecto, sino, pues perfecto también.

Fotos | iStock
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