La última discusión en la red: mujeres infértiles vs fértiles

La última discusión en la red: mujeres infértiles vs fértiles
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Ahora que parecía que el debate entre teta y biberón se estaba calmando y las partes habían llegando a un cierto entendimiento y respeto mutuo surge un nuevo punto de discusión. Y es que si la vida no fuera ya lo suficientemente complicada, si la maternidad no requiriera toda la fuerza de una mujer, incluso de una tribu entera, nos complicamos la existencia con el lo que personalmente creo es un enfrentamiento que no va a llegar a ninguna parte.

"Conejas", ese parece ser el término utilizado en algunas bitácoras de infertilidad para referirse a aquellas otras mujeres que si pueden tener hijos. El revuelo ha venido por el uso que algunas mujeres le dan o han dado a la palabra y el cómo otras se han tomado tal designación por parte de las primeras. Entiendo que parte del revuelo se deba a la rareza de todo esto, ya que supongo que no debe ser muy común que alguien con hijos visite blogs que hablen sobre la imposibilidad de tenerlos y viceversa. Y digo que supongo, porque no entiendo muy bien esta última discusión en la red: mujeres infértiles vs fértiles.

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"Coneja", es un término que se ha usado siempre, al menos en mi casa. Claro está que se refería a aquellas mujeres cuyos hijos se contaban por pares o medias docenas y lo solía decir mi abuela, que era la rara de la familia por tener sólo dos hijos cuando la media estaba en un equipo de baloncesto.

Las aludidas por tal desafortunado término lingüístico afirman que sus contrarias usan el término para referirse a ellas de forma negativa, burlesca y carente de toda falta de consideración. Las primeras, algunas, se defienden afirmando que no lo usan de forma despectiva sino como un mote doméstico, alguna incluso, después de todo este revuelo ha decidido no volverlo a usar, lo que a mi modo de ver las honra.

No obstante, creo que usar ese término para describir a una igual, porque mujeres son ambas, me parece muy desafortunado y si me apuran, incluso de mal gusto. Creo que bastantes presiones existen sobre el sexo femenino independientemente de su capacidad de reproducción para que entre ellas se tiren piedras. Si me permiten la expresión, yo diría que entre bomberos mejor no pisarse la manguera.

Pero el problema no se ha quedado ahí, -si así hubiera sido yo lo calificaría como discusión de patio de colegio-, sino que al profundizar en este tipo de redes parece que existe cierta inquina, cierto menosprecio a la vida de las madres, aunque quizás se centra más en aquellas que se quejan de su maternidad. Les voy a confesar que hay ciertas futuras madres y algunas madres en ciernes que al oírlas le dan ganas a uno de mandarlas a paseo (o más lejos).

Pero al igual que yo no puedo siquiera imaginar el mundo interior, los sentimientos, el día a día de aquellas mujeres que quieren ser madres y no pueden porque su cuerpo no puede concebir un vástago propio, tampoco me aventuraría a criticar a una madre que expone con mayor o menor vehemencia su desesperación por el hecho feliz, pero terriblemente cansado, angustioso, frágil y lleno de inseguridades que significa ser madre (o padre, como es mi caso).

Quiero entender que desde el punto de vista del que anhela, ver algunas situaciones y escenas que montamos los padres pueden resultar difícil de creer, incluso para echarse las manos a la cabeza y soltar un par de voces, lo reconozco, podemos llegar a unos puntos difíciles de entender por quien no tiene hijos, incluso a veces yo no entiendo algunas reacciones de algunos padres. Pero como todo, hay que verlo en su contexto, ponerse en situación, en la piel del otro y buscar un punto de unión.

Quizás también nosotros, los padres, deberíamos ponernos en la piel de aquellos que no pueden serlo y no tomarlo como un problema menor, hablarles de las bondades de la adopción (sobre todo sino sabemos que opinan ellos sobre ese tema) o soltar frases del tipo ¡uy, pues si quieres te dejo los míos un fin de semana y verás! Entorno también el mea culpa en este caso, pues quizás sin pretenderlo he ofendido en alguno de mis artículos a quien se ha encontrado con este problema.

Aunque pienso que el verdadero problema es un exceso de celo en nuestra vida, nos tomamos quizás todo demasiado a pecho, parece que estemos esperando un desliz de nuestro vecino para altar encima y soltar todo aquello que llevamos dentro. No vendría mal hacer un examen a nosotros mismos y ver quizás el otro lado de las cosas, aquel más amable, aquel que no se pone siempre en lo peor el que no está siempre pensando en que el los demás quieren hacerle daño, quizás, opino yo, podamos llegar a tener una vida un poco más feliz y tranquila.

Parece que aquí hay otra esquina que limar, esperemos que a diferencia de la lucha entre teta y biberón, esta vez podamos llegar a entendernos. Quizás sea complicado que entre por aquí alguna interesada en todo esto y quiera dar su punto de vista sobre este asunto; nosotros estaremos encantados de leerlo.

Foto | thinkstock
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