El cerebro del bebé: cómo ayudar a su correcto desarrollo (I)

El cerebro del bebé: cómo ayudar a su correcto desarrollo (I)
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Seguro que más de una vez habéis leído que los bebés nacen con un cerebro muy poco desarrollado. Pues bien, es cierto.

Los pulmones y el corazón, por ejemplo, necesitan funcionar a pleno rendimiento nada más nacer y por eso están ampliamente desarrollados, sin embargo otros órganos, entre ellos el cerebro, acabarán de crecer y madurar fuera.

Esto quiere decir que el desarrollo del cerebro se lleva a cabo, en su mayor parte, una vez que el bebé ya ha nacido y, por lo tanto, los padres podemos ayudar a que se desarrolle de una manera lo más correcta posible.

Los bebés nacen con el cerebro inmaduro

Hay autores que explican que los bebés deberían nacer, como mínimo, con 12 meses de gestación, teoría que explicaría lo difícil que suele ser para los niños la adaptación al medio (a la vida, a la luz, al ruido, al entorno,...) en los tres primeros meses, cuando muchas tardes lloran desconsoladamente porque sus cerebros dicen “hasta aquí he llegado” (fenómeno que hasta hace un tiempo se conocía como cólico del lactante).

Otros autores, en cambio, son más atrevidos y hablan de nueve meses de gestación en el útero y nueve meses de exterogestación (brazos, contacto piel con piel y alimentación al pecho para mantener el máximo contacto madre-hijo), para tener como resultado a un bebé mínimamente maduro.

En cualquier caso, lo importante es entender que con la evolución de los humanos el cerebro creció al aumentar la inteligencia, la bipedestación hizo que la pelvis de la mujer se estrechara y esto hizo que el bebé tuviera que nacer con un cerebro que tiene tan sólo el 25% del tamaño que tendrá en la edad adulta.

Si a esto añadimos que los bebés nacen con un cerebro en que hay muy pocas conexiones neuronales en el cerebro racional, tenemos como resultado un bebé humano con muy pocas capacidades racionales (hablando en cristiano, incapaces de “tomar el pelo” ni de “hablar latín”).

Resumiendo, cuando un bebé llega al mundo el cerebro está todavía en las fases iniciales de su maduración y la mayor parte del desarrollo del mismo se lleva a cabo fuera.

Podemos influir en el desarrollo del cerebro

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Imaginad que los bebés nacieran con un 95% de su cerebro desarrollado. Tan sólo el 5% de su cerebro se desarrollaría fuera y nuestro trabajo como padres y educadores sería menos influyente.

Crecerían con nosotros y seguro que podríamos cambiar muchas de sus conexiones neuronales (nuestro cerebro es plástico y cambia día a día), sin embargo muchas otras serían quizás inamovibles y nuestro “mensaje” no llegaría tanto como lo puede hacer cuando criamos a bebés con cerebros tan inmaduros.

Con esto quiero decir que el hecho de que la mayor parte del cerebro tenga que hacer las conexiones neuronales en el exterior es una oportunidad para los padres de ayudar a los bebés a crecer de una manera sana, equilibrada, adaptada al medio, responsable, etc.

No es que tengamos la capacidad ni la posibilidad de moldear a nuestros hijos a nuestro antojo, porque a pesar de todo ellos no son un libro en blanco que espera ser escrito por nosotros. Ellos son un libro con algunas páginas ya escritas por ellos mismos, que tiene que ser escrito por ellos mismos, con nuestra ayuda y apoyo.

Sin embargo esta oportunidad que la naturaleza nos brinda es un arma de doble filo. Si no entendemos cómo funciona el cerebro de los bebés, si no entendemos sus necesidades primarias ni las satisfacemos, si permitimos que lloren y sufran, estaremos dejando que creen conexiones neuronales basadas en vivencias desagradables y poco reconfortantes, adoptando actitudes de defensa o de vigilancia y estaremos permitiendo que crezcan sin llegar a aprender cómo calmar y controlar sus emociones y sus impulsos (o haciéndolo erráticamente).

Lo curioso del tema es que hasta ahora, por desconocimiento o por rutina, los padres hemos estado educando a los hijos de manera contraria a como el cerebro requeriría, dejándoles llorar “porque en el mundo también se viene a sufrir”, no cogiéndoles “porque se acostumbran a los brazos” y produciendo o permitiendo diversas insatisfacciones en edades demasiado tempranas que ellos no saben gestionar.

Continuará...

Dado que es un tema que requiere algunos párrafos más seguiremos dentro de unos días con la siguiente entrada acerca de este tema.

Foto | Flickr – AdamSelwood, nonanet
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