Mi hijo tiene miedo de ir al pediatra o al hospital: siete consejos que pueden ayudarle a llevarlo mejor

Mi hijo tiene miedo de ir al pediatra o al hospital: siete consejos que pueden ayudarle a llevarlo mejor
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Son muchos los niños que tienen miedo de ir al pediatra o al hospital. El temor a ser separados de sus padres, el miedo a lo desconocido o las experiencias molestas o desagradables que pudieran haber sufrido en un pasado son los principales motivos que se esconden detrás de esta angustia.

Cuando además de visitar al médico, el niño debe someterse a algún tipo de tratamiento, prueba o incluso a una intervención quirúrgica -por pequeña que sea-, el miedo puede llegar a ser realmente intenso. Te explicamos cómo proceder en estas situaciones y qué podemos hacer para que afronte la experiencia de la mejor forma posible.

¿Por qué los niños tienen miedo de ir al médico?

El miedo es una emoción primaria con la que todos nacemos. Es bueno, sano y necesario sentir miedo, pues es una respuesta normal a la percepción de peligro que nos hace estar alertas ante determinadas situaciones.

Durante la infancia, los miedos son muy habituales y forman parte del proceso evolutivo del niño. A medida que va creciendo, sus primeros miedos irán desapareciendo y dando origen a otros habituales en cada etapa en la vida.

Suele ser a partir de los tres años cuando el niño puede empezar a manifestar miedo a la hora de ir al pediatra o al dentista, de ponerse una inyección o de someterse a cualquier prueba médica.

Este miedo puede venir motivado por múltiples causas, como por ejemplo:

  • El miedo al dolor es la causa principal, y no es algo exclusivo de los niños. Nadie quiere sufrir, e incluso los adultos podemos llegar a sentir miedo ante el dolor que puede provocarnos un tratamiento médico o prueba. Si además, el niño ha tenido experiencias pasadas desagradables, el miedo a que se vuelvan a repetir puede ser especialmente intenso.

  • Cuando hablamos de procedimientos nuevos a los que el niño nunca se ha sometido (por ejemplo, una prueba radiológica, una extracción de sangre, el empaste de una muela...) es lógico que tengan miedo. No saber en qué va a consistir lo que le tienen que hacer, si van a poder estar acompañados de sus padres o si va a ser doloroso para ellos, puede llegar a provocarles una gran ansiedad.

  • A la hora de afrontar situaciones más complejas, como una operación quirúrgica, a los miedos anteriormente descritos también podría sumarse el miedo a la muerte, especialmente si se trata de niños más mayores que ya tienen una idea clara de este concepto.

  • Otro de los motivos por los que el niño puede tener miedo de ir al médico es no conocer al profesional que le atiende. De hecho, son muchos los peques que acuden de buen grado a la consulta de su pediatra (pues es alguien a quien conocen, en quien confían y al que quieren), pero su actitud cambia ante otro médico desconocido.

A medida que vaya creciendo y adquiriendo una mayor madurez y capacidad cognitiva, lo más habitual es que estos miedos vayan desapareciendo, aunque lógicamente dependerá de cada niño y de las experiencias que viva.

En este sentido, puede haber niños que con la edad comiencen a afrontar mejor ciertos procedimiento como extracciones de sangre o vacunas, mientras que otros sigan sufriendo angustia incluso en la adolescencia y etapa adulta.

¿Cómo podemos ayudar a nuestro hijo?

A continuación compartimos una serie de consejos que pueden ayudar a tu hijo a afrontar el momento de la mejor forma posible:

1) Identificar cuál es su miedo

Como hemos visto, el miedo a ir al médico o a someterse a ciertas pruebas puede venir provocado por diferentes factores, por lo que es aconsejable conocer exactamente qué preocupa a nuestro hijo o por qué tiene miedo. De este modo nos será más fácil ayudarle.

Y es que no es lo mismo que nuestro hijo tenga miedo a quedarse solo durante una prueba (pues sabemos que en la mayoría de las ocasiones, el acompañamiento del menor en el entorno sanitario es un derecho fundamental del niño), a que tema al dolor o a ser atendido por un profesional desconocido.

2) Informar al niño

miedo a ir al pediatra

Una vez identificado su miedo, toca ayudarle a solventar todas sus dudas. Para ello, hemos de utilizar un lenguaje claro, transparente y adaptado a su nivel de entendimiento. No es necesario entrar en muchos detalles si el niño no lo pide, pero sí es importante asegurarnos de que todas sus dudas han quedado resueltas.

También es importante cuidar nuestro lenguaje, evitando el uso de palabras impactantes como "coser", "hacer una raja", "clavar una aguja"... Seguro que encontramos formas más delicadas de explicar lo que van a hacerle sin alarmarlo

Si el niño va a a ser intervenido quirúrgicamente o sometido a una prueba que requiere de sedación, es recomendable hablar previamente con el médico para conocer el protocolo de acompañamiento, pues se suele permitir a los padres acompañar al niño hasta que se duerme, minimizando así su ansiedad por separación.

Aunque la situación sea desagradable y angustiosa para nosotros como padres, hemos de procurar hablar con calma y serenidad, y reforzar nuestras palabras con gestos y comunicación no verbal que aporten confianza. También debemos transmitir al niño la confianza en los médicos y profesionales que van a atenderle.

3) No mentir al niño sobre el dolor

miedo a ir al médico

Con el fin de minimizar el miedo al dolor, los padres podemos llegar a creer que mentir a nuestro hijo es la mejor opción. No en vano, se tiende a quitar importancia a la angustia que el niño siente con frases como: "no es para tanto", "ya verás que no te va a doler nada", "ni siquiera te vas a enterar"...

Pero lo cierto es que el dolor es algo muy subjetivo, y aunque a nosotros pueda no molestarnos especialmente una extracción de sangre -por poner un ejemplo-, para el niño sí podría ser un procedimiento doloroso y mentirle diciéndole que "no se va a enterar" no es una buena estrategia.

Por eso, en estos casos lo mejor es intentar explicarle lo que va a sentir sin dramatizar ni asustarle más de lo que está, y siempre con un lenguaje claro y adaptado a la edad que tenga. Volviendo al ejemplo de la extracción de sangre, podríamos decirle algo así como: "al principio vas a sentir un pinchazo, como un picotazo, pero es una sensación que dura segundos y en seguida se pasa. Si soplas fuerte en el momento en que te pinchan, el dolor será menor".

4) No llevar al niño engañado

ir al médico

También hay padres que creen que lo mejor es no decir nada al niño con el fin de ahorrarle los nervios previos. En estos casos, el niño acaba llegando al hospital o a la consulta del médico totalmente confundido, sin haber sido informado previamente y sin saber lo que le van a hacer.

En ese momento puede sentirse especialmente vulnerable, además de engañado por sus padres y totalmente acorralado. Estos sentimientos dispararán su ansiedad y su miedo, pudiendo llegar a convertirse en una experiencia verdaderamente traumática.

Por eso, si tenemos cita con el pediatra y nuestro hijo no suele llevarlo bien, o sabemos que le van a vacunar o a realizar cualquier otra prueba, es aconsejable informar de ello con antelación, a fin de que pueda prepararse y aclarar todas las dudas que tenga.

En el caso de niños menores de cuatro años, bastará con hablar con él el día antes, mientras que en niños más mayores podemos hacerlo con más antelación e ir recordándoselo de forma natural conforme se acerque el día, sin insistir ni alarmar.

5) Apoyarse en recursos y juegos

'Jugar a médicos y enfermeras' es uno de los juegos típicos de la infancia, y se convierte en un gran recurso a la hora de preparar al niño que debe someterse a alguna prueba o intervención. Y es que a través de este juego simbólico el niño no solo podrá interiorizar el procedimiento al que va a someterse, sino que le ayudará a minimizar el estrés y la ansiedad.

Los dibujos, el arte y la fantasía, o los cuentos son también excelentes recursos que pueden ayudar a los niños en un momento dado.

6) Dar ejemplo con nuestros actos

miedo a ir al pediatra

Los padres somos el espejo en el que nuestros hijos se miran, y en este tema también lo harán. En este sentido, si nos ven nerviosos, con falta de confianza y miedo, nada de lo que queramos transmitirle verbalmente servirá, pues se darán cuenta de que los estamos engañando y su ansiedad aumentará.

Tampoco debemos hablar mal de los médicos o la sanidad, y en todo momento es importante que el niño entienda que los profesionales sanitarios están para ayudarnos, para quitarnos el dolor y hacernos sentir mejor. Ni qué decir tiene que amenazar a nuestro hijo con "llevarle al médico a que le ponga una inyección si se porta mal" no solo es terrible, sino que puede contribuir a que el niño coja miedo a ir al pediatra.

7) Consultar con un profesional

En cualquier caso, si tenemos la sensación de que la situación se nos escapa de las manos y nuestro hijo parece tener un miedo irracional a acudir al pediatra, lo más recomendable es consultar con un profesional. También podría ayudarnos hablar con el pediatra de nuestro hijo y pedirle consejo al respecto, pues en muchas ocasiones son ellos quienes encuentran la mejor forma de aplacar esa ansiedad.

Fotos | iStock

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