¡Vaya nochecita!

¡Vaya nochecita!
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Normalmente las noches con mi bebé están siendo bastante tranquilas. Desde que nació se duerme sola y como aprendí a reconocer sus ruiditos de hambre no ha llegado a llorar por las noches debido a que necesitaba comer.

Ahora, con 5 meses, ya no necesita alimentarse tan frecuentemente y algunas noches las hace de un tirón. Bueno, hasta las 7 de la mañana, que está muy bien para el descanso de todos.

Pero no es ningún reloj, y del mismo modo que pasa 3 noches seguidas sin despertarse, otras demanda a medianoche y nuestro sueño se ve interrumpido. Es algo normal, y el único inconveniente (mío, porque ella no tiene problemas) es el de volver a coger el sueño. Y todo transcurre con normalidad si esa toma nocturna es tan tranquila como habitualmente...

Sin embargo, este viernes pasado... ¡vaya nochecita! Ahora entiendo eso que dicen de que cuando le cambias el horario a un bebé "se descontrola".

Y es que, cuando el reloj biológico de los bebés acaba de ajustarse, empiezan a distinguir el día de la noche y han cogido el hábito de dormirse más o menos a una determinada hora, trastocar esa costumbre puede traernos algunas consecuencias...

Precisamente entre las estrategias para ayudar a los bebés a conciliar el sueño se suele citar el seguimiento de una rutina para crear el hábito. Así los pequeños consideran algo "normal" el irse a descansar y resulta relajante para ellos hacer algo "conocido".

Habitualmente procuramos que Mar esté en la cuna entre las 9 y las 10 de la noche, pero teníamos una cita ineludible, la celebración del 60 cumpleaños del abuelo de la niña, así que estuvo toda la noche de brazo en brazo portándose como un angelito y todo el mundo encantado. Aunque yo la miraba de reojo... ayayay... algo sospechaba ya.

Efectivamente, pobre bebé, a las 12 de la noche se caía de sueño y al bajarla del coche empezó a llorar y no dejó de hacerlo ni mientras le ponía el pijama ni en la cuna. Así que nada de dormirse solita. Claro, la cogimos en brazos y hasta que se calmó pasó un buen rato.

Aunque no acabó ahí la fiesta de la noche, porque se despertó muy nerviosa, pataleando y llorando, unas cuantas veces más por la noche, así que todo el mundo despierto y de nuevo a intentar calmarla como fuera... Incluso durante todo el día siguiente se encontraba bastante irritable.

Nosotros no dormimos nada bien, ¡pero ella peor, pobrecita! En fin, no es más que una anécdota, porque ayer de nuevo Mar descansó profundamente. Menos mal que de momento, no hay veladas de celebración a la vista... Y, hasta la próxima, intentaremos que no pierda la buena costumbre de dormir relajadamente y las horas suficientes.

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