Los siete mejores consejos para ayudar a los niños en la adaptación a la guardería o escuela infantil

Los siete mejores consejos para ayudar a los niños en la adaptación a la guardería o escuela infantil
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Estamos en días complicados para muchos niños y para sus padres porque son días en que los niños están empezando a ir a la guardería por primera vez y días en que están haciendo el período de adaptación a esta nueva vida que llevarán a partir de ahora.

No existe una receta mágica que haga que los niños entren felices y contentos a la guardería, pero sí hay algunas recomendaciones y pautas que pueden seguirse para tratar de ayudar a los niños a que este complicado proceso sea mejor o para que, como mínimo, se sientan comprendidos. A continuación vamos a explicaros cómo (tratar de) ayudarles a vivir mejor el periodo de adaptación a la guardería.

Lo primero, ponernos en su piel

Lo primero es ponernos en su piel y comprenderlos. Pensad en un niño que se separa de sus padres por primera vez y lo dejan en un sitio que aún no le resulta familiar, al cuidado de una persona que no conoce, junto con un puñado de niños también desconocidos, y muchos de ellos llorando desesperadamente. A cualquiera, incluso a muchos adultos, le daría un angustia tremenda, ¿verdad?.

Los cambios son difíciles de gestionar, sobretodo para los niños de corta edad. Por tanto, es importante que les apoyemos, acompañemos y ayudemos a adaptarse a la guardería de la mejor manera posible.

El periodo de adaptación comienza en casa

No comienzo el día que pisan el aula por primera vez, sino que podemos ir preparándoles con antelación al día de inicio de las clases. Algunos ya han empezado el periodo de adaptación y quizás este consejo llegue un poco tarde, pero aún cuando ya hayan empezado se puede seguir trabajando en casa. Este consejo es para niños que ya entienden un poco lo que sucede, que ya conocen el juego simbólico, a través del cual emulan la vida diaria con sus muñecos o representando personajes.

La idea es representar la vida en la guardería con muñecos para que ellos se anticipen a lo que va a pasar. Se puede hacer también representando personajes, el niño haciendo de sí mismo, por ejemplo, y mamá o papá haciendo de la educadora infantil.

Los cuentos con historias con las que pueden sentirse identificados también son una herramienta genial para ayudar a los niños con el comienzo de curso.

Acompañarle en el periodo de adaptación

El niño no tiene que quedarse con la sensación de que le “abandonamos” en un sitio nuevo y con gente nueva, sino que le acompañamos a conocerlos. Los períodos de adaptación de las escuelas infantiles suelen ser ridículos, en algunos casos inexistentes y también está el problema de la conciliación, que aunque quieran los padres no tienen disponibilidad para una adaptación muy larga.

Si el niño reconoce el sitio nuevo y conoce a las personas nuevas junto a sus padres, apoyado y acompañado durante los primeros días, le resultará más fácil entrar en confianza con ese círculo que si lo dejamos ahí y que se apañe solito.

Tarde o temprano acabará conociéndolos, tanto el niño que ha sido acompañado primero por sus padres como el que no, pero seguramente para el primero habrá sido menos traumático. De eso se trata.

La seguridad que le brinda la compañía de los padres le ayudará a una mejor adaptación. La cercanía y el cariño de los padres siempre ayuda a una mejor comprensión del mundo que les rodea. A medida que van creciendo van explorando el mundo, poco a poco, de una forma más autónoma.

Darles el tiempo que necesiten

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Una persona no se adapta a un nuevo ambiente, a un nuevo lugar y a nuevas personas en dos horas ni en dos días. Los niños tampoco. La finalidad del periodo de adaptación es que el niño vaya conociendo el nuevo entorno, su nueva cuidadora y sus nuevos amigos y amigas para que acabe sintiendo que está en un sitio seguro, no amenazante, incluso cuando su madre o padre no están con él.

Algunos niños tienen suficiente con tres o cuatro ratitos para llevarlo bien, otros niños pueden necesitar hasta un mes y hay niños que pueden estar un año entero (en este caso, más que adaptarse, casi podríamos hablar de resignarse). El caso es que lo ideal es que el primer día entremos con el niño y estemos con él, conociendo el nuevo ambiente.

Ese primer día la cuidadora puede conocer al niño, establecer un contacto con él y los padres, todos juntos, crear un clima de confianza en el que el niño pueda ver que es una persona que puede formar parte de su círculo de personas de confianza.

Al día siguiente los padres podrían entrar también con el niño, creando la cuidadora alguna dinámica en la que participe, pero excluyendo a los padres, que pueden despedirse del niño un ratito (“salgo aquí fuera un momento”) si se queda tranquilo o quedarse si no es así.

Y así, poco a poco, el niño debe ir pasando más tiempo con la cuidadora y menos tiempo con los padres.

Hay guarderías que al segundo día ya no permiten la entrada de los padres (muchos niños lo llevarán mal, por ser totalmente inflexibles) y hay guarderías que tienen las puertas abiertas, es decir, que permiten que los padres hagan el periodo de adaptación como consideren mejor (me quedo varios días un rato y cuando veo que juega tranquilo me despido de él, me quedo con él un rato, veo como juega y luego nos vamos los dos a casa, etc.).

Despedirse del niño, no desaparecer

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Algunos padres creen que es mejor dejar al niño en clase y desaparecer mientras algo o alguien le distrae para evitar el llanto de la despedida. Al contrario de lo que se pueda pensar, esta conducta es totalmente contraproducente y genera mucha angustia en el niño.

Imaginad que un familiar o un amigo os lleva en coche a un sitio que no conocéis, os abre la puerta del coche, os baja, pone primera y se esfuma. No sabéis donde estáis y encima aparece gente a la que no conocéis de nada. No sabéis si vuestro amigo o familiar volverá o no a por vosotros ni cuando, ni siquiera si lo volveréis a ver.

Os quiero decir que lo mejor es despedirse del niño y explicarle lo que va a suceder para no causarle una angustia añadida al hecho propio de la separación.

“Adiós, mi amor, te vas a quedar un ratito en el cole con tu profe y tus amigos. Saldrán al patio a jugar, cantarán canciones y luego mamá y/o papá vendrán más tarde a recogerte”. Un beso grande y adiós. Y os váis. Si os quedáis alargando la despedida demasiado tiempo, sólo conseguiréis alargar su sufrimiento (tampoco vale espiar por la ventana de la clase, al menos aseguraros de que no os ve).

No quiere decir que con esto el niño no llorará. Aunque os despidáis de él puede que llore, es inevitable (además de normal y sano) que sienta angustia al separarse de sus padres, pero al menos no es la desesperación al ver que te han dejado en un sitio hostil y tus padres desaparecen como por arte de magia.

Con el pasar de los días, cada día haciendo la misma rutina, el niño entrará a clase más o menos contento, pero tendrá la seguridad de que mamá y/o papá volverán luego a recogerle para ir a casa.

Actitud positiva

Tanto los primeros día de cole como los días previos, hay que hablarles de la escuela infantil, de los profesores y de los nuevos compañeritos con actitud positiva. Frases optimistas como “te lo pasarás en grande”, “conocerás muchos amigos”, “vas a jugar, cantar, pintar y divertirte un montón” suelen ayudar mucho.

Conviene también que conozca el colegio, su clase y su profesora antes de empezar oficialmente el primer día. Con todo este preámbulo positivo, el niño irá reconociendo caras, lugares, juguetes, rincones de la clase y al volver a ir se sentirá más confiado y seguro.

Hablar del cole como un sitio al que “tienen” que ir porque no hay más remedio, solitos, un montón de horas, separados de papá y mamá, obviamente, no es de mucha ayuda.

Paciencia y comprensión

Cada niño tiene su propio ritmo, esto lo decimos siempre, tanto para empezar a ir al baño solito como para adaptarse a las nuevas situaciones. Puede que un niño haya llorado como un descosido el primer día y al día siguiente entre feliz, mientras que otro estará un par de semanas llorando pegado a las piernas de su mamá o su papá. Ninguno es mejor, ni peor, simplemente cada uno lo lleva a su manera.

Lo fundamental es tenerles mucha paciencia y comprender el momento por el que están atravesando. También es difícil para nosotros separarnos de ellos. Hablad con vuestro hijo y permitidle que exprese sus emociones, que os cuente qué ha hecho, cómo lo ha pasado en el cole, etc.

Los cuentos que tengan que ver con el tema del colegio y la vuelta al cole pueden ser de gran ayuda para que se sientan identificados con los personajes de la historia así como recurrir al juego simbólico o al hilo argumental para ayudarlos a ponerse en situación.

Con todo esto intento deciros que a la corta o a la larga casi todos los niños acaban adaptándose a la guardería (este es el argumento que dan en muchas escuelas con planes de adaptación ridículos), pero la clave está en hacérselo lo más llevadero posible, conseguir una mejor adaptación de los niños a la escuela infantil.

En definitiva, se trata de implicarnos en sus emociones y que sientan la compañía y el apoyo incondicional de sus padres en los grandes pasos que dan y darán a lo largo de su vida.

Esperamos que estos consejos os ayuden a "sobrevivir" el período de adaptación a la guardería lo más fácil posible, seguro que muchas familias que nos leen están en esta situación estos días y esperemos que os sean de utilidad.

Además, os dejo un último consejo: inmortalizad el primer día de cole con una fotografía, cuando estrenan sus babis o sus bolsitas del almuerzo... ¡Se hacen mayores tan rápido! Y en unos años veremos esas imágenes juntos y (casi) se nos habrá olvidado que no lo pasamos muy bien entonces...

Fotos | iStockphoto, Lina Kivaka Pexels y Carole LR en Pixabay

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