Las enfermedades más frecuentes en el recién nacido y signos de alarma que debemos vigilar

Las enfermedades más frecuentes en el recién nacido y signos de alarma que debemos vigilar
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Los recién nacidos forman un grupo aparte dentro de la pediatría y es que tienen unas características muy particulares, en esa transición del feto al bebé.

Algunas enfermedades que pueden aparecer en el recién nacido y durante el primer mes de vida, así como su manejo, son diferentes de las que pueden aparecer más adelante. A continuación hablamos de las más frecuentes y otras que, aunque aparecen con menos frecuencia, son propias de estas edades y merece la pena conocerlas.

Lesiones durante el parto

Aunque lo habitual es que no se produzca ninguna lesión durante el parto, en algunos recién nacidos sí pueden aparecer; en la mayoría son leves y mejoran con el tiempo.

  • Las lesiones craneales y cerebrales son las lesiones relacionadas con el parto más frecuentes. Cuando se trata de partos instrumentales (f´órceps, ventosa) o se realiza una monitorización interna (se coloca un cable en el cuero cabelludo del bebé para controlar su frecuencia cardiaca) pueden aparecer rasguños y hematomas en el cuero cabelludo.  El cefalohematoma se estima que aparece en un 2,5% de los recién nacidos. Consiste en el acúmulo de sangre por debajo del periostio; es como un chichón de consistencia blanda. Suelen aumentar de tamaño después del nacimiento y se resuelve solo al cabo de semanas o meses. El caput succedáneum es el acúmulo de sangre subcutánea; lo vemos con cierta frecuencia en los partos con ventosa. Al igual que el cefalohematoma, no suelen complicarse y se resuelven espontáneamente en unos días. Con mucha menor frecuencia puede fracturarse un hueso del cráneo o aparecer hemorragias en otras localizaciones.
  • La fractura de clavícula es la fractura relacionada con el parto más frecuente y aparece hasta en un 3% de los recién nacidos. A veces no se diagnostica hasta unos días tras el nacimiento. Tienen muy buen pronóstico y rara vez requieren tratamiento. Tan sólo hay que tener cuidado porque les puede doler (por ejemplo, al vestirles o desvestirles empezar por el lado afectado).
  • Las lesiones nerviosas también se producen con cierta frecuencia; el nervio más comúnmente afectado es el facial; el bebé tendrá una parálisis facial generalmente unilateral. No podrá cerrar el ojo por completo y cuando llore, la boca se desviará al lado sano. Suele asociarse a la aplicación de fórceps.

Regurgitaciones y reflujo gastroesofágico

Los recién nacidos son inmaduros en muchos aspectos. Así, el esófago no tiene un movimiento óptimo en estas edades y el esfínter esofágico inferior, que cierra el estómago, tampoco funciona con normalidad. Esto, sumado a que pasan gran parte del tiempo tumbados y a que sólo toman leche, hace que el contenido del estómago vuelva a la boca con mucha facilidad (hasta el 75% de los menores de 4 meses lo sufren). Son las regurgitaciones o el reflujo gastroesofágico fisiológico.

En la mayoría de los niños no supone ningún problema: no les molesta  y engordan con normalidad. Sin embargo, unos pocos desarrollarán la enfermedad por reflujo gastroesofágico: el esófago se inflama y aparecen síntomas de esofagitis como llanto, irritabilidad y/o rechazo del alimento.

  • Signos de alarma: si aparecen síntomas de esofagitis (llanto, irritabilidad, rechazo del alimento) o el bebé no gana peso.

Ictericia del recién nacido

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La ictericia es el color amarillento de la piel como resultado del acúmulo de bilirrubina. La bilirrubina es un pigmento presente en la sangre que se produce al romperse los glóbulos rojos. El hígado es el principal encargado de su eliminación. En los recién nacidos, y más aún en prematuros, es muy frecuente la ictericia pues su hígado es inmaduro.

En la mayoría de los casos no supone ningún problema: hablamos de ictericia fisiológica. En estos casos, la coloración amarilla suele aparecer al segundo o tercer día de vida, desaparece antes de las 2 semanas de vida y no supera ciertos niveles (existen unas tablas con niveles máximos de bilirrubina en sangre en función de la edad). Las conjuntivas es donde primero se aprecia la ictericia y, según aumentan los niveles de bilirrubina, el color amarillento va descendiendo (cara, luego tórax, abdomen y finalmente piernas). En los niños alimentados con leche materna la ictericia puede persistir más allá de las dos semanas de vida.

Si los niveles de bilirrubina son muy elevados, el bebé necesitará ser tratado con fototerapia (se coloca debajo de una lámpara especial que favorece la eliminación de bilirrubina). En algunos casos, la ictericia puede ser síntoma de un problema subyacente (incompatibilidad de grupo sanguíneo entre la madre y el bebé, cefalohematoma, hemorragias, pérdida excesiva de peso problema hepático...). Hablamos entonces de ictericia patológica, por suerte mucho menos frecuente.

  • Signos de alarma: si la ictericia aparece en las primeras 24 horas de vida, si tras el alta hospitalaria se pone más amarillo, llegando incluso a afectar a las piernas; o si  reaparece la ictericia en un bebé que había estado amarillo y ya había recuperado el color normal. Además, si la ictericia se acompaña de otros síntomas: no gana peso, deposiciones blancas, irritabilidad, fiebre... también debemos consultar.

Dermatitis del pañal

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La piel del recién nacido es muy sensible. Estar en contacto frecuente con sustancias irritantes como el pis y las deposiciones, así como llevar pañal, hacen que no sea raro que la zona se irrite y enrojezca. Esta inflamación de la piel de la zona que recubre el pañal es lo que conocemos como dermatitis del pañal. En algunos casos, además, aparecerán hongos; hablamos entonces de candidiasis del pañal.

Para prevenirlo, es recomendable cambiar con frecuencia el pañal y realizar la higiene con esponja y jabón de pH neutro si es necesario, evitando las toallitas. También es fundamental mantener la zona muy seca.  Estar un rato con la zona al aire, sin pañal, es muy beneficioso.

Si a pesar de todas estas medidas la piel se irrita, podemos aplicar una crema barrera, que evita el contacto de la piel con la humedad; si contiene sulfato de zinc disminuyen más la irritación.

  • Signos de alarma: enrojecimiento del área del pañal que no mejora a pesar de las medidas antes mencionadas (evitar toallitas, cambios frecuentes del pañal, uso de crema barrera con sulfato de zinc). El pediatra puede pautar una crema con corticoides para disminuir la inflamación o una con antifúngico si se sospecha sobreinfección por hongos.

Onfalitis

Cuando el bebé nace, se corta el cordón umbilical, dejando un resto adherido al ombligo. Durante los días siguientes hay que mantener bien limpio el ombligo para prevenir infecciones. La recomendación actual es que en los países desarrollados se limpie con agua y con jabón. A pesar de ello, a veces se infecta: lo llamamos onfalitis.

  • Signos de alarma: si el ombligo de vuestro recién nacido supura, huele mal o la piel de alrededor está enrojecida debéis consultar.

Obstrucción conducto lacrimal

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Esto es bastante frecuente en los recién nacidos (se calcula que hasta el 10% de los bebés lo sufren en uno o ambos ojos). El conducto que drena la lágrima desde el ojo hasta la nariz está obstruido. Por ello, el ojo lagrimea y aparecen legañas con frecuencia.

Para mejorarlo, hay que hacer masajes en la zona del lagrimal. Con el tiempo (y los masajes) se resuelve hasta en un 90% antes del año de vida. Las secreciones (legañas) las limpiaremos con suero fisiológico y una gasa, de dentro hacia fuera.

  • Signos de alarma: si el ojo se pone rojo (puede ser indicativo de conjuntivitis), o si notamos enrojecimiento e inflamación del canto interno del ojo, en la parte inferior (podría tratarse de una dracriocistitis o infección del saco lagrimal). Si pasados los 6-12 meses de vida notáis que aún lagrimea y tiene secreción también debéis consultar.

Hernia umbilical

Cuando se cae el cordón umbilical, el orificio por el que pasaba suele cerrarse. Cuando esto no sucede y ese agujero en la pared abdominal permanece abierto, estamos ante una hernia umbilical. Por ese agujero pasará ahora contenido intestinal, especialmente cuando aumente la presión abdominal (al llorar, hacer fuerza para defecar...). Es muy frecuente, pudiendo afectar hasta a 1 de cada 5 recién nacidos.  La mayoría de hernias umbilicales no dan ningún problema y se cierran con el paso del tiempo, en general antes de los 4 ó 5 años.

Signos de alarma: las complicaciones en las hernia umbilicales son extraordinariamente raras, pero si la hernia cambia de color, aparece dolor o irritabilidad, debemos consultar.

Estreñimiento

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El estreñimiento es la dificultad para expulsar las heces con normalidad. En estos casos las deposiciones suelen ser muy duras y de pequeño tamaño ("como cacas de oveja").

El estreñimiento en el recién nacido es raro. Los recién nacidos expulsan el meconio en las primeras 24 o 48 horas de vida; posteriormente realizan deposiciones de transición y hacia el tercer o quinto día de vida las clásicas deposiciones de lactante color mostaza. Los recién nacidos suelen realizar entre 1 y 4 deposiciones al día, aunque el frecuente que los amamantados al pecho realicen más, hasta una por cada toma (6-8 al día).

Merece la pena mencionar aquí la disquecia del lactante, que suele aparecer entre las 2 y las 6 semanas de vida. Los bebés empujan y aprietan queriendo hacer deposición pero no lo consiguen. Se debe a que aprietan cuando el esfínter anal está cerrado. Cuando consiguen defecar, lo hacen sin esfuerzo y es una deposición de características normales. Este "problema" desaparece con el tiempo.

  • Signos de alarma: si el recién nacido no hace deposición a diario tras el alta hospitalaria hay que consultar. En la mayoría de los casos es por falta de alimento. En otras ocasiones habrá que descartar alguna enfermedad.

Muguet

El muguet es una infección producida por un hongo llamado Cándida. Aparecen unas lesiones blanquecinas en la cara interna de las mejillas, los labios y la lengua.  A menudo se confunden con restos de leche pero, a diferencia de estos, si raspamos no desaparecen. El muguet es muy frecuente en bebés, especialmente menores de 3 meses, y se trata con antifúngicos. No suele molestar a los bebés.

  • Signos de alarma: si apreciamos lesiones blanquecinas en la boca de nuestro recién nacido que no desaparecen con facilidad debemos consultar por si necesitase tratamiento.

Infecciones en el recién nacido

Los recién nacidos tienen un sistema inmune inmaduro y eso les hace ser más vulnerables ante las infecciones, así como que éstas sean más graves que en otras etapas de su vida. Por eso, aprovecho para remarcar la importancia de evitar el contacto del recién nacido con muchas personas, y especialmente si alguna está enferma;  no conviene que reciban muchas visitas, ni acudir a sitios muy concurridos.

  • Infección respiratoria. Especialmente frecuente en recién nacidos que nacen en invierno, más aún si tienen hermanos mayores. Puede ser un catarro o un cuadro más grave, como una bronquiolitis. En fundamental que si vuestro recién nacido comienza con tos y mocos acudáis al pediatra para que lo valore.

Signos de alarma: si comienza con dificultad respiratoria: respira muy rápido, hunde el pecho, se le marcan las costillas o tiene aleteo nasal (se abren los orificios de la nariz cuando respira). Además, los recién nacidos con dificultad respiratoria suelen fatigarse cuando comen y rechazan las tomas. La fiebre, también es motivo de acudir a Urgencias.

  • Infección de orina. En recién nacidos y lactantes son más difíciles de diagnosticar porque no cursan con los síntomas típicos. Los bebés suelen tener fiebre, irritabilidad, rechazo de tomas y/o vómitos, incluso poca ganancia de peso.

Signos de alarma: si el bebé tiene fiebre, vómitos o rechaza el alimento, así como si está muy irritable o muy decaído o no gana peso.

Recuerdo aquí que cualquier recién nacido con fiebre (y extiendo a bebés menores de 3 meses) debe ser valorado por un pediatra. En muchos casos será necesario realizar alguna prueba para localizar la infección y valorar la gravedad de la misma.


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