Hay padres empeñados en que sus hijos tienen altas capacidades. Están equivocados y eso es un problema gordo para los niños

Hay padres empeñados en que sus hijos tienen altas capacidades. Están equivocados y eso es un problema gordo para los niños
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Muchos niños con altas capacidades no son diagnosticados, y es importante realizar estas evaluaciones de las altas capacidades para que estos niños puedan recibir lo que necesitan y así poder tener una buena adaptación en la escuela o instituto, ya sea a nivel de aprendizajes y también a nivel emocional, social...

Pero una adecuada evaluación implica, no solo detectar a los nuevos casos, sino también detectar a quien no tiene esas altas capacidades. Porque eso también perjudica a los niños. Incluimos aquí también, más allá de las altas capacidades, aquellas habilidades (en general) que los padres sobrevaloran en sus hijos, ya que un estudio encontró que hacer esto puede perjudicarles.

Sobrevalorar a los hijos puede perjudicarles

La psicóloga social y escritora Jane Adams cita en Psychology Today reflexiona sobre todo esto, y cita este estudio del que hablábamos, publicado en el Journal of Social Psychology y titulado "Mi hijo es el regalo de Dios para la humanidad". El estudio sugiere que elogiar efusivamente a los hijos, alimentando la creencia inquebrantable de su superioridad innata, en lugar de centrarnos en criterios más objetivos, puede hacerles más daño que bien.

Elogiar efusivamente a los hijos, alimentando la creencia inquebrantable de su superioridad innata, en lugar de centrarnos en criterios más objetivos, puede hacerles más daño que bien.

Los autores también desarrollaron y validaron una escala que medía la sobrevaloración de los padres, que describieron como "una visión no respaldada por pruebas como las puntuaciones de los exámenes, y especialmente frecuente en los padres narcisistas, que por definición ven a sus hijos como extensiones de sí mismos."

Son padres que exageran el conocimiento y la inteligencia de sus hijos, y que los perciben como más dotados de lo que justifican las clasificaciones reales de coeficiente intelectual. Es decir, los sobrevaloran aunque la evaluación de sus altas capacidades dé como resultado una inteligencia dentro de la media (y las demás pruebas, como las de creatividad y de otros parámetros que se miden en las altas capacidades, también).

También es habitual que depositen grandes expectativas sobre sus hijos, sobre todo, relacionadas con aquello que ellos mismos no pudieron lograr en su infancia o juventud; por ejemplo, logros académicos, deportivos...

Además, a menudo les cuesta escuchar. Informarles que sus hijos no son más inteligentes ni tienen mejor rendimiento que otros niños y sugerirles que una evaluación más realista de sus habilidades, talentos y conocimientos, podría servirles más que sobrevalorarlos, no es tarea fácil. La psicóloga Jane Adams cita a un psicólogo escolar que dice, en relación a esto:

"Simplemente no quieren escuchar que mientras sus hijos son especiales para ellos, no son más inteligentes, ni mejores, ni tienen más derechos, por la razón que sea, que sus compañeros de clase".

Así perjudica a los hijos tratarlos como niños con altas capacidades cuando no las tienen

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Película 'Pequeña Miss Sunshine' (2006)

Quieren que sus hijos destaquen de los demás, y con frecuencia los elogian en exceso en entornos de la vida real. Pero, ¿qué efectos tiene todo esto en los hijos? A menudo, el sentido de derecho y superioridad de los padres puede contribuir a su propio narcisismo.

Pero a veces ocurre lo contrario, y es que a los hijos les avergüenza que sus padres les alaben continuamente en público, sobre todo si ellos mismos tienen una evaluación diferente o menos elevada de sus propios atributos y habilidades.

Además, les puede frustrar, porque los padres acaban depositando unas expectativas poco realistas sobre ellos que no pueden (ni deben) satisfacer. E incluso, dejan de intentar llegar a esas expectativas, porque realmente son tan elevadas, que no pueden estar a la altura de las mismas. O puede ocurrir también que esto les impida conectar con sus debilidades, algo que también necesitan para aprender, mejorar y aceptarse.

Valorar a los hijos por lo que son

Aunque es imposible ser 100% objetivos con los hijos, porque son 'nuestros' y siempre les veremos las mil gracias (y es normal), es importante hacer un ejercicio de reflexión y honestidad, y empezar a valorar a los hijos de forma un poco más objetiva (al menos, en cuanto a altas capacidades se refiere).

Está genial reconocer sus fortalezas y talentos, e incluso, reforzarles y animarles a potenciarlos. Pero recuerda que una cosa es tener fortalezas, y la otra muy distinta, tener altas capacidades (para ello, se deben cumplir una serie de criterios diagnósticos). Por lo que, no fuerces un diagnóstico (además, que tener altas capacidades también es un reto para ellos, ser diferente no es fácil, aunque sea en algo 'bueno').

Y no es tan genial ver cosas que no tienen, porque esto les genera una presión que no merecen, y además frustración, porque ellos, como todos, también tienen sus dificultades y limitaciones. Y debemos quererlos tal y cómo son.

En definitiva, valorar a los hijos es natural y genial para su autoestima (así como querer un diagnóstico si aparecen señales), pero cuando lo hagas, pregúntate si los estás valorando por lo que son, o por lo que te gustaría que fueran. Evita depositar en ellos tus expectativas frustradas; ellos tienen derecho a tener las suyas propias.

Foto | Portada (Película Familia Dursley, de Harry Potter)


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