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Surcando la noche en un caballito de mar (y nosotros descansando)

Surcando la noche en un caballito de mar (y nosotros descansando)
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Motivar y facilitar el aprendizaje de un bebé, cuando una misma está aprendiendo a ser madre primeriza, es una de las tareas más apasionantes y enriquecedoras de las que he podido disfrutar. Cada día y cada noche es una aventura y ni la mejor película de entretenimiento podría reflejar el carrusel de emociones, sensaciones y aprendizajes que supone un día tras otro.

Hasta que llegan las primeras noches en vela

Probando, buscando, soñando…

Caballito Fisher Price

Desde el momento en que tu barriguita empieza a notarse y todos comparten la alegría de la buena nueva, escuchas cientos de veces términos como objetos de apego o rutina. Tú, en tu experiencia de la vida no haces caso, piensas: ¡qué tontería creer que todos los bebés se rigen por similares pautas!… hasta que comienzan las primeras noches en vela, que no se deben a una necesidad de ser alimentado, claro.

Entonces llegan los interrogantes que te acucian en mitad de la noche ¿qué he hecho mal?: ¿demasiada leche, demasiado cereal, poco biberón, el calor, el frío, estar lleno, hambriento, la crisis?

Con el tiempo reflexionas, te animas a probar con eso de los objetos de apego porque el tiempo y la falta de sueño corren en tu contra y la de tu trabajo y vida familiar. Y un maravilloso y mágico día compruebas que el bebé, cuando se despierta en mitad de la noche o al irse a dormir, lo hace de un modo más placentero si se ha acostumbrado a tener el mismo amiguito inseparable al que abrazar todos los días y al que sentir de noche. Que le calme, que le sitúe en el lugar que está a oscuras y que le sirva de temporal sustitutivo de mami.

Durmiendo (y ¡por fin descansando!)

caballito Fisher

Yo tengo dos trucos: uno, colocarle varios chupetes en la cuna para que le sea más fácil encontrar alguno de noche y otro, no olvidarme jamás de su muñeco favorito, imprescindible en su maleta tanto como sus pañales o su biberón.

El muñeco de apego, que como me recomendara el pediatra debe ser elegido por nosotros y no por él, ayudará al bebé a calmarse, a sentir una presencia conocida a su lado en la oscuridad de la noche, a tranquilizarse si se despierta y a dormirse de nuevo. Y a nosotros a dormir por fin, descansar y prepararnos para la apasionante tarea de crianza del día siguiente.

Un juguete de apego ideal es el caballito de mar dulces sueños. Cuando el bebé aprieta el caballito de mar, éste se ilumina con una suave luz y emite canciones de cuna y sonidos de mar relajantes. Y algo muy relevante, se apaga automáticamente al cabo de aproximadamente 5 minutos para que no se desvele y convirtamos el remedio en enfermedad.

Con su objeto de apego el bebé ha aprendido así a calmarse solo, lo que es un desahogo para nuestro descanso y yo he aprendido que SÍ, que la calma, la rutina y los objetos de apego le dan seguridad y tranquilidad y le ayudan a madurar sus emociones y afectos. Las noches comienzan a asemejarse a aquello que recordabas antes de la maravillosa llegada del bebé y eso, para alguien como yo con continuos viajes, cambios de cuna y entorno, es uno de los mayores descubrimientos al que concedo más importancia que la América de Colón.

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