El estrés en la adolescencia empeora el aprendizaje y la memoria en la vida adulta y acentúa la ansiedad

El estrés en la adolescencia empeora el aprendizaje y la memoria en la vida adulta y acentúa la ansiedad
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Ninguno estamos exentos de padecer estrés en un momento dado, y aunque se pueda llegar a creer que este problema es más típico de la edad adulta, lo cierto es que los niños y adolescentes también pueden sufrirlo, con consecuencias muy negativas para su desarrollo.

De acuerdo a un último estudio realizado por el Instituto de Neurociencias, centro mixto de la Universidad Miguel Hernández y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), sufrir estrés alto durante la adolescencia perjudicaría la memoria y el aprendizaje durante la etapa adulta, y provocaría comportamientos relacionados con la ansiedad.

Así afecta al cerebro el estrés en la adolescencia

Sabemos desde hace tiempo que la exposición a situaciones de estrés en los primeros años de vida puede afectar al cerebro del niño e incluso acabar repercutiendo de forma negativa en la vida adulta, de ahí la importancia de atender correctamente las necesidades del bebé y gestionar las rabietas de forma respetuosa. Sin embargo, poco se sabía hasta el momento sobre los efectos a largo plazo que puede llegar a tener el estrés sufrido en la adolescencia.

El estudio mencionado, y que ha sido publicado en 'Neurobiology of Stress', ha sido realizado en ratones sometidos a niveles de estrés altos en la pubertad (últimos años de la infancia y primeros de la adolescencia). Las conclusiones obtenidas muestran que en su etapa adulta, los roedores que no han sido capaz de regular su respuesta al estrés, tienen déficits de aprendizaje y de memoria, y trastornos de ansiedad.

El hipotálamo -que regula las hormonas y las conductas vitales-, la pituitaria – que mantiene el equilibrio interno y del proceso de crecimiento- y la glándula suprarrenal -que produce las hormonas encargadas de regular la respuesta al estrés-, se conocen como “eje HPA”, cuyo funcionamiento en roedores es muy similar al de los humanos, por lo que los resultados pueden extrapolarse.

Ante situaciones de estrés producidas de forma recurrente, el organismo tiene dos respuestas:

  • Una fase inicial, que produce la liberación de una hormona que en roedores se llama corticosterona (el equivalente al cortisol en humanos) y que permite hacer frente a los desafíos inmediatos de una manera rápida.
  • Una fase de recuperación o retorno al nivel basal en ausencia de estrés, fundamental para proteger al organismo de una sobreactivación y prepararlo para nuevos desafíos.
Según el estudio, las alteraciones de aprendizaje observadas a largo plazo no se deben a los efectos prolongados del estrés durante la adolescencia, sino que vendrían derivadas de la capacidad de recuperación de la corticosterona en ausencia de estrés

Así pues, los resultados sugieren que ante situaciones de estrés en la etapa peripuberal se alteraría la maduración normal de los procesos de adaptación en regiones específicas del cerebro, como el hipocampo, lo que provocaría un deterioro del rendimiento cognitivo y la aparición de comportamientos relacionados con la ansiedad en etapas posteriores de la vida.

Gracias a estos hallazgos, los investigadores consideran que si se identifica de forma temprana a los adolescentes más vulnerables al estrés, se podrían realizar con ellos intervenciones terapéuticas en un momento en el que todavía no están patentes los efectos cognitivos mencionados, por lo que sería posible recuperar esos déficits producidos por la respuesta al estrés y así evitar el curso natural hacia la psicopatología y las deficiencias cognitivas.

¿Qué hacer si creemos que nuestro hijo adolescente padece estrés o ansiedad?

estrés

Cualquier problema, disgusto o circunstancia acaecida en la vida de una persona puede llevar aparejado un sentimiento de tristeza, abatimiento o estrés temporal. Pero cuando esta situación se prolonga en el tiempo es necesario proporcionar a la persona las herramientas y recursos emocionales necesarios para poder afrontarlo, ya que de lo contrario podría desencadenarse cuadros de ansiedad o depresión.

Si nuestro hijo adolescente está pasando por un momento de estrés, es importante dedicarle tiempo, escucharle y hablar con él para intentar identificar el problema o la situación que le está provocando ese estado. No obstante, en caso de dudas se recomienda acudir al pediatra o al médico de cabecera lo antes posible, para recibir asesoramiento profesional sobre la forma de proceder.

Recientemente, la OMS alertaba sobre la importancia de prevenir la aparición de las enfermedades mentales en la adolescencia. No en vano, la mitad de los trastornos de salud mental que sufre la población, comienza antes de los 14 años.

Fotos | Pixabay, iStock

Vía | CSIC, UMH

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