¿Qué críticas pueden llegar a hacer las enfermeras hacia la lactancia prolongada? (III)

¿Qué críticas pueden llegar a hacer las enfermeras hacia la lactancia prolongada? (III)
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Después de dos entradas explicando algunas de las críticas o frases con poca información que las enfermeras dijeron a 155 madres que respondieron una encuesta sobre lactancia prolongada (parece mentira que dedique tres entradas a ello, o mejor dicho, ojalá fuera mentira), hoy seguimos con el tema para mostrar las últimas y conocer qué pueden llegar a decir las enfermeras acerca de la lactancia prolongada.

Fuera teta, 250 de biberón por la mañana, 250 por la noche y 200 de verdura

Esto es lo que le dijo una enfermera a la madre de un bebé de ocho meses. Fuera teta, dale biberón (exactamente 250 por la mañana y 250 por la noche) y 200 de verdura. Ale, como quien receta unas pastillas… a eso se le llama hacer que los niños disfruten de la alimentación. ¿Y si quiere más? ¿Y si quiere menos? ¿Y si quiere comer otras cosas? Y lo que es más denigrante, ¿fuera teta? Una enfermera (o un pediatra, un médico o quien sea) no es quién para decir fuera teta a nadie a menos que haya motivos de peso para ello y, si así fuera, no se dice “fuera teta”, se explica que se debe proceder a un destete y se explica el por qué, con el mayor tacto posible.

Dar el pecho no es dar una galleta y “venga niño, cómetela”. El pecho lleva implícitas muchas otras cosas además de la parte nutritiva, como por ejemplo que lleva una increíble carga inmunológica (de hecho es más importante esta vertiente que no la nutritiva) o que implica una gran carga emocional bidireccional, tanto de la madre hacia el hijo como del hijo hacia la madre. Dicho de otro modo, destetar a un hijo es algo que muy probablemente afectará al bebé y muy probablemente afectará a la madre, sobretodo si ella no tiene deseo de hacerlo.

Además, ofrecer leche de fórmula (derivada de la leche de vaca) antes de los 12 meses (como cualquier otro lácteo) es correr un riesgo innecesario de desarrollar alergia. Si fuera necesario, se hace, pero habiendo leche materna, no tiene sentido alguno y es irrespetuoso. ¿Conocéis a alguna enfermera que diga “fuera biberón, ahora le das pecho, que es mejor”?

Dale leche de vaca o derivados, con la tuya ya no alcanza

Una enfermera le dijo a una madre que su hijo de 12 meses tenía que empezar a tomar leche y derivados porque con su leche ya no había suficiente. Puede ser que tuviera razón, pero también puede ser que no la tuviera y, como imagino que no hizo medición alguna sobre la cantidad de leche materna que ese niño tomaba, me arriesgo a decir que probablemente habló sin saber.

Diferente habría sido si le hubiera dicho: ahora que tiene 12 meses, puede empezar a tomar leche de vaca y derivados, si quieres darle. No habría entrado en si alcanza o no alcanza (un niño de un año puede seguir tomando el pecho sin necesitar leche de vaca, por supuesto) y dejando la posibilidad de “si quieres darle” aún conseguiría más resultados que con un “dale” imperativo, ya que se abre la puerta a que si un día el niño tiene curiosidad por un yogur, por ejemplo, la madre le de sin reparos, mientras que de la otra manera puede incluso negarse porque “hijo, no te hace falta, yo tengo suficiente”, siendo esto cierto, repito.

Ya es muy mayor para tomar teta

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Esto le dijo una enfermera a la madre de un niño de 12 meses. “Ya es muy mayor para tomar teta”. Como ya sabéis, porque lo he repetido casi hasta la saciedad, la OMS y la AEP recomiendan ofrecer lactancia materna hasta al menos los 2 años de edad. Esto quiere decir que un niño puede mamar con dos años, con tres, con cuatro y con la edad que a su madre y al hijo les de la gana.

Si una enfermera dijera que con tres años ya es muy mayor para tomar teta, aún podría estarse basando en la literatura conocida, y por ahí salvaría un poco el tema, sin embargo no deja de ser un juicio de valor y una opinión que probablemente nadie le ha pedido y que, por tanto, debería guardársela para sí. La madre bien le podría contestar “y tú ya eres muy mayor para andar diciendo lo que piensas a quien no te lo ha pedido” (que dudo que lo hiciera).

No te molestes, no le podrás dar pecho porque tienes los pezones invertidos

A las cuatro horas de nacer, una madre trataba de dar el pecho a su bebé cuando una enfermera le dijo “no te molestes, no le podrás dar pecho porque tienes los pezones invertidos”.

No, si no es molestia, es simplemente que llevo tiempo informándome y todo lo que he leído es que, aún con los pezones invertidos, es muy, muy probable que pueda amamantar. Quizás necesite más ayuda para hacerlo y quizás sin esa ayuda no lo consiga, así que decirme que no podré hacerlo no creo que sea lo que más necesito ahora mismo y menos cuatro horas después de conocer a mi bebé, que estoy como un flan en todos los sentidos.

Le dieron un biberón antes de llegar a la habitación, al pedirles ayuda porque no se me cogía le dieron otro

Esto es lo que narró una madre sobre lo que ocurrió después de parir. Ante semejante actuación no queda más opción que aplaudir todas las iniciativas del tipo “que no os separen” y similares.

Ya puede una madre pasarse el embarazo leyendo, informándose, acudiendo (o no) a grupos de lactancia para resolver dudas, acudiendo (o no) a las clases preparto con la comadrona para resolver más dudas, que si en el hospital, después de parir, separan a la madre de su bebé y a alguien con muy poca información se le ocurre darle un biberón, te han destrozado, muy probablemente, la lactancia. Y si no la han destrozado, han puesto una gran barrera para que sea exitosa.

Los niños nacen con la boca casi succionando, buscando, esperando que un pecho llegue a su boca (o que su boca llegue a un pecho), para empezar a succionar como ya saben nada más nacer. Si alguien ofrece un biberón en ese momento, el bebé aprenderá a succionar el biberón (ah, pues yo creía que esto era diferente. Bueno, no pasa nada, con un poco de práctica, cerrando un poco más la boca y poniendo la lengua de tope para no atragantarme consigo leche. A partir de ahora lo haré así).

En el momento en que la madre intente darle el pecho, el bebé intentará sacar leche del mismo modo que con la tetina, cerrando mucho la boca y poniendo la lengua para hacer de tope e ir frenando el chorrillo de leche. Vamos, que lo que hará es escupir la teta continuamente.

Bravo por ellas. Si además, después de la pifia, la madre pide ayuda y en vez de ofrecérsela recurren a otro biberón, la pifia ya es completa. Repito, bravo.

¿Todavía tienes leche?

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Una enfermera le preguntó a una madre si, después de dos meses de lactancia, aún tenía leche. Puedo entender que esta pregunta se haga cuando el bebé tiene 12 meses, o cuando tiene dos años, porque estoy hasta acostumbrado a que el personal sanitario tenga poca información al respecto pero, dudar después de dos meses, me parece tener muy, pero que muy poca información.

Imaginad la cara de la madre que, sabiendo que puede amamantar a su hijo hasta que tenga 15 años (o más) si él quiere (y ella también), recibe semejante pregunta.

“¿Como que nunca le das ayuda? Este niño está muy mal, espero que lo hayamos cogido a tiempo”

Esto es lo que le dijo una enfermera a la madre de un bebé de 4 meses, que como no había tomado nada más que pecho hasta ese momento corría un grave peligro.

Lo más probable es que esta profesional, que solo trataba de hacer lo mejor posible su trabajo, siguiera sin conocer lo que son los brotes de crecimiento, también conocidos como crisis de lactancia.

Hacia los tres meses (y en otras ocasiones) muchas mujeres tienen la sensación de haberse quedado sin leche. Esto no es cierto, sino que el niño empieza a pedir más porque hace un brote de crecimiento y necesita más. Además en ese momento las madres suelen dejar de sentir las subidas de la leche (los pechos ya no se ponen duros), que no es que no haya leche, sino que la demanda está más regulada y ya no se produce la sobrecarga. Como esto no sucede, los pechos dejan en muchas ocasiones de gotear. Resumiendo, el pecho no gotea, ya no se nota la subida y el niño pide más. Esto se acaba por entender como un “se me está acabando la leche”.

Esto es precisamente lo que explican nuestras madres, que a los tres meses se quedaron sin leche y tuvieron que empezar a darnos biberones. Por suerte ahora sabemos que esto no es así, sin embargo parece que aún quedan enfermeras con la información de hace décadas que siguen pensando que a los tres meses los bebés tienen que empezar a tomar leche artificial porque la leche materna se acaba.

“¿Que sigue sólo con el pecho? ¿Qué pretendes demostrar? ¿Es que no te importa tu hijo?”

Esta es la misma enfermera, un mes después, cuando el bebé tenía cinco meses. No solo no se informó de cómo era posible que un bebé de cuatro meses siguiera vivo sin tomar leche artificial, sino que no pareció entender el tema al ver que con cinco meses seguía vivo.

Una vez más, imaginad la cara de la madre que acude con su bebé, conocedora de que se puede dar leche materna en exclusiva hasta los seis meses (algunos bebés incluso más), cuando recibe estos mensajes. La confianza en lo que pueda decir esta profesional en este y otros temas queda por los suelos, aunque tenga razón en otras cosas. Lamentable.

Fotos | Flickr – bfhoyt, moppet65535, viralbus
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