12 consejos que como padre le daría a otros padres

12 consejos que como padre le daría a otros padres
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Ayer fue el Día del Padre en España y además de ser felicitados por nuestros hijos y esposas fuimos felicitados tanto en Bebés y más como en muchos de los blogs de mamás que inundan la red. Padres somos todos los que tenemos hijos y hay de muchos tipos y estilos: unos más comprometidos, otros menos. Unos más cariñosos, otros menos. Unos más pacientes, otros menos. Unos más serios, otros más sonrientes o bromistas. Unos más experimentados y otros primerizos. Unos así y otros asá...

Aprovechando la reciente celebración me ha parecido interesante poder ofreceros los 12 consejos que como padre daría a otros padres. Quizás interesen y quizás no. Como siempre digo (y dentro de unas líneas comprobaréis), los consejos son gratis y cada cual es libre de seguirlos o no.

Son los consejos de un padre (yo) con cinco años de experiencia (los que tiene mi hijo el mayor) que un día decidió esforzarse para criar y educar a sus hijos de la manera que consideró mejor, pese a no ser siempre del agrado de la mayoría de la sociedad. No digo que mi manera de hacerlo sea la buena. No digo que mi verdad sea LA VERDAD. Simplemente os la ofrezco, la que yo me creo y con la que “me he casado”. Es la chaqueta que he decidido llevar y lo único que trato ahora es de mostrar cómo es mi chaqueta a aquellos que me miráis y me decís: “anda, esta chaqueta no la había visto nunca…”.

Se podría decir que son los 12 consejos que yo, como padre, habría querido escuchar hace 5 años. Os dejo con ellos:

No mires atrás, sino adelante

No tienes por qué criar a tu hijo del mismo modo que fuiste criado (o sí). Mira atrás solo para descubrir qué te hacía sentir bien y qué te hacía sentir mal, en qué momentos pensaste que tu padre era el mejor del mundo y en qué momento te sentiste terriblemente humillado.

Sé que duele tratar de revivir mentalmente situaciones que ya han cicatrizado (o que crees que lo han hecho), pero a veces vale la pena abrir un poco las heridas para mirar dentro, conocerlas y evitar volver a hacérselas a tus hijos. El camino más fácil para toda persona es replicar el estilo de crianza que recibió. Si en tu infancia hubo momentos duros que preferirías no haber vivido, si te cansaste de oír el “es por tu bien” y si un día te dijiste o pensaste que “no, cuando yo sea padre no seré como tú”, rompe la cadena, acaba con esa herencia y abre un nuevo camino mirando hacia adelante.

Los consejos son sólo eso, consejos

Seguirlos es una opción y, normalmente, la mejor es aquella que te hace sentir bien. Cuando la cabeza te dice una cosa y el corazón otra, suele ser más acertado seguir al segundo. Al menos, te equivoques o no, habrás sido consecuente con tus creencias y tus sentimientos.

Aprende a esperar

Si aún sientes que la vida puede ofrecerte mucho, aprende a posponer las cosas. Los primeros años de la vida de un niño sólo suceden una vez, sin embargo tú tendrás tiempo de hacer todo lo que quieres cuando crezcan.

Ponte en el lugar de tu hijo

Sé empático, trata siempre de entender a tu hijo y trata siempre de ponerte en su piel para saber qué siente y por qué hace las cosas. Una vez te des cuenta de que el llanto tiene una motivación real y que de verdad te necesita te darás cuenta de que tienes mucho que ofrecer.

Demuestra que tú eres el adulto

Con esto no quiero decir que tengas que exigir obediencia ciega, ni enseñarles quién manda, ni nada de eso. Lo que trato de transmitir es que en una relación entre padres e hijos son muchos los momentos en que aparecen conflictos y en muchas ocasiones nuestros niños “estallan”, ya sea en llanto, ya sea en rabia, ya sea de manera violenta o ya sea un cúmulo de todo ello.

Nosotros somos los adultos, nosotros somos los que tenemos, en dicha relación, más capacidad de comprensión, más habilidad comunicativa y más experiencia. Debemos hacer uso de todo ello para tratar de buscar una solución acorde a nuestras capacidades. Cuando no las aprovechamos y nos ponemos al nivel de los niños acabamos por actuar de igual modo, con rabia, de manera violenta y tratando de zanjar los temas sin negociar, sin dialogar y por lo tanto sin aportar aprendizaje a los niños.

No te hagas el protagonista

Los niños suelen elegir a un único cuidador cuando son bebés y niños y cuando las cosas van mal irán siempre a él. Este cuidador principal suele ser la madre. No debes competir con la madre para que el niño te quiera igual ni tienes que competir con el bebé para que la madre te siga queriendo. Simplemente deja las cosas fluir. Si entiendes que tu posición al principio está en un segundo plano podrás acercarte a tu bebé mientras está con mamá y él te hará el caso que mereces. Poco a poco, a medida que crezca y empiece a compartir momentos contigo, habrá días en que no puedas despegarlo de ti.

Disfruta del momento

“Disfruta de tus hijos ahora, que crecen muy rápido” es una frase ciertísima que sólo suelen verbalizar aquellos que ya se han perdido la infancia de sus hijos. Sólo echarán el primer paso una vez, sólo dirán “papá” por primera vez una vez, sólo harán su primer dibujo una vez, sólo entrarán al cole por primera vez una vez y en días como ese puedes ser muy importante. Yo, por ejemplo, me cojo fiesta siempre que hacen una fiesta especial en el colegio y siempre que es el cumpleaños de uno de mis hijos. Dentro de unos años no hará falta que lo haga, pero ahora sí quiero estar ahí.

Cuanto más tiempo, mejor

Siguiendo con esta máxima, para aprovechar la infancia de los niños debes pasar mucho tiempo con ellos. A más tiempo, más contacto, más relación y más unión. Cuando en una relación hay confianza todo fluye más fácilmente y los conflictos se solucionan mejor. El tiempo es, para los niños, oro y una manera perfecta de decirles que son importantes para ti.

Aprende de ellos

Muchos adultos creemos que en una relación padre-hijo el que aprende es siempre el hijo. Esto no es cierto. Los niños tienen mucho que enseñar a los padres, porque los padres somos niños grandes que hemos olvidado demasiadas cosas.

Los niños son todo sentimiento, son la verdad más pura, la inocencia, la integridad y la esencia del ser humano. Cada vez que nace un hijo sus padres tienen la oportunidad de reconectar con todo eso que con el tiempo han perdido y que tan bien nos iría a todos.

Busca alternativas al cachete y al castigo

La gente no acaba de creerme cuando les digo que a mi hijo de 5 años no le he pegado ni castigado nunca (y no me creen porque ante tal falta de correctivos lo lógico para ellos sería que fuese una feria indomable, y no lo es). Sí es cierto que en alguna ocasión lo he cogido, perdida la paciencia, con más fuerza de la que hubiera deseado, pero no como método educativo, sino como fruto de la explosión emocional. Entonces he perdido perdón por mi error y he tratado de acercar posturas.

El diálogo es una muy buena herramienta para evitar castigos y cachetes y el tiempo que pases con tu hijo también. El diálogo debe ir encaminado a mostrar las consecuencias de sus actos y por qué no te gusta lo que ha hecho (“no me gusta que pegues a los niños, porque les haces daño y lloran. A ellos tampoco les gusta y por eso no querrán jugar más contigo. A ti tampoco te gustaría que nadie te pegara”), en vez de a amenazar (“si pegas otra vez nos iremos a casa/te quedas sin dibujos/hoy no juegas”), porque de esta manera quitas importancia al sufrimiento de las personas afectadas y porque das importancia a cosas que en ese momento no lo son (dibujos, jugar,…).

Conviértete en un buen ejemplo

Los niños aprenden la mayoría de las cosas por observación e imitación. Hay una frase que se me quedó grabada la primera vez que la leí (y que jamás olvidaré), cuyo autor desconozco que dice: “Educar es todo aquello que hacemos cuando no estamos educando”, que viene a decir que es igual de importante lo que les decimos que lo que hacemos incluso cuando creemos que no nos ven o no nos oyen.

Hace unos días pude escuchar a una niña de 6 años decir a un niño negro que “tú no puedes jugar porque eres negro”. Me cuesta mucho creer que el racismo de esta niña proviene de un trabajo propio y me es muy fácil creer que simplemente ha oído en casa (o en otro ambiente) a adultos insultando a los negros.

Tener un hijo es una grandísima responsabilidad y para transmitir valores, responsabilidad y respeto por los demás debemos tener valores, ser responsables y respetar a los demás.

Empápate de paciencia

No importa lo paciente que seas en tu vida. Por mucha paciencia que tengas en el día a día, vas a necesitar aumentar la dosis para criar a un hijo. Los niños lloran y a veces lo hacen aún cuando les atiendes. Las rabietas, por ejemplo, son una clara prueba que puede determinar cuán lleno está nuestro “tanque” de paciencia. Si siempre acabas gritando y rompiendo la baraja significa que necesitas más paciencia.

“Al mal tiempo buena cara” es una gran frase para momentos así. A veces yo mismo me he sorprendido al ver que hiervo por dentro y que donde antes explotaba ahora soy capaz de retener (aunque siempre hay algún mal día en que el nivel anda bajito, bajito). En cualquier caso, lo importante es ser consciente de ello y tratar de actuar con la inteligencia que como adultos se nos supone.

Foto | Armando Bastida
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