Siete errores que cometemos los padres de adolescentes y que aumentan sus inseguridades

Los adolescentes están en plena transición entre la infancia y la vida adulta, y eso significa construir y descubrir quiénes son en realidad. Este proceso de  construcción de la propia identidad es sumamente complejo, por lo que en el camino es normal que surjan inseguridades y dudas que se verán acrecentadas por las opiniones y presiones externas.

Sin ser conscientes de ello, a veces los padres podemos contribuir a aumentar las inseguridades de nuestros hijos adolescentes incurriendo en ciertas prácticas, comentarios o actitudes que debemos evitar.

Sobreproteccionismo

Los padres a veces caemos en el error de sobreproteger a nuestros hijos, tomar las riendas de su vida y/o no darles la oportunidad de hacer las cosas por sí mismos. Pero especialmente en la adolescencia el sobreproteccionismo puede hacerse más palpable, debido a nuestros propios miedos, inseguridades y creencias asociadas a esta etapa de la vida.

Pero si sobreprotegemos a nuestros hijos no solo estamos anulando sus capacidades para enfrentarse a la vida adulta, sino que estaremos aumentando su inseguridad y mermando su autoestima y autoconfianza.

  • ¿Cómo evitarlo?

Es fundamental que los padres de adolescentes no nos empeñemos en solucionarles continuamente los problemas. Están pasando de niños a adultos, de manera que tienen que aprender a gestionarse y a buscar soluciones a los conflictos que se les presenten.

Como padres debemos estar a su lado, apoyarles y supervisarles, pero les haremos un flaco favor si les sobreprotegemos y solucionamos las cosas, porque entonces no serán autónomos y se seguirán sintiendo inseguros.

Educación autoritaria

El tipo de crianza y educación que demos a los hijos influye en el desarrollo de su personalidad, pudiendo acarrear problemas de baja autoestima, miedos o inseguridades si no educamos de forma positiva y fomentamos un apego seguro.

Así, educar en la sumisión y la obediencia en lugar de fomentar su autonomía, pensamiento crítico, asertividad y toma de decisiones - aún a riesgo de equivocarse- fomenta la inseguridad personal.

  • ¿Cómo evitarlo?

En contra de lo que mucha gente cree, es posible poner límites de forma eficaz y firme sin incurrir en el autoritarismo. La educación positiva, respetuosa y amorosa es clave para evitar que nuestros hijos adolescentes sean inseguros, temerosos y tengan baja autoestima.

También es importante darles espacio y respetar su intimidad, pues necesitan un sitio en el que ser adultos sin estar constantemente supervisados por nosotros.

Recalcar sus fallos

Cuando un hijo comete un error, los padres no siempre actuamos correctamente, pues en muchas ocasiones tendemos a remarcárselo, nos quedamos anclados en lo que ha pasado y somos incapaces de abordar la situación con una actitud positiva.

Nuestra mirada, nuestros gestos o incluso lo que podemos llegar a decir movidos por el enfado dañan terriblemente la autoestima de los hijos, les desmotivan, avergüenzan y generan una gran inseguridad.

Movido por el miedo a fracasar, es probable que el adolescentes deje de intentar hacer cosas nuevas, se guarde su opinión, opte por no tomar la iniciativa o no asuma ninguna responsabilidad.

  • ¿Cómo evitarlo?

Es importante cambiar nuestra visión sobre el error y hacer de nuestros fallos un ejercicio de responsabilidad, de aceptación y una oportunidad de aprendizaje.

Ser demasiado exigentes

A veces los padres nos mostramos muy exigentes con nuestros hijos adolescentes, especialmente en lo que respecta a su comportamiento, a lo que esperamos que hagan o a las calificaciones académicas que deseamos que obtengan.

En otras ocasiones proyectamos sobre ellos nuestros propios sueños, deseos o ambiciones, exigiéndoles demasiado y pasando por alto que ellos son personas independientes a nosotros, con sus propias habilidades y su propia vida. Esto sin duda les genera inseguridad, al no sentirse dueños de su vida, sus actos o su destino.

  • ¿Cómo evitarlo?

Es importante entender que las expectativas que los padres tengamos sobre nuestros hijos son solo nuestras, y ellos no tienen por qué cumplirlas. Debemos, por tanto, confiar en su criterio, respetarlos, acompañarlos e intentar "sacar" lo mejor de ellos motivándoles desde el amor y el respeto.

Compararlo con los demás

La adolescencia es una etapa de 'descubrimiento'. Nuestros hijos tienen que aprender a descubrir quiénes son, qué quieren, qué les gusta, qué desean hacer con su vida... En este proceso de construcción y cambio es normal que busquen marcadores externos con los que compararse, evaluarse y definirse. Y aquí es donde entrarían en juego los iguales, la importancia de su opinión, de encajar y pertenecer.

Si ya de por sí este proceso natural puede generarles mucha inseguridad, los padres no podemos contribuir a aumentarla comparándoles continuamente con los demás (ya sean sus amigos, compañeros de clase, hermanos...).

  • ¿Cómo evitarlo?

Fundamentalmente debemos entender el proceso de cambio y maduración que están viviendo, acompañarles emocionalmente y fomentar la confianza para que puedan contarnos cualquier cosa que les preocupe. Paralelamente es importante potenciar su aceptación para que aprendan a mirarse con mucho amor.

Criticarle y juzgarle

Si los padres criticamos cada cosa que hacen nuestros hijos, cada ropa que se ponen o cada canción que escuchan, se van a sentir siempre en nuestro punto de mira y terminarán por no querer compartir nada con nosotros. También contribuimos a aumentar su inseguridad cuando juzgamos sus decisiones, les sermoneamos desde una posición superior, o les acribillamos a preguntas tratando de 'pillarles' en un renuncio.

  • ¿Cómo evitarlo?

Nuestros hijos necesitan que confiemos en ellos y que les demos motivos para confiar en nosotros. Para eso es fundamental que cuando nos cuenten sus cosas les escuchemos sin enjuiciar, sin criticar y sin cuestionar, dándoles nuestra opinión de forma respetuosa y aceptando también la suya.

Hablar sobre su cuerpo o aspecto físico

La adolescencia es una etapa caracterizada por los cambios físicos (algunos nada agradables) que pueden llegar a generar muchas inseguridades y problemas de autoestima en chicos y chicas.

Si a modo de broma, los padres ridiculizamos su aspecto, sus granos, su voz, su olor corporal... estaremos "añadiendo más leña al fuego", por mucho que nos parezca un comentario sin importancia o incluso gracioso.

  • ¿Cómo evitarlo?

Hablemos siempre del cuerpo de forma positiva, y sobre todo pensemos mucho el tipo de comentarios que hacemos sobre nuestro propio cuerpo delante de los hijos. Asimismo, si detectamos que nuestro hijo tiene algún complejo que le avergüenza, no restemos valor a lo que siente, escuchémosle  y ayudémosle a entender los cambios que se están sucediendo en su cuerpo.

Podemos aprovechar también para afianzar hábitos de vida saludables, como una dieta sana o la importancia del ejercicio físico. Si además hacemos deporte juntos, tendremos un momento valiosísimo para charlar y fortalecer nuestro vínculo.

Foto de portada | Freepik

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